46. Profecía

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CAPITULO 46

Adara siguió Apolo que estaba justo mirando el mar, parecía estar reflexionando sobre algo, su mirada era severa, incluso parecía preocupado, se acercó lentamente se quedó mirandolo unos segundos, pensando que su esposo era bastante atractivo. 

-¿Vas admirarme por mucho más tiempo? O vas a decirme lo que sea que quieres decirme. 

La ojiazul se sonrojó un poco, al parecer se había quedando admitando el dios más tiempo de lo que pensó al dios, pero le pareció demasiado brusco el tono de Apolo, él nunca solía ser tan severo con ella.

-¿Qué te dijo sobre mi tu Oraculo?

Apolo pareció por unos segundos sorprendido pero al final asintió:

-Nada por lo que preocuparse, Ada. 

-No puedes mentirme siento que me estás guardando algo.

-La diosa de los secretos ¿no? ¿que haras? Estoy segura que si te esfuerza podrías sacarme todos mis secretos, por fortuna aún no sabes utilizar todos tus poderes.

-Aunque lo supiera hacer no lo haría, al menos no contigo, Apolo, porque te respeto como mi marido. 

Apolo le lanzó una mirada cariñosa, podía ser una diosa pero seguía teniendo el corazón de un mortal cualquier deidad que conociera se aprovecharía de sus habilidades para sacarle información no le importaba si  estuvieran casados, se preguntaba ¿si seguiría ser tan inocentemente mortal toda su inmortalidad o con el tiempo eso se le quitaría? Probablemente, la inmortalidad y el poder siempre solían corremper a cualquiera.

-Eres demasiado buena para mi, Adara- le dijo mientras le tomaba la mano, y le dejaba un beso en ella.

-Pero tienes que ser sincero conmigo, ¿que te dijo el Oraculo?

Pasó saliva la miró a los ojos, ¿como ella podía ser su perdición? ¿como le causaría tanto sufrimiento? "La diosa de la luz rompera la ley divina, condenado por su promesa el sol será encadenado, nueve años de sufrimiento perecera..." Así había dicho una parte de la profecía al menos la parte que más le importaba a él.

-No es bueno escuchar las profecías, uno siempre intenta evitarla y no se puede evitar el destino. 

"Igual puede ser no tan grave, aquello podría pasar en mil años, no debería estar tan preocupado, ¿que son nueve años para un dios?" Le había prometido a Zeus hacerse responsable de todo lo que pudiera hacer Adara, ¿que iba hacer su esposa? ¿Que regla rompería? 

-Pero aquella profecía nos involucra ¿no?

-Es demasiado ambiguo para saberlo.- le dijo de nuevo con tono brusco, estaba enojado con Adara amor algo que todavía no hacía, sabía que no tenía sentido así que intentó calmarse.

-¿Es muy mala?

-Tranquila, hay algunas profecías pasan siglos para cumplirse.- le dijo mientras de su mano, por su brazo hasta su barbilla, finalmente su pulgar acariciaba sus labios.

¿Lo traicionaría? ¿Rompería las normas sabiendo que la consecuencias de sus acciones las sufriría él? Tal vez lo haría aproposito. "Te está engañando, esta planenado tu perdicción, ella te traicionará, debes defenderte, no puedes confiar en esa zorra, mató a su anterior esposo" le había dicho su oraculo cuando terminó de recitar su profecía.

-¿Hablaste ya con los dioses? ¿Ya puedo salir de está isla? ¿Zeus se mantendrá alejado de mi?

Ni siquiera se puede imaginar que yo soy el que la tiene atrapada en esta isla, que no me ha interesado sacarla de aquí, que prefiero que este esperandome ansiosa todos los días ¿como podría traicionarme?

-Hable con ellos- le mintió.- No pueden asegurar tu protección, creo que tendrás que quedarte más tiempo aquí.

-¿Cuanto es más tiempo?

-Hasta que Zeus se olvidé de ti, no tardará tanto tiempo, se distraera con alguna mortal o una deidad, solo debes ser paciente.

-¿Y no puedes hacer algo más? 

-De cualquier dios sería facil protegerte de mi padre... has escuchado las historias, has levantado el interes de un dios muy peligroso y manipulador. 

Adara se removió insegura, antes de que pudiera decir algo la silenció con un beso, un largo beso, cuando se separaron recargó su frente contra la suya, a pesar de saber que ella lo condenaria la seguía amando, y cuando estaba a punto de decirselo Adara soltó:

-Te amo, Apolo. 

Volvió de nuevo a cerrar el hueco entre sus labios. Tal vez no podía evitar la profecía pero podía atrasarla, si evitaba que saliera de su pequeña isla Adara no podría hacer muchas cosas, no podría romper ninguna ley divina, y podía protegerla pero sobre todo protegerse así mismo.

-Prometo que no será por mucho tiempo, estrellita. 

Entonces se volvieron a besar, alzó a la castaña para que lo rodeara con sus piernas, no quería pensar en la estúpida profecía que había envenenado sus pensamientos referente a su esposa, no quería pensar en el futuro.

Capitulo corto pero no podía no ponerlo porque es necesario para lo que sigue. 

Gracias por leer

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora