26. Designio de las Moiras

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CAPITULO 26 "Designio de las Moiras"

-¿Puedes dejar de mirarme así?- le preguntó mientras veía a través del espejo Apolo observándola con media sonrisa lujuriosa.- Es indecente.

-¿Y ahora te importa? ¿en serio? No te importaba hace unas horas. 

-Por supuesto que me importa, soy la reina- respondió mientras se terminaba de arreglar.- se supone que soy el ejemplo de todo un reino.

-¿Soy inmoral?- preguntó con voz de sorna mientras se acercaba a ella ponía sus manos sobre sus hombros.

-Todos los dioses lo son.

Adara se miró al espejo Apolo atrás de ella, puso una mano sobre su mano, no sabía que le sucedía con el dios de sol, pero su tacto la hacía arder, su sonrisa la llenaba de calidez y la hacía sentir joven.

-¿Qué te puedo decir? Pero eres la reina puedes hacer lo que quieras.

-¿Y Heralto?

-Fulminaría a tu esposo si me lo pidieras.

-No hablas en serio.

-Recuerda que también soy el dios de la muerte súbita.

Al principio pensó que Apolo estaba bromeando, pero con la seriedad que lo decía no le parecía, supo que si se lo pedía mataría a Heralto, sin importarle las consecuencias negativas, sin pensarlo, solo porque se lo pedía, sintió un escalofrío al saberlo, se le olvidaba que Apolo era un dios por lo tanto también poseía sus malas cualidades, como la falta de respeto por la vida humana.

-No, no sería bueno.

-Tu cuello se ve muy vació, déjame.- logró aparecer un precioso collar de zafiros, que no solo resaltaba la elegancia de su largo cuello sino también del azul de sus ojos.- Me parece mejor así, ¿lista para volver a la realidad?

-Esto también es real.

-Desde luego que sí.- le dio un beso en la coronilla, antes de irse se dio la vuelta y le dedicó una última mirada.- Adara tal vez no nos veamos en un rato, pero no dejaré en pensar en ti.

Adara vio como el dios salió de la habitación pensando en lo raro y desalentadora aquella despedida preguntándose ¿si siempre había sido así con todos sus amantes antes? Y vaya que había tenido varios y solamente de los que se había enterado, no le gustaba la sensación de pensar que no era especial para él, cuando ella estaba arriesgando toda su vida por el dios.

...

Cuando llegaron de nuevo al palacio Adara le sorprendió el recibimiento tan pobre, solo estaba algunos sirvientes esperándolas, pero no había rastro ni de Heralto ni de su hijo, volteó hacía todos lados mientras entraba por las puertas ¿Acaso Alejandro seguiría enojado con ella?

-¿Mamá podemos hablar?-le preguntó Kaia.

-Sí, hablemos- respondió distraída aún mirando a su alrededor.

-Me refería a solas.

Estaba a punto de contestar pero tenía una sensación horrible, no sabía explicarlo pero tuvo la certeza de que algo malo le había pasado a su hijo, se acercó con el consejero quien fue que les dio la bienvenida en lugar del rey.

-¿Dónde está mi hijo? ¿Dónde está Alejandro?

-Su majestad tal vez quiere sentarte para recibir esta noticia.

-¿Dónde está mi hijo?- le preguntó no quería escuchar nada sobre sentarse.

-Tuvo un accidente de caza, nos esperamos lo peor para el joven príncipe.

La Indecisión del SolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora