5. Un Juego

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CAPITULO 5 "Un Juego"

Afrodita le dijo que le había bendecido, pero Adara no lo sentía así en absoluto, era más como una maldición, ¿Cómo podía fingir tener el matrimonio perfecto si cada vez que veía a Heralto sentía que algo en su interior ardía de rabia? ¿Cómo podía hacer de jueza en las audiciones si se dejaba llevar por sus sentimientos en lugar de buscar una solución justa? ¿O ser diplomática con sus aliados y enemigos? Ser la reina involucraba varias situaciones donde tenía que controlar sus emociones, habilidades que ahora carecía.

Entones fue cuando se encerró en sus aposentos con la excusa que se encontraba enferma, y parecía que Heralto si lo había creído, todos pensaba que había pillado una enfermedad cuando se perdió en el bosque, y no los sacó de eso porque en cierta manera era cierto. En sus aposentos se la pasaba tejiendo, y otras veces llorando, recordando las personas que había perdido hace años como si hubiera sucedido hace poco. Se sentía un auténtico desastre.

Escuchó unos pasos apenas perceptibles para cualquier oído humano, pero con la maldición de Afrodita también había venido que todos sus sentidos parecían que se habían hiper desarrollado, se dio la vuelta descubrió a Apolo de pie en el borde de la puerta.

-Vete, no estoy de humor para visitas- le espetó, el dios no respetaba su privacidad, y en ese momento no le importaba que la pudiera hacer trizas con chasquear los dedos, estaba más concentrada en la furia que sentía ante la falta de respeto que tenía.

-Me dijeron que estabas enferma, quería ver...

-Ya me viste, ahora te puedes ir.

Además de que no se encontraba presentable, no estaba arreglada para recibir visita, todavía traía la ropa de dormir y su cabello caía rebelde y sin peinar.

-Te vez diferente- murmuró Apolo frunciendo el ceño vio que ella lo tomaba mal pero no se refería a su aspecto e intentó componerlo- digo te ves igual que siempre pero detecto algo en ti diferente.

-Quiero que te vayas- respondió con terquedad.

-Espera, yo puedo ayudarte soy el dios de la curación, tal vez puedo ayudarte.

Lo pensó unos segundos, Apolo tenía razón si alguien podía liberarla de una maldición era él, así que asintió este se acercó a ella, y cuando lo vio de cerca fue como si el mundo se detuviera, desde la primera vez que lo había visto pensó que era atractivo, pero en ese momento sintió un terrible deseo hacía el dios, sentía como sus rodillas temblaba por suerte estaba sentada, y como su aliento se iba y solo quería sentir aquellos labios carnosos sobre los suyos, pasó saliva pesadamente, y desvió la mirada sin querer verlo directamente deseando que ese pensamiento se esfumara de su mente, el dios se sentó justo en frente de ella y tomó su mano, su contacto era tan cálido, cerró los ojos unos segundos y luego los abrió de nuevo le lanzó una mirada desconcertada.

-No estas enferma... te han bendecido.

-Estoy maldita, Afrodita me maldijo, no sé qué hizo con mis emociones, pero... ¿puedes quitarme esto?- le preguntó casi parecía que le estuviera rogando.

-No puedo.

Entonces la castaña se soltó de su agarré se puso de pie con brusquedad.

-¡Mientes!

Apolo no podía dejarla de ver estupefacto ya que no estaba acostumbrado que un mortal le gritara, usualmente en ese momento lo tomaría como una falta de respeto e intimidaría al mortal para que se diera cuenta a quien le estaba hablando, pero sintió compasión por Adara, él mejor que nadie sabía lo que era estar bajo una maldición provocado por un dios del amor, en lugar de eso intentó explicarle lo que sucedía:

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora