36. ¡Mientes!

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CAPÍTULO 36 "¡Mientes!"

Adara sentía que iba enloquecer era imposible saber cuanto tiempo había estado ahí parecía lo mismo siempre, había pedido a todas los dioses que conocía que la sacaran de ahí, nadie pareció responder parecía que ahora que su vida se había tornado aburrida perdieron todo el interés en ella, o tal vez era por lo que le había mencionado Hecate todos le tenían miedo a Hera.

Incluso había llamado a Apolo hablar con él era mejor que no estar con nadie, pero tampoco él había acudido a ella, estaba claro lo que pensaba ya le había dado la solución de salir estaba en ella si tomarla o no, quería que estuviera lo suficientemente desesperada por salir como para beber la poción, como para aceptar ser su esposa.

Estaba contando las vigas del techo cuando la puerta se abrió, se puso de pie de inmediato ya que estaba acostada sobre el suelo, le habían traído ya su comida y ropa, era la primera vez que tenía una visita desde que había venido su hija, al levantarse se dio cuenta que era el hermano menor de Heralto.

-Proteo escuché que has tomado la posición que me corresponde en reino y que ahora eres tutor de mi hijo, espero por su propio bien que lo este tratando bien.

-¿O que me harás, su majestad? ¿Me mataras como lo hiciste con mi hermano? ¿Y como piensas hacerlo encerrada aquí?- se burló Proteo.

-Yo no maté a Heralto.

-Di la verdad, lo mataste.

-Fue defensa propia, él me atacó.

Por fin lo admitió pensando que tal vez ahora que por fin decía la verdad la someterian a un juicio lo que sea para salir ahí, lo que sea para volver a ver a sus hijos.

-Ya lo sabíamos, ¿Disfruta de su encarcelamiento, alteza?

-Dudo que alguien pueda disfrutarlo.

-Pero si la hemos tratado como una reina, le servimos comida caliente cada día, le traemos ropa limpia, estas habitaciones son muy cómodas en comparación a los calabozos, es el encarcelamiento de una verdadera reina.

-Podrían por lo menos traerme algo para distraerme mi telar o algo para leer, visita por lo menos una vez al día e informarme de mi situación actual, lo que sea... por lo menos los prisioneros pueden hablar con otra persona.- intentaba que no se notara su desesperación.

-Los guardias dicen que te escuchan hablar sola.

-Hablo con las paredes, estoy aburrida, ¿podría al menos tener alguien con quien hablar?

-Adara, lo cierto es que lo que hiciste fue muy, muy grave, no creo que vayas a salir de aquí jamás, ninguno de tus hijos quiere verte.

Lo pensaba de Kaia e incluso tal vez de Joanna, pero de Alejandro su hijo menor no diría eso.

-¡Mientes!

-No quieren ver a la asesina de su padre, los dejaría visitarte pero el hecho es que no quieren.

-No, tu no dejas que Alejandro venga a verme, el quería... el quería....

-Quería que...

"Conocer a su real padre" quiso responder pero no lo dijo. "sabe que Heralto lo intentó matar, no puede estar enojado conmigo"

-Solo déjame verlo una vez, para saber que está bien es un niño, necesita de su madre.

-Mi hermano siempre decía que educaste a ese niño para que fuera blando y ya veo a lo que se refiere, bajo mi tutela arreglaré eso, no podemos tener un rey blandengue.

-Necesito verlo, por favor.

-Va a quedarse aquí toda su vida, su majestad.

Proteo se fue, de nuevo la soledad, quería salir de ahí, de nuevo pasaron los días tan lentos y monótonos como ya se habían convertido, sentía que ese lugar la afixiaba, odiaba esas cuatro paredes.

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora