3. Entrenamiento

1.3K 160 3
                                    

CAPITULO 3. "Entrenamiento"

Tener que darle a la mañana siguiente la noticia a sus hijas sobre que Apolo no había elegido a ninguna y había pedido más tiempo para poder decidirse fue algo desagradable que hacer, porque pudo ver la cara de decepción de sus dos hijas al saber que ninguna de las dos había enamorado al dios.

-...es obvio que iba a ser difícil hacer una elección a Apolo porque las dos son tan perfectas- intentó levantarles el ánimo, pero no funcionó notó como ambas la miraban con incredulidad.

-No somos tontas mamá, sabemos que no le gustamos al dios.- murmuró Kaia con lágrimas en los ojos.- después de cómo me vio anoche mientras tocaba la lira jamás volveré a tocar un instrumento musical en mi vida.

-No digas eso, tal vez estaba de mal humor anoche, solo quiere conocerlas más, y eso está bien porque ustedes también lo conocerán, y cuando alguna de ustedes se case con él no será un completo desconocido.- les dijo de nuevo intentando que sus palabras las consolaran.- es horrible casarse con alguien que apenas conoces.

Pero ninguna de las dos parecía satisfecha con aquellas palabras.

...

Otro que parecía enojado con aquella indecisión del dios era su marido Heralto, que se lo había tomado como una ofensa hacía sus hijas, y sacaba toda la furia con ella hablándole como si fuera su culpa que el dios no hubiera tomado una decisión, mientras Adara tenía que escucharlo sin perturbarse o alterarse.

-...so no fue lo que prometió Adara y lo sabes!- le espetó con un tono de voz bastante alto, todo eso después de soltar algunas injurias.

-Sí, lo sé pero ¿que podíamos hacer?- razonó con él, intentando emplear un tono apaciguador.- no tenemos nada de autoridad contra un dios.

-Debe escoger una.- murmuró con un tono seco.- ¡y pronto!

-No podemos obligarlo.

-Nunca debí hacer un trato con él, ahora seré la burla de todo el reino y de los demás reinos también.

Adara lo miró con incredulidad dudaba que fuera la burla del reino, iba ser el suegro de un dios y no de cualquier dios sino una de las mayores deidades, la gente lo respetaba como rey solo por eso, y es que Apolo aún ni siquiera se prometía con alguna de sus hijas, solo con la simple promesa bastaba para que los demás gobernantes y el pueblo lo respetarán, lo mirarán con admiración y también lo vieran con cierta envidia, así que no entendía el argumento de su marido, sobre ser la burla.

-Vamos Heralto, no hables así, gracias a él nació Alejandro y solo por eso valió la pena

Sabía que a Heralto no le había agradado Apolo, pero no entendía porque, al fin y al cabo, este le había dado lo que más quería un hijo, pero su esposo parecía sentir desagrado al dios del sol, observó como este le dedicaba una última mirada de desprecio antes de alejarse.

Adara soltó un suspiro cansado sin saber que había dicho o hecho para hacer enojar al rey, siempre habían fingido tener el matrimonio perfecto delante de los extranjeros y sus súbitos, y varios creías ese cuento si en realidad todos aquellos se enteraban que Heralto solo acudía a ella para enojarse o desquitarse, o que no compartían lecho desde hace diez años seguramente se reirían de ella, solo los sirvientes del castillo lo sabían, incluso sus hijos pensaban que aunque tenían su problemas y su padre tenía una amante, se seguían amando.
...

Los ánimos no mejoraron en el palacio los siguientes días, después aquella noche de visita del dios, Apolo no dio ningún acto de presencia parecía que había olvidado su promesa, notaba como los ánimos de sus hijas iban para abajo, Adara intentó hacer sus tareas cotidianas esperando que Joanna y Kaia siguieran su ejemplo.

Se hizo un espacio de tiempo para presenciar un entrenamiento de arquería de su hijo, había estado esos días aprendiendo con el mejor maestro en arquería del reino, y mientras miraba la clase de Alejandro escuchó una voz masculina a su oído.

-A aprendido muy rápido

Se sobresaltó al escuchar esa voz en su oído, se dio la vuelta y se encontró con Apolo sonriendo tan cerca estaba de su rostro que se tuvo que hacer para atrás para mantener la distancia, y le pregunto:

-¿puede dejar de hacer eso?- preguntó llevándose una mano al corazón, sintiendo como latía con fuerza aún por el susto.

-¿por qué debería?

-Un día de estos me va a dar algo y... ¿Porque nadie...- se interrumpió al ver qué ninguna de las personas de ahí parecía sorprenderse al ver a dios, de hecho, siquiera volteaban a verlos y eso era extraño ya de por sí.

-Solo me hice visible ante ti.- le respondió sabiendo lo que iba a preguntar.

-Entonces parece que estoy hablando sola, van a pensar me he vuelto loca.

-Mas bien pensaran que eres excéntrica.- le corrigió luego frunció el ceño agregó- puedo percibir que estas molesta conmigo ¿Porque?

-En lo absoluto señor.

-Adara soy el dios de la verdad puedo percibir cuando me mienten, es más puedo obligarte a decirme la verdad o maldecirte para que de ahora en adelante no puedas mentirle a nadie, pero optaré en darte una segunda oportunidad para ser sincera conmigo.

Podía sentir como el rubio irradiaba cierta aura de furia contenida, había escuchado tantas historias sobre la furia de Apolo y lo fácil que era perder su favor, sabía que lo que le dijo no era una simple amenaza, sino que hablaba en serio así que pasó saliva y se sinceró:

-No sé a presentado en toda la semana señor, muchos dicen que no le gustó ninguna de mis hijas, ambas se sienten mal y las veo decaídas, es inevitable para mí no sentirme molesta con usted por aquel desaire a ellas.

-Pero si he estado ahí, no me hago presente me gusta ver cómo se comportan en lo privado... y Ya te dije que me llames Apolo.

Se preguntó si ¿el dios de la verdad podía mentir? porque estaba segura que en ese momento lo estaba haciendo.

Antes de poder decir algo más su hijo ejecutó un tiro perfecto, no pudo más que aplaudirle a Alejandro.

-Te dije que sería bueno.

-¿cómo lo sabías?- me preguntó mirando al frente e intentando no mover mucho los labios para que no pensaran que hablaba sola.

-Solo lo presentía.- respondió pero parecía que escondía algo más.

No hablaron mucho más en cambio se quedaron viendo el entrenamiento de Alejandro, cuando terminó su hijo fue corriendo hacía su dirección, y en cuanto esté llegó con ella Apolo desapareció.

...

Más tarde mientras comían Alejandro no dejaba de hablar sobre su entrenamiento.

-¿viste ese tiro que hice, mamá?

-claro que si fue maravilloso.

-El maestro me dijo que podía ser el mejor arquero del reino.

-La arquería es para los cobardes, un combate cuerpo a cuerpo demuestra la valentía.- le dijo Heralto .

Alejandro perdió parte de su entusiasmo cuando su padre le dijo eso, mientras Adara le lanzaba una mirada asesina, su marido era muy duro con su hijo, segundos después entro Apolo por la puerta y dijo:

-La arquería es más elegante, que andar peleándose a golpes como unos salvajes.

Heralto no dijo nada solo apretó los dientes, mientras Alejandro se animaba un poco.

Esta vez Apolo se comportó mejor y habló con sus dos hijas. Las dos parecieron emocionarse por la atención del dios, está vez no la volteó a ver ni una sola vez mientras comían, pero cuando esté se fue y le lanzó una mirada cómplice.

Gracias por leer

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora