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Lena


Me deslicé por las sábanas atrapando el móvil que estaba junto a una bolsa con compresas y pastillas, entre otras cosas. Encima tenía una nota que indicaba que solo podía hablar cinco minutos.

Suspiré marcando el número de mi padre con dedos temblorosos, no sabía qué iba a decirle o cómo iba a reaccionar. Nuestra última conversación no fue muy agradable.

—¿Lena? —habló después de lo que para mí fue una eternidad y yo carraspée en el intento de que mi voz fuera más clara.

—Hola.

—¿Estás bien?¿Dónde coño estás?
—apreté los labios, él casi nunca decía malas palabras. No cuando estaba frente a nosotros.

—Estoy bien pap...

—¿Dónde estás?¿Estás con él, no es así?¿Ahora estás de su parte?

—No. No es lo que piensas. —me apresuré a decir con el corazón casi encogido.

—No sabes lo que pienso. Te dije una y mil veces que no confiaba en él y a ti te dió igual. Terminaste de hacer de las tuyas como siempre, y no contenta con eso te vas con él sin importarte una mierda que quiera acabar con nosotros. Háblame cuando abras los ojos de una vez. —a cada frase que decía su voz se alzaba cada vez más.

Después termino la llamada dejándome con la palabra en la boca.

Pestañeé un par de veces soltando las lágrimas que me había esforzado por aguantar. Quise animarme a mi misma creyendo que solo estaba enfadado conmigo porque pensaba que los había traicionado al irme con él de forma voluntaria, aunque no hubiera sido ni de lejos así.

Después eché mi pelo hacia atrás soltando un resoplido, preguntándome cuándo acabaría todo este infierno en el que me había metido. Para empezar ni siquiera sabía qué estaba mal en la cabeza de mi padre.

Desde que descubrí que le había sido infiel a mi madre todo había caído en una locura irracional con él, y aparte de eso me trataba como si fuera la peor de las hijas, ¿Y todo por qué?¿Por estar saliendo con el hijo de un enemigo que él mismo se hizo por su avaricia? Yo ni siquiera sospechaba que fuera capaz de traicionar a uno de sus socios y amigos más cercanos. Mucho menos por ansias de poder.

Si hubiera estado enterada de todo esto las cosas definitivamente habrían sido diferentes, pero lo que menos entendía era que Alek se lo hubiera callado todo este tiempo. Sacudí la cabeza y fui a la aplicación de mensajería. Tenía cientos de mensajes, pero me centré en los de Grace y Jason.

Entré al chat que tenía con él y marqué el emoticono de llamada esperando a que por lo menos él no recibiera la llamada de la misma forma que mi padre.

—¿Zanahoria?¿Estás viva? Mierda, pensaba quedarme con tu habitación. —hizo una breve pausa. —En realidad no, nos hemos mudado de nuevo a Inglaterra.

—¿Estáis bien?

—Te diría que si, pero estoy asustado como la mierda. Ray dice que tú novio el conde Drácula nos quiere matar y que es un traidor de primera. Y por lo que sé tu estás con él. ¿Debería de tenerte miedo? —a pesar de su voz divertida era obvio que también desconfiaba de mí.

—Jason, jamás haría algo para haceros daño. Por favor, confía en mí. —hablé con un nudo en la garganta.

—Confío en ti zanahoria. —suspiró en el micrófono haciendo que me tuviera que alejar. —Solo quiero saber qué está pasando exactamente.

—Ahora no puedo contártelo, pero te prometo que pronto estaremos juntos otra vez. Díselo a mamá también.

—¿Qué mierdas piensas hacer ahora?

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora