10. Impresionante

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CAPITULO 10. Impresionante

-...Ahora saldrán papá y mamá para dar comienzo a las competencias- le susurró Joanna al oído al poniéndose de puntillas.

Salieron al balcón Adara y Heralto pero Apolo solo tenía ojos para la reina, era inevitable no admirar el porte de ella, ni la mismísima Hera podía compararse con el poder que irradiaba aquella simple mortal, le sorprendía que Adara no tuviera ni una sola gota de sangre divina corriendo por sus venas ya había investigado todo su árbol genealógico y no había encontrado ni un ser divino en él, solo era una simple mortal.

Y también tenía que admirar su compostura al salir tomada del brazo rey, a pesar de tener la bendición/maldición de Afrodita.

Debía reconocer que al principio al verlos salir del brazo tuvo ganas de levantar una plaga de gripe en todo el reino para arruinar las festividades, pero antes de dejar llevarse por sus sentimientos más destructivos vio algo en la expresión de Adara que lo tranquilizó, en realidad no era una micro expresión, apenas perceptible, pero podía ver cómo arrugaba ligeramente la nariz un gesto de asco dejando entrever el desprecio que sentía por su esposo.

-La gente parece amar a la reina- le comentó el dios sin poder dejar de mirar a Adara.

Sin darse cuenta se estaba enamorado de Adara, el problema era que en los dioses cuando se enamoraban se volvía en una obsesión y eso solo podía salir mal, sobre todo cuando se trataba de mortales.

-Bueno hubo una temporada donde papá fue a la guerra y mamá gobernó sola por tres años el reino, lo hizo bien y se hizo de querer esos tres años, luego volvió papá y se hizo cargo de todo, pero la gente sigue recordando aquellos años.

Aquella información era nueva y le sorprendió porque él no sabía eso ¿Porque no lo sabía? Había investigado los antepasados de Adara hasta llegar tan atrás cuando todavía los seres humanos vivían en cavernas, pero no se le ocurrió indagar sobre el pasado más directo de la reina.

-Tu madre es una mujer impresionante.

Los dioses preferían no mostrarse ante simples mortales así que ante los que no tenían sangre divina parecía un simple guardia acompañando a la princesa, por eso se sorprendió cuando Adara desvió la mirada y lo vio, se suponía que ella no debía verlo o al menos no identificarlo pero pudo ver claramente que ella lo reconoció, sus miradas conectaron unos segundos y pudo notar como la reina se estremecía un poco, luego volvía a mirar en frente pero con las mejillas algo sonrosadas, desde luego le gustaba provocar aquella reacción en ella.

-Realmente impresionante.- volvió a repetir para sí mismo pero su acompañante alcanzo a escucharlo.

-Bueno muchos dicen que soy el vivo retrato de mi madre.

Por fin Apolo pudo despegar la mirada de Adara para ver a Joanna de arriba a abajo para determinar un juicio, y concluyó que decir que era el vivo retrato de su madre era ser bastante generoso con la chica pensó Apolo con crueldad, claro de las dos hermanas Joanna era la que más se parecía a su madre, pero era como una versión bastante diluida, Joanna no le llegaba ni siquiera a los talones a su madre.

-Sí lo puedo ver tienes sus misma sonrisa- murmuró él dios.

Todavía escuchaba la voz de Afrodita en su cabeza "¿porque conformarse con una princesa cuando puedes tener a la reina?"

No él no quería a la versión diluida de Adara, él quería a la reina, pero aún no sabía cómo resolver el problema de que ella estuviera ya casada, al parecer Heralto era protegido de Hera, algo extraño considerando que era un hijo de Zeus con una mortal y la diosa solía odiar a los hijos de su esposo, pero al parecer hace años que el rey de Kricia se había ganado el favor de la diosa, así que no sería tan fácil deshacerse de él.

-¿En qué piensas?- le preguntó Joanna interrumpiendo sus pensamientos.

-Que... Cada vez estoy más cerca de tomar una decisión- le dijo tornado una sonrisa pícara.

-¿en serio? ¿Y qué es lo que te detiene de tomarla?- le preguntó la princesa mientras llevaba una mano a su hombro y mordiéndose el labio sin dejar de mirarlo.

-Bueno... Me gusta ver las costumbres mortales y me estoy divirtiendo bastante con todo esto.

Debía admitir que también le era divertido poco a poco romper la coraza de Adara.

...

Adara veía a su hijo participar contra los mejores arqueros, a pesar de que la mayoría de los participantes por lo menos le sacaba unos seis años se veía claramente que Alejandro ganaría la competición fácilmente.

Pero aquel espectáculo fue interrumpido al ver qué Apolo se había materializado a su lado, y veía la competición.

-¿Qué haces aquí?- preguntó en tono seco.

-Me sorprende que me puedas ver tú ¿cómo haces eso? Lo noté también en la inauguración.

-¿Qué haces aquí?- volvió a preguntar.

-Bueno ahora que ya no lo escondo puedo admitir que me gusta a veces ver a mis hijos, y más cuando demuestran se más sobresalientes que el resto- murmuró con orgullo.

-Quería hablar contigo. No es el mejor lugar, pero será mejor decírtelo, ahora- se volteó hacía él y le dijo- Déjame en paz, ya basta.

-¿De qué?

-Tú sabes de lo que me refiero, no sé qué quieres de mí pero no lo vas a conseguir.

-No parecías disgustada la otra vez en el pasillo.

-Pues lo estoy, profundamente disgustada, todo esto es inaceptable.

-Entiendo, te dejaré en paz si...

-Sin ninguna condición, me dejaras en paz y ya, ahora déjame ver la competición.

-Como digas mi reina.- aunque su tono parecía más juguetón que nada, cosa que exasperó a Adara porque en ese momento necesitaba que Apolo la tomara en serio.

Su hijo ganó la competición mientras daba los laureles y no pudo evitar sonreír con vehemencia vio que también en Apolo había cierta mirada de orgullo, pero a lo lejos vio que Heralto los observaba a los dos, y aquella escena, y luego miraba a Alejandro y no había ni un atisbo de sonrisa, solo podía ver rabia contenida.

-Adara- escuchó Apolo llamarla.

-¿si?- preguntó aún preocupada por la expresión de Heralto sabiendo que haría algo que no le gustaría.

-Te dejaré en paz si aceptas verme en el bosque a medianoche.

-¿A media noche? ¿Por qué a media noche?- preguntó desconcertada.

-Y sola, no quiero que lleves guardias. Quiero hablar contigo.

-Pero puedes hablar conmigo siempre que quieres, te la pasas apareciendo a mi lado en cualquier momento, incluso en mis aposentos, cuando eso es totalmente inadecuado.- le recordó con un deje de fastidio.

-Nadie tiene que verte. Ya dije, después de eso prometo dejarte en paz, tú decides yo te esperaré.- se limitó a responder en tono enigmático.

Gracias por hablar

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora