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Lena



Son menos de las diez de la noche para cuando regreso a casa del spa. Estuve allí toda la tarde como una manera de despejar mi cabeza de él y del hecho que había dejado de intentar contactarme. Cómo resultado solo obtuve más ganas de volver a acercarme, pero cada vez que veía su número de teléfono mis manos comenzaban a temblar con nervios.

¿Y si se había cabreado por la bofetada?¿Y si no quería hablar conmigo? Al fin y al cabo se sabía que Grace tenía razón. Ellos tenían una personalidad difícil y no dejarían pasar algo así solo porque si.

Con un resoplido abro mi MacBook, pensando en reanudar Friends, pero en la pantalla solo me encuentro la matrícula de la universidad a medio hacer. Suelto una maldición por lo bajo al recordar que hoy es mi último día para completarla.

Diez minutos después recibo un documento PDF al correo electrónico que tengo que imprimir para entregarle a mis padres. Me pongo unas pantuflas cualquiera para estar por casa y con pasos perezosos camino hasta el despacho de mi padre, donde está la impresora principal. La de Jason se rompió cuando intentó fotocopiar su... No quiero recordar eso.

Envío el documento a la impresora y espero a que se impriman las tres hojas. Mis ojos caen en una Glock 19 gen 5 modificada. La cojo entre mis dedos observándola con curiosidad. Mi padre no suele comprar armas modificadas, dice que pierden su verdadera esencia y yo perdí la mía la misma noche en que nos reencontramos.

Cuando la puerta se abre pego un respingo en el sitio que me hace soltarla en la mesa. Al darme la vuelta su mirada intensa me da la bienvenida, causando una serie de corrientes eléctricas por mi espina dorsal.

—Mi padre no está. —murmuro enseguida con el mismo nudo que tenía en la garganta trasladándose ahora a mi vientre bajo.

—No he venido a por eso. —responde con una voz ronca. Tal vez debería dejar de fumar. —Me estás ignorando y eso no me gusta nada. —dice después, con un mohín en los labios.

Al no decir nada suelta un resoplido y se acerca un par de pasos más. Vuelvo a coger la pistola, levantándola en el aire, al descubrir sus intenciones de querer quitármela.

—No te la daré hasta que me devuelvas la foto que me robaste. —digo sin titubear. Sabiendo bien que acabo de delatar aquella vez cuando me metí a su habitación sin su permiso.

Su acercamiento repentino me pilla desprevenida, haciendo que suelte un jadeo.

—Tu me robas el corazón y yo tus fotos. Estamos equilibrados, ¿No lo crees? Ahora sé buena, y dámela. —murmura en mi oreja para luego separarse y extender una mano.

—No.

—¿No? —repite con una sonrisa ladina.

En un pestañeo tengo su boca sobre la mía, moviéndose con desesperación al mismo tiempo que sus manos repasan mis muslos y mi trasero por debajo de la falda.

Suelto un gemido sonoro, dejándome llevar por el placer que me traen sus labios por mi cuello al tocar la dureza de su torso sobre su camiseta negra. La pistola ahora se ha hecho a un lado.

El único segundo en el que nos separamos es para poder deshacernos de nuestras prendas, quedando desnudos de arriba. Él observa mi pecho con asombro y yo hago lo mismo, fijándome en un tatuaje que tiene en su pectoral izquierdo.

Todos tienen un estilo gótico, reflejando elementos oscuros con muchos detalles, pero ese de ahí es uno de los más simples. Es una flor de Lis, como la de mi colgante.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora