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Lena


Algo frío se posiciona sobre mi nariz. Muevo la cabeza a un lado queriendo deshacerme de esa sensación, pero un olor a cigarro hace que olvide mis planes y me acurruque en las sábanas.

Mi cabeza vuela una vez más a sus ojos mientras dejo que su olor me envuelva. El olor a cigarro se hace más intenso y algo caliente se pone sobre mi nariz, haciendo que abra los ojos de sopetón.

—Alek... —susurro al encontrarme su rostro siendo alumbrado por la poca luz que entra por la ventana.

Pienso que todo se trata de otro estúpido sueño, pero para cuando quiero incorporarme en la cama mis muñecas parecen estar atrapadas.

Levanto la cabeza viendo las esposas que me tienen atrapada al cabecero de la cama y le doy una mirada incrédula.

—Quiero que hablemos. —habla con una voz más áspera de lo usual.

No me había fijado en la rabia que emana de sus ojos hasta ahora. La sábana que momentos atrás cubría mi cuerpo ahora está tirada en el suelo, pero lejos de incomodarme mis piernas tiemblan por la cercanía de nuestros cuerpos y mis dedos arden por tocar su piel.

—Curiosa forma de hablar la tuya. ¿No crees? —hablo con la comisura de mis labios inclinándose hacia arriba. —¿Me soltarás?

Él frunce el ceño en una cara de enfado total. Antes de que pueda indagar en el porqué él se me adelanta. 

—¿Me explicas que hacías besuqueándote con el imbécil ese en el centro comercial?

—¿Me has estado siguiendo? —musito en un hilo de voz.

Mis mejillas se sonrojan ligeramente al obtener una respuesta afirmativa por la expresión de sus rasgos endurecidos.

—Aquí las preguntas las hago yo, Lena, y me estoy empezando a impacientar.

—No sé qué fue lo que vistes, pero fue él el que se me tiró encima. —respondí casi titubeante, haciendo una pausa después. —Lo nuestro solo fue un beso. No tienes porqué reclamar nada porque tú y yo no somos nada.

Con eso esperé mandarle alguna especie de indirecta, algo que le hiciera saber que quería llevar lo nuestro más lejos de unos simples besos, incluso después de haber descubierto su momento de perseguirme. 

Tampoco creo que sea la más indicada para reprocharle nada, sabiendo bien que yo hice lo mismo unos años atrás, yendo a su universidad y los mismos lugares a los que él frecuentaba con Grace, usando excusas estúpidas.

—Lo somos malditamente todo. Y si ese o alguien más se atreve a tocarte o acercarse a ti, está muerto. —murmura entre dientes con una mirada furiosa que eriza los pelos de mi nuca.

Mi corazón empieza a bombear con fuerza al distinguir la navaja que tiene entre sus dedos. Cuando pasa el filo por mi torso destrozando el top de tirantes las palabras quedan atascadas en mi garganta, junto a un extraño gemido que no dejo escapar.

—¿Qué haces? —pregunto al ver que lo próximo serán mis bragas.

Muerdo mi labio inferior al quedar desnuda ante sus ojos que me observan como si fuera alguna especie de talismán, dejando a un lado la ira demencial con la que observaban mis labios antes.

La navaja se detiene en el comienzo de la parte externa de mis partes íntimas, haciendo que cierre las piernas lo más pronto posible como un intento de evitar que vea mi humedad.

—No me hagas daño.—musito tan pronto como me libero de la hipnosis a la que me someten sus ojos.

—Nunca te haría daño lyubov'. No de la forma que crees. —responde con una sonrisa corta.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora