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Lena


Bebo un poco de agua escuchando el sonido de los cubiertos y las voces de mi familia a mi alrededor.

—¿Quieres más? —ofrece mi padre señalando el cuenco de ensalada.

—No. Creo que me iré a dormir. Estoy un poco cansada. —murmuro forzando un bostezo para que sea más creíble.

—¿Segura? Te vas a quedar con hambre.

—Si. Buenas noches.

Cuando llego a mi dormitorio lo primero que hago es vestirme. Después me meto con rapidez a la cama cubriendo mi cuerpo con las sábanas.

Una vez me aseguro de que todos están dormidos me deshago de las sábanas y voy en busca de unas botas que no me pongo. Con pasos muy sigilosos salgo del dormitorio cerrando la puerta muy despacio en el intento de hacer el mínimo ruido.

Antes de bajar a la segunda planta echo un vistazo alrededor, mis pies descalzos bajan los escalones hasta llegar a su dormitorio. Luego muevo el manillar hacia abajo abriendo la puerta y me adentro a la habitación encontrándome con un fuerte olor a perfume varonil. En medio logro distinguir una cama de tamaño medio.

—Leto, eh, despierta. —susurro en su oído al mismo tiempo que lo sacudo con sutileza.

Él empieza a removerse soltando un quejido gutural. Cuando por fin abre los ojos le doy una sonrisa mostrando mis dientes.

—¿Qué pasa? —musita refregándose los ojos al mismo tiempo que se reincorpora en la cama.

—Necesito que me lleves a un sitio. —él abre los ojos más de lo normal.

—Lena es la una de la mañana. ¿No se supone que te han disparado? —refuta volviéndose a tapar con las sábanas.

—Me da miedo ir sola. —respondo en un tono muy bajo.

—No vayas entonces. —se da la vuelta dándome la espalda y tapándose con la almohada, suelto un suspiro.

—Porfa. —hablo alargando la a.

Consigo que me vea con una mala mirada después de soltar un bufido molesto.

—Tengo que madrugar.

—Te doy 500 dólares.

—1000. —suelto un jadeo dejando mis labios en forma de o antes de responder.

—Eso es mucho.

—Buenas noches.

—Está bien. —suelto con rapidez cuando está a punto de darse la vuelta.

—Esperame abajo.

Bajo los escalones con rapidez estando a punto de tropezar en uno de ellos. Al verlo atravesar la puerta principal me fijo en su ceño fruncido.

—¿A dónde mierdas quieres ir? —habla una vez que estamos en el coche con las manos en el volante.

—Yo te guío. Tu solo sigue recto. —le digo recordando las indicaciones que me dió Grace. Ella realmente era buena con esa mierda de los ordenadores.

Al estar a punto de llegar detiene el coche en seco.

—No pienso ir más lejos.

—¿Me piensas dejar sola aquí?

—Puedes caminar, ¿no? Son solo unos metros, no es como si fuera a salir un lobo del bosque a atacarte. —suelta jocoso, le doy una mala mirada que le hace borrar esa sonrisa divertida.

—Acompañame hasta la puerta. —digo intentando sonar demandante, pero suena más a una sugerencia que a una orden.

—Eso serán 500 dólares más.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora