40. Diosa de...

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CAPITULO 40 "Diosa de..."

Adara estaba caminando por el Olimpo apenas llevaba un día ahí pero ya se había propuesto recorrerlo todo, aunque era tan grande como cualquier reino, lleno de construcciones espectacular, una escultura, una fuente, algo bello en cada lado donde volteabas, entonces vio que era se encontraba al final de un camino que estaba tomando, se dió vuelta para evitarla pero cuando lo hizo se apareció en frente de ella.

-No hemos hablado a solas.- le dijo Hera.

-No tenemos nada de que hablar.- se dió la vuelta, arrepintiéndose de haber salido del palacio de Apolo.

-Sí, claro que sí, me has humillado, has desafiado mis veredictos, has matado a mi protegido y hasta has quemado mi altar, te merecías un castigo ejemplar, pero en lugar de eso te han premiado con la inmortalidad y con un nuevo esposo ¿se te hace justo eso?

-Creo que el trato que me han dado a mí ha sido injusto, es cierto...

-¿Como osas de...? ¿en dónde quedó tu respeto hacia los dioses?

-Ahora soy una diosa también, supongo que me puedo tomar algunas libertades.- sabía que debía callarse y mejor agachar la cabeza dejando que Hera soltara todo su veneno de nuevo estaba siendo imprudente, pero sí que estaba cansada del trato que le habían dado, y sobre todo estaba cansada de la maldita de Hera.

-Ten cuidado, aún no eres una diosa, no hasta que Zeus te de un dominio, y puedo interferir en eso, ¿que te parecía ser la diosa del estiércol?

Tal vez Hera pensó que era una amenaza pero ante la simple mención Adara soltó una carcajada, en serio la reina de los dioses la estaba amenazando ¿con algo tan tonto como hacerla diosa del estiércol?

-Infantil, de tu parte, ¿tienes seis años?

Hera enrojeció avergonzada.

-Era un ejemplo.

-Pensé que las Moiras se encargarían de dictaminar eso.

-Sí, en parte, pero tiene que pasar por la aprobación de Zeus y tengo un gran influencia sobre mi marido, puede que ahora no puedo matarte pero, puedo hacerte la eternidad muy difícil.- tras decir eso Hera desapareció en un abrir y cerrar de ojos dejando a Adara totalmente preocupada.

...

Se encontraba en la cabaña de Hecate mientras le intentaba enseñar algo de magia, pero Adar seguía preocupada por las palabras de Hera, así como que esa tarde Zeus la reconocería oficialmente como una diosa, tenía muchas dudas sobre eso, así que aprovechó para preguntarle a Hecate:

-Es parecido al juicio que te hizo pasar cuando determinaron sobre que deberían hacer contigo, en realidad es más rápido que eso, Zeus declarará tus dominios frente al consejo de lo dioses, los mortales te reconocerán como una diosa y si quieren podrán poner un altar para ti y adorarte, hacerte ofrendas, pedir tu favor o tu protección y por fin sabremos un poco de tus poderes, que se han mantenido muy escondidos.

-Pensé que ya lo era, me refiero a una diosa ¿tu poción no se había encargado de eso?

-Sí lo eres, pero no oficialmente, más bien eres como una deidad que es esposa de Apolo ¿quieres que todo el mundo te conozca así para siempre? Con ese único título.

-Obviamente no.

-Entonces necesitas ese reconocimiento, no temas no pasará nada, ni tienes que decir nada, simplemente Zeus dirá unas palabras y si es necesario te otorgara otros poderes, pero probablemente serás una diosa menor sin ningún dominio interesante.

-Pero Hera me dijo...

-Hera fanfarroneaban, quería asustarte y al parecer lo consiguió pero será algo tranquilo creeme.

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora