15. Sentencia

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CAPITULO 15 "Sentencia"

Fue todo lo que esperaba y también más, en realidad mucho más, los labios de Apolo era como sus manos cálidas, pero aquel calor pronto se extendió por todo su cuerpo como si estuviera ardiendo por dentro pero de una manera bastante placentera, sin poder contenerse más correspondió a ese beso y eso solo hizo que la llama que se había encendido dentro de ella ahora ardiera como un incendió, sus labios parecía tener una perfecta sincronía, pero el beso no duró el tiempo que hubiera querido porque de repente recordó que estaban en medio del laberinto de su jardín a plena vista de cualquiera que decidiera pasear esa tarde por ahí, a media cita del dios con su hija, entonces sin mucho entusiasmo se separó de él.

Y en el rostro del dios apareció esa sonrisa coqueta que tanto conocía, que una parte de ella quería borrarla con una bofetada y la otra prefería volver a besarla, en cambio el rostro de ella era un poema, la reina nunca se había puesto más roja en su vida y de repente parecía mucho más joven por aquella expresión de niña asustada que estaba en su rostro.

-¡Espero que estes preparado...

Al escuchar la voz de su hija acercándose Adara se movió lo más lejos que podía de la banca de piedra del dios, quedando justo en el borde, su hija dejó de hablar cuando vio a su madre ahí y luego recuperó el habla:

-Mamá ¿Qué haces aquí?

-Nada, estaba paseando y me encontré con Apolo- respondió sin querer mirarla sintiéndose horriblemente culpable, sentía que si su hija la miraba atentamente no le costaría deducir lo que había sucedido.

"Por todos los dioses Adara, eres la peor madre del mundo" pensó, y se preguntó ¿Si Apolo se sentía tan mal como ella? Volteo para verlo y este parecía tranquilo, incluso parecía satisfecho consigo mismo ya que un atisbo de sonrisa se asomaba por sus labios. "Claro que no siente culpa, es un dios, ellos no tienen ningún tipo de valores, pero tú debiste rechazarlo" le dijo aquella voz en su mente.

-¿Y de que hablaban?- preguntó Joanna.

-De nada.

-Sobre el futuro.

Contestaron los dos a la vez.

-Nada importante, sobre el futuro, mi futuro, nuestro futuro- repuso Apolo ahora si sonriendo, dejando ver sus perfectos dientes blancos.

Joanna sonrió pensando que "nuestro" se refería a ella, aunque Adara empezaba a comprender que nunca hubo en intenciones del dios casarse con ninguna de sus hijas, solo parecía estar ahí, por ella para atormentarla, para dejarla en la peor posición, para llevarse lo único que le quedaba que era su honor.

-Me tengo que ir, Joanna, necesito que me acompañes, tenemos que hablar.- murmuró severamente.

-Pero mamá... estoy con...

-Hazle caso a tu madre, nos veremos otro día.

Antes de irse Apolo le guiñó el ojo, mientras caminaba por el laberinto su hija iba hablando.

-¿Y que fue la charla? Dime mamá, Apolo ¿te pidió mi mano, por fin?

-No es de tu incumbencia, Joanna- murmuró esta apretando los labios.- Era más sobre el reino.

Su hija se detuvo la miró con el ceño fruncido, se dio la vuelta, se sintió nerviosa tal vez Joanna había deducido lo que pasaba, había detectado su mentira, sintió como comenzó a sudar frío.

-¿Qué pasa, Joanna?

-Nunca te agradó Apolo, no quieres que se casé con ninguna de nosotras- la acusó la princesa.

-¿De que hablas?- preguntó sin comprender ¿de donde había sacado su hija que no le agradaba el dios?

-Estoy segura que estas haciendo todo lo posible para alejarlo de aquí, pero mamá ya estoy mayor, mi destino es casarme con él y no vas evitarlo.

-Yo no, no es eso.

-Odias a los dioses.

-No digas eso en voz alta- le dijo mirando hacía el cielo sabiendo que cualquiera podía escucharla.

-Por eso no quieres que nos casemos.

-No odio a los dioses, les tengo respeto.

-No vas a evitarlo, tu ni nadie van evitar mi destino.

...

Cuando volvió a sus aposentos se sentía completamente confundida, no quería hablar con nadie pero se sorprendió al ver un collar de perlas sobre su cama, se acercó vio que había una nota sobre ella, sin querer abrirla la hizo pedazos, y cuando estaba a punto de tirar el collar, sintió cierto remordimiento en deshacerse de algo tan bonito.

Buscó los pedacitos del papel intentando unirlos pero no descifró lo que decía, pero parecía un poema,  el dios de las artes le había escrito un poema y no lo había leído, estaba segura que varias sacerdotizas de Apolo pensaría que estaba cometiendo una blasfemia. 

Lo único que le quedaba era el collar de perlas se quedó mirándolo por largos minutos rememoró aquel beso, era increíble ni siquiera cuando estaba enamorada de Heralto se había sentido así, era como si el dios le hubiera devuelto algo vital que le faltaba a su vida, como si le acabara de mostrar un nuevo mundo lleno de nuevas posibilidades, miró el collar y sonrió, ojalá no hubiera roto la nota, fue lo último que pensó antes de dormir.

Pero pareció que su sueño solo duro unos minutos porque despertó se encontró con Apolo mirándola en el otro lado de la habitación.

-¿Te gustó mi regalo?

-Debería regresártelo.- luego se incorporó.- No debes interrumpir en mi habitación sino has sido invitado. 

-Lo fui, no leo pensamientos, pero puedo sentir cuando las personas me invocan y has pensado tanto en mí que fue imposible no escucharlo.- luego agregó- , ¿leíste mi nota?

-No. ¿Qué decía?

-No te lo voy a repetir, si lo rompiste tendrás que imaginarte lo qu era, pero en resumen pedía que me dieras una oportunidad, que me dejaras cortejarte.

-Yo...

-Por favor, Adara, solo te estoy pidiendo permiso para cortejarte para nada más... que eso...- parecía que estaba sufriendo por su negativa ansioso por su respuesta.

-¿Por qué yo, Apolo? No entiendo, no soy una doncella, no estoy tan joven y estoy casada, estoy segura que no soy tu tipo de persona. 

-No lo sé, esas cosas nunca se saben, solo sé, que solo puedo pensar en ti día y noche, y me haces perder la cabeza, hace tiempo que no me siento así, desde...- se interrumpió pero los dos sabían lo que iba decir "desde Dafne".

Lo miró con miedo provocarle a Apolo un sentimiento similar a lo que le había provocado Dafne le aterraba, porque ya había escuchado esa historia sabía que aquello solo la iba a llevar a un final, y sería un final doloroso, recordó que le había dicho Artemisa "eres la nueva obsesión de mi hermano" y empezaba a comprender a lo que se refería.

-Yo...

-Adara.

Tenía que cambiar el final, sabía como comenzó, con un rechazo, tal vez si cambiaba la formula, el final podía se diferente.

-Bien, puedes cortejarme.- murmuró pasando saliva.

Apareció una sonrisa en su rostro del rubio, este se acercó parecía que estaba a punto de volver a besarla, pero al final se lo pensó y le plantó un beso cálido en la mejilla de despedida sin decir más y dejandola sola, Adara volteó hacía sus manos nervisa, aunque sabía que todo eso solo la traía problemas, no podía negar que también algo dentro de ella había despertado desde que se habían besado y que en el fondo estaba empezando a enamorarse del dios.

"Que los dioses se apiaden de ti, porque acabas de firmar tu condena" murmuró aquella voz en su cabeza.  

Gracias por leer

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora