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Alekei


Desvíe mi atención a ella cuando se movió sobre mi pecho. Había pasado el resto de las horas esperando nuevas noticias de Denis mientras terminaba la serie, aunque en realidad le había prestado más atención a cómo dormía y los recuerdos que la gran pantalla trajo a mi mente.

Era de noche y Lena había ofrecido que viéramos una película antes de ir a dormir. Nunca había sido de esas personas que cogían el sueño fácilmente por las noches a menos que estuviera muy cansada.

Fuimos al salón donde tenía una pantalla de proyección de cine frente a un alargado sofá y una alfombra, aparte de otros asientos. Pusimos algunos de los cojines sobre la alfombra y nos sentamos entre ellos, Lena había quedado entre mis brazos con su cabeza justo sobre mi pecho y sus manos sobre las mías. De lo único de lo que me había percatado era del título de la película. La Matanza de Texas.

—Me encanta esta película. —murmuró levantando su cabeza para verme. —¿Y a ti?

—No está mal. —respondí obligándome a prestar más atención a la película, olvidando su pelo y rostro a regañadientes.

Comencé a mover mi pulgar sobre el dorso de su mano. En la pantalla apareció uno de los personajes colgado en un gancho de carne y Lena mordió su labio inferior como hacía cada vez que le inquietaba no saber algo.

Antes de formular una pregunta ella se me adelantó.

—Me dijiste que la próxima vez lo haríamos juntos. Que me enseñarías cosas. —sonreí castamente y rocé mis labios con los suyos por un instante.

—Lo sé. —ella arrugó el ceño en una mueca descontenta.

—¿Y cuándo será eso? —preguntó moviendo una ceja. Ante mi silencio soltó un resoplido. —Quiero que me enseñes. Porfa. —arrugó los labios en un mohín, agrandando los ojos a propósito.

—Está bien.

—¿Mañana?

—No lo sé. No tenemos a nadie.

—Por favor, Alek.

Escuchar las primeras palabras junto a mi nombre habían hecho algo en mi. Por su sonrisa satisfactoria supe que se había dado cuenta de ello y que no sería la primera vez que usaría esa frase, pero al ver el brillo de sus ojos y la sonrisa que adornaban sus labios deseé que las repitiera y aceptar todo lo que me pidiera.

Mi cabeza se despejó al sentir su cabello hacerme cosquillas al moverse. Sin poder evitarlo planté un corto beso en su nariz. 

—Tengo que volver. —murmuró aún adormecida.

—Aún no ha pasado un día.

Ella suspiró mirándome con ojos suplicantes, sabiendo que no sería capaz de resistirme.

—Bien. —repuse a regañadientes.

En ese momento recibí una llamada de Denis y ella fue a la cocina.

—Estamos más jodidos de lo que pensábamos. —fue lo primero que dijo al yo pulsar el botón verde. —¿Has visto los mensajes que te envié?

—No. —respondí prestándole más atención a cómo se movía ella por toda la cocina.

—Puedo adivinar porqué. —murmuró con sorna. —Llámame cuando los veas.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora