45. Leto

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CAPITULO 45 "Leto"

"Adara corría por el bosque huyendo de Zeus, que no dejaba de perseguirla, podía sentirlo tan cerca, su respiración casi en su oído, su deseo se hacía palpable incluso en el ambiente, parecía que la persecusión solo hacía que la desease más.

-No huyas sea donde te escondas te voy atrapar, nadie puede esconderse de mi por tanto tiempo.

Sintió los dedos de Zeus rozar su brazo a punto de atraparla, pero justo en ese momento cambió la trayectoria, volviendose a escapar de sus manos. 

-Espera- le dijo el dios.- ¡espera, Dafne, detente! - la voz había cambiado a la de Apolo.- No corras de mí.

Ahora ella no era más ella, sino que era la ninfa, que corría con el mismo temor con el que ella había huído de Zeus.

-¡Alejate de mi!- gritó espantada. 

-No voy hacerte daño, Dafne, solo quiero hablar contigo te lo prometo.- la voz de Apolo estaba cubierta de ansias. 

Entonces siguió corriendo, estaba tan cansada de correr sus piernas ya no aguantarían más y sabía que el dios del sol al final la alcanzaría por más que se la pasara huyendo, que volteó a ver hacía el cielo. 

-Padre, nunca te he pedido algo, pero ayudame, por favor, ayudame. - suplicó.

Entonces sintió que sus pies se pegaban en el suelo impidiendola correr, pensó que tal vez era obra de Apolo pero al voltear a ver sus pies, vio raíces saliendo de ellos, se le hizo dificil moverse. 

-Te tengo- dijo el dios que no se había dado cuenta de lo que pasaba por un milisegundo vio su rostro triunfante pero después, la expresión de triunfo se le borro del rostro , al ver como el brazo que había tomado se volvía en madera.- No, ¡NO! ¡Dafne!

Quiso gritar pero no pudo no le salió la voz, quiso rogalarle a los dioses que salvaran de ese destino, cuando le pidió ayuda a Zeus no esperaba que su solución fuera esa, lo último que vio fueron los ojos dorados de desesperación de Apolo"

Adara se despertó con un sobresalto por unos segundos sintió que ella tampoco podía moverse como si también su cuerpo le dejara de responder, pero se dio cuenta que en lugar de eso se dio cuenta que Apolo la tenía abrazada, atrapandola entre sus brazos, y era él le impidía moverse, se removió aún nerviosa.

-Sshhh, shh ¿Tuviste una pesadilla, Ada?

-Sí, soñé que Zeus me perseguía.- no le contó la otra parte de su pesadilla, donde ella había visto la persecusión de Dafne, era un tema sensible para su esposo nunca sabía de que manera reaccionaría al mencionar a la ninfa.

-No te va hacer nada mientras yo este vivo.

-Eres inmortal.

-A eso justamente me refiero, nunca te hara ningún daño- le dio un beso en la cien aún sin soltarla. 

Mientras Adara acomodaba su rostro en el pecho de Apolo se preguntaba ¿cuando se habían vuelto tan cercanos? No estaba segura si lo amaba pero ciertamente le tenía cierto afecto era lo único que le quedaba de su vida mortal, todo lo demás lo habían alejado de ella, su hermana, sus hijos, su reino, ahora ni siquiera podía salir de Delos por el miedo a que Zeus la persiguiera. No le gustaba pensarlo pero su cordura dependía cien por ciento del dios del sol. Desde que había llegado a la isla, con él único que hablaba era con él, ya que ningun dios además de Artemisa podía entrar sin el permiso de Apolo o su hermana.  

Así que los momento en el que él llegaba se volvían en los momentos más interesantes del día, sino se pasaba todo el día tejiendo a veces luz a veces tela, ¿de que servía ser inmortal si iba pasar toda su vida encerrada en una isla? Había pasado tantos días ahí que había perdido la cuenta del tiempo, no era muy diferente a cuando estaba atrapada en la torre, solo que por lo menos tenía más espacio y no estaba encerrada entre cuatro muros, aún así seguía siendo un tipo de prisión. 

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora