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Lena


Otra vez no puedo pegar ojo en toda la noche. Me paso las horas pensando en él, llegando a la conclusión de que Matt tenía algo pendiente con ellos. Nunca mataban en caso de no ser necesario.

Estoy más que acostumbrada a estar rodeada de asesinos, criminales, gánsteres y demás delincuentes. Al final del día mi padre es uno y me he criado con hijos de otros narcotraficantes. La única amiga que tengo fuera de todo esto es Romina, y tampoco pienso contarle nada, al menos no de momento. Es algo que no le hace falta saber.

Lo que me sigue atormentando es no ser capaz de cambiar mis sentimientos, me hace sentir enferma. Ni siquiera sé cuál es la razón por la que lo deseo tanto, qué es lo que me atrae de esa manera. Tal vez porque es algo prohibido ante los ojos de mis padres. No lo sé, pero lo deseo y lo necesito casi más que el respirar.

Después de unas largas horas por fin amanece, y esta vez ni siquiera me molesto en lavarme la cara o arreglarme el cabello antes de bajar a la cocina. No tengo ni las ganas ni la energía para ello.

Al entrar veo un trozo de tarta de limón sobre la encimera, y atendiendo a las necesidades de mi estómago me la voy comiendo mientras me preparo un café bien cargado. Poco después escucho a alguien jadear a mis espaldas.

—¿Estás preparando el disfraz para Halloween?

Al darme la vuelta lo primero que veo es la camiseta arrugada de mi hermano y marcas de almohada plantadas en su mejilla izquierda.

—Tu tampoco te ves mucho mejor. —murmuro en una sonrisa ladeada.

—No pretendo hacerte competencia. —reprimo una carcajada apretando los labios.

—Por cierto, hoy se va a quedar Romina a dormir, así que compórtate, ¿Vale?

Todavía tengo grabadas en la cabeza la cantidad de veces que se ha aparecido en mis fiestas de pijamas con mis amigas asustándolas con disfraces que a día de hoy me siguen dando pesadillas. O las veces en las que ha intentado hacerse pasar por mí con esa voz chillona que, por supuesto, no es mía.

Sacudo la cabeza borrando su cara con una peluca larga pelirroja.

—¿Y puedo unirme a la noche de chicas? Si me afeito un poco y me pongo una peluca seríamos idénticas, al fin y al cabo somos gemelos.

—Ni se te ocurra. —le digo con una mirada asesina.

—¿O sino qué? —me da una sonrisa ladeada con una mirada burlona.

—Es muy temprano, vete a joder a otro lado. —hablo dándole otro mordisco a la tarta.

—Desafortunadamente para los dos, no hay nadie a quien pueda joder. Todavía.

Estoy a punto de responder cuando mi madre aparece por la puerta con esa mirada disgustada que me da cada vez que hago o digo algo con lo que no está de acuerdo.

—Lena vete a cambiar, ¿Cuántas veces te he dicho que no bajes así por la mañana? No vivimos solos. —replica refiriéndose al mayordomo y a los otros trabajadores que convivían con nosotros. Incluyendo el par de escoltas y las encargadas de la limpieza.

—Justo eso le estaba diciendo yo. Estás dejando en vergüenza el honor de esta familia. —habla Jason tratando de reprimir una sonrisa.

Antes de salir por la puerta le enseño el dedo de en medio.

Subiendo las escaleras me encuentro al mayordomo fingiendo revisar el polvo de uno de los tantos cuadrados que cuelgan de la pared.

—Buenos días. —murmuro con una sonrisa, preguntándome si alguna vez por casualidad hace su trabajo o solo le pagan para pavonearse por toda la casa.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora