CAPÍTULO 51 "El Castigo"
"Zeus le dió el mismo destino que otra deidad que también podía ver el futuro" le había dicho Hecate, y Adara lo comprendió cuando llegó justo a donde la diosa le había dicho que fuera, al ver a su esposo en plena oscuridad encadenado a una roca, sin tener mucha movilidad, comprendió que había recibido el castigo que una vez Zeus le dio a Prometeo.
-Acércate no tengo mucho tiempo hasta que amanezca- dijo Apolo al sentir la presencia de su esposa cerca.
No tardaría en amanecer la aguila volvería, aunque ahora el día era extraño, había luz del sol pero el cielo parecía como si estuviera nublado ya que no se veía él sol, y toda la tierra se sentía fría como si estuvieran en pleno invierno, se notaba que faltaba la presencia de Apolo.
-Apolo, por todos los dioses.- exclamó Adara al verlo atado, su costado se había regenerado pero en el suelo había un charco de sangre divina.
La diosa se acercó a verlo y que ella estuviera ahí hizo que se sintiera reconfortado, aunque su belleza parecía ser aún mayor en ese lugar tan horrible donde estaba, su cabello cafe caía por sus hombros en onda ondulados sus ojos azules parecían brillar al igual que su piel sus delicados labios, quiso retratarla pero por obvias razones no lo pudo hacer, un rayo de luz en la oscuridad,
-No debes estar aquí, estrellita, no se supone que debas verme así, no debo verme muy sexy.- intentó bromear aunque apenas le salió una sonrisa.- he tenido mejores días.
Adara intentó quitarle las cadenas pero como había supuesto era imposible, pero lo quería intentar, se sentía culpable Apolo le había mentido en muchas cosas, la había manipulado para que se quedará en la isla, pero sentía que ya había tenido suficiente castigo con un día atado en esa roca mientras un ave se comía su hígado. Aparte sentía que debía perdonarlo, porque ella en cierta parte necesitaba un perdón, no de su esposo, sino de la familias a las que les había arrebatado un padre, un hermano o un hijo, la culpa de que los había matado seguía ahí.
-Es inútil Ada, intenté soltarme he jalado mucho de esas cadenas.
Adara miró que en donde estaba atado tenía unas heridas que no cerraban por el roce de la cadenas en su piel.
-¿Quieres agua, nectar, ambrosía?
-Sí, un poco de nectar.
Adara sacó una cantimplora llena de néctar se la acercó a los labios de Apolo ya que él no podía tomarla por sí mismo, tomó un poco y pareció que eso le ayudó un poco porque las pocas heridas que no habían sanado se cerraron, cuando terminó de beber, Adara tomó el rostro de él entre sus manos para mirarlo mejor, la piel de él ya no se sentía calida sino que estaba helado como había estado todo el día.
-Debí estar en la asamblea, defenderle, tal vez hubieran sido menos severos si hubiera dicho algo, si te hubiera defendido.
-No está bien, estabas protegiendo a nuestro hijo, sé que no he sido buen padre para el muchacho, pero lo quiero, Ada.- asintió había maldecido a su esposa durante todo el día mientras la águila devoraba su hígado, lamentado el día en que se cruzó con la reina, en la que encadenó su destino con el suyo, pero cuando la vió de nuevo aquel odio pasó a segundo plano cuando vió que estaba bien, y se dió cuenta que en serio que la amaba.- Te amo, Ada, agradezco ser yo y no tú quien haya recibido este castigo, haces que todo valga la pena, y no importa eso, ya no importa yo también lamento algunas cosas Adara.
-Debiste decirme lo de Alejandro, me hiciste pensar que estaba bien.
Podía reclamarle otras cosas pero no tenía sentido ahora.
-No quise decirte porque hay hay una profecía... te mencionan, pero también a él me va liberar.
-Pero ¿como?
-Debes guiarlo Adara para que me liberé de aquí, faltan algunos años... pero mientras tanto tienes que hacer algunas cosas, como tomar mi lugar en la asamblea de los dioses y conducir el sol.
-No quiero dejarte aquí.
-Debes hacerlo, sino todo empezará a morir de a poco, el mundo necesita un equilibrio, es importante que lo hagas es lo más importante, ya falta poco para que amanezca será mejor que te vayas de aquí, no quiero que me veas sufrir.
-No me quiero ir.
Apolo tampoco quería que se fuera, no quería pasar aquel dolor interminable solo, pero sabía que no podía hacer que se quedara.
-¡Vete de aquí, Ada! Cumple con mi deber.
Adara asintió le lanzó una mirada triste, tenía miedo ahora que ella estaba sola, no había nadie que la protegiera de su padre, vió como se alejaba deseando poder seguirla.
...
Cuando Adara volvió a la pequeña isla sintió el estómago revuelto vomitó, no tenía idea que los dioses tuvieran nauseas, pero todo lo que había pasado en menos de cuarenta y ocho horas, todavía en su mente estaba la imagen de su esposo atado, los gritos de dolor cuando los mortales entraron en combustión, su hijo tomando el mando del rey, los ojos llenos de odio de su hija.
-¡Adara! ¡Oh eres tú!- se acercó Leto ayudándola a incorporarse.- escuché algunas cosas, por favor, dime que mi hijo esta bien.
-Sufrió el mismo castigo que Prometeo.
Leto se vio asustada pero más preocupada por su hijo.
-Tenía miedo que los rumores fueran ciertos, va pasar una eternidad atado a esa roca- se lamentó Leto parecía a punto de desmayarse.
-Sí, yo debo tomar su responsabilidad mientras no esté, me dijo que nuestro hijo iba a liberarlo de su castigo.
-¿Como vas a salir de aquí? Zeus lo aprovechara.
-Hecate me dijo que se mantendría alejado por un tiempo, pero Apolo parecía preocupado por eso ¿me mintió Hecate?
-No Hecate no te mintió, ella debió saber algo... - se quedó pensando entonces unió todos los puntos.- espera... ¿estabas vomitando?
-Sí.
-Eso es, debes estar embarazada, Zeus no le interesan las mujeres encinta.
-¿Yo?- preguntó no debió sorprenderse tanto, al fin al cabo había estado compartiendo su lecho con Apolo pero se sentía sorprendida, tal vez porque una parte de ella pensaba que ya no iba tener más hijos después de Alejandro.- no creo... debe se otra cosa.
No es que no quisiera un hijo pero no parecía el momento adecuado no con su padre atado a una roca sin poder moverse, ni siquiera había podido defender a sus hijos, su hija se iba a casar con su tío que estaba planeando asesinar a su hermano, había sido muy mala madre.
-Hay una manera fácil de saberlo, Ada- le dijo Leto.
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La Indecisión del Sol
Historical FictionHeralto hizo una promesa hace diez años con el dios Apolo le daría la mano a una de sus dos hijas, si el dios le concedía un hijo varón. Diez años después Apolo viene a cobrar su trato esperando escoger a una de las dos princesas que son catalogadas...