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Lena


—No me lo puedo creer. —habló Grace a mi lado.

Sus manos todavía seguían en mi espalda y eso me hacía sentir peor incluso, pero ya me había secado por dentro. No tenía más lágrimas que derramar.

—Yo no he recibido ninguna invitación y Sergey ni siquiera me lo comentó. —ella parecía tan en su mundo que no se dió cuenta de mi confusión al escuchar el nombre de Sergey en sus labios.

—¿Sergey? —ella susurró una maldición entre dientes antes de desviar su mirada con las mejillas ruborizadas.

—Joder, vale, iré al grano. Sergy y yo tenemos algo. Algo malditamente bueno, solo nos acostamos, no es nada serio. —mordisqueó su labio, aún seguía nerviosa. —Siento no habértelo dicho, es que lo queremos mantener entre nosotros dos. No lo sabe nadie.

—Eso es genial Grace. —murmuré con un intento de sonrisa. —Aunque pensé que os odiábais.

—Bueno, resulta que va al mismo hotel que yo los viernes por la tarde a jugar bingo.

—¿Bingo? —repetí aguantando una sonrisa.

Ella novio su cabeza y de repente en mis pestañas volvieron a posarse esas lágrimas.

Ni siquiera supe porqué, no estaba pensando en él, no estaba hablando de él y aún así tenía unas ganas terribles de llorar cuando pensaba que ya no me quedaban más lágrimas.

—Lo siento, ¿He dicho algo? —negué, era incapaz hasta de abrir los labios y esa presión en el pecho había vuelto.

Volví a posar mi cabeza en sus piernas, me dolían los ojos y la cabeza pero aún así no podía parar. ¿Por qué dolía tanto?

—Lo odio. —susurré en un pequeño hilo de voz.

—Ya verás como pasa. Además, si te sirve de algo no era tan guapo. —le di una mirada corta. —Bueno, en realidad si, pero es un hijo de puta cabrón que merece morir. Todavía tengo el contacto de mi sicario por si lo necesitas. —solté una carcajada ahogada mientras me limpiaba el agua que caía de mi nariz con la mano. Asqueroso, lo sé. —En unos meses estoy segura de que te acordarás de esto y te reirás.

Dudaba mucho el poder superar algo así en meses. Tal vez duraría años.

—Ahora parece duro, pero sé que conseguirás superarlo. Eres mucho más fuerte de lo que piensas... —su voz se detuvo al escuchar un ruido detrás de la puerta.

Luego se levantó y camino hasta allí. Vi cómo su cara cambió a una preocupada cuando cerró la puerta tras comentarle algo a alguien.

—Alek está aquí.

Mis pupilas se dilataron al nada más escuchar su nombre, y no de felicidad precisamente. Mi estómago volvió a darme ese estrujón que casi hizo que me retuerza del dolor.

—Le diré que no estás, tu de mientras escóndete. —asentí consternada, siendo incapaz de pensar o hablar con claridad.

Puede que haya ido a buscarme a mi casa y se haya enterado de que lo sé, ¿Qué quería? No me jodas que iba a venir con lo típico de contarme mil excusas estúpidas o pedirme que volviera con él porque lo único que se llevaría sería una patada en las pelotas.

Fui casi corriendo a la bodega de vino que tenían en la casa siendo lo más sigilosa posible. Lo bueno de ese lugar es que estaba conectado con el garaje, y si sucediera algo simplemente podría escaparme por allí.

Esperé sentada en una esquina a oscuras, no hizo falta que cerrara los ojos para que un millón de memorias junto a él se hicieran presentes en mi cabeza.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora