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Lena


Termino de secarme el pelo húmedo y me cepillo los dientes con la canción Sweater Weather de fondo. Después, con un estiramiento de espalda, voy a abrir la ventana del dormitorio, pasando por los pétalos de las rosas lilas que posan libremente sobre mi cama y todo el suelo.

Han pasado unos días desde la última vez que nos vimos y todavía sigue insistiendo en llenarme la cama de flores, cada día de un color distinto o un tipo de flor diferente.

Ese gesto hace que con cada pétalo haya una inseguridad menos, y a cada noche que mantenía la llamada en curso incluso cuando caía dormida un trozo de mi corazón se marchaba con él. No me gusta eso, pero dudo que haya algo que pueda hacer para evitarlo.

Hablamos por teléfono mucho más que antes, a diario y a todas horas. Él ahora está de viaje en Palermo así que es la única forma en la que podemos hablar. Y lo agradezco bastante porque no creo ser capaz de verlo y actuar normal después de aquella noche.

Sus palabras todavía siguen rondando por mi cabeza y más de una vez he querido saber a quién o a quiénes ha matado. ¿Es normal que ya no me provoque tanto temor su actitud enfermiza? Tal vez me estoy acostumbrando a ella. Tampoco puedo decir que me disguste, al final eso es lo que siempre quise, que perdiera la cordura por mi, pero mi cabeza sigue llena de inquietudes, empezando por la gran incógnita de nuestra relación de ahora.

Hundo las cejas con molestia cuando la canción se detiene varias veces con unas vibraciones, notificándome de algunos mensajes. Cojo el móvil desde el bolsillo de mis pantalones cortos y lo desbloqueo viendo de quién se trata, sonrío al leer los mensajes de Grace preguntando si estoy libre para una llamada.

De inmediato respondo que si y un par de minutos más tarde recibo una videollamada suya que no tardo en aceptar.

—Hola. —digo ensanchando mi sonrisa, y tan rápido como vino desaparece cuando veo sus ojos hinchados y su cara entristecida. —¿Qué pasó?

La única respuesta que recibo es un fuerte sollozo de su parte, después empieza a balbucear de forma ininteligible, con la nariz llena de mocos y las lágrimas llegando hasta sus labios.

—No te entiendo. —respondo con una mueca haciendo que su sollozo sea más fuerte que antes, teniendo que bajar el volumen de la llamada antes de que me deje sorda.

—Trata de calmarte, inspira hondo y exhala. —indico mientras le hago una demostración, pero tampoco funciona, lo único que consigo es que se me dé una mirada extraña.

Vuelve a balbucear, y tengo que reprimir una sonrisa cuando sin darse cuenta algunos pelos se meten en su boca.

—Lo siento. —me disculpo con rapidez apretando mis labios.

Siempre es lo mismo, a veces en situaciones malas o incómodas me sale una risita nerviosa que no puedo controlar, como cuando ves esas escenas en las películas donde alguien importante se muere o vas por la calle y ves a un niño pequeño caerse.

—Está bien. Iré a verte, ¿Quieres? —ella solo asiente sacudiéndose los mocos con fuerza.

Cuelgo la llamada y empiezo a buscar una nueva falda que ponerme junto a cualquier camiseta. Para los pies no tengo que pensarlo mucho. Las mismas botas de siempre están esperándome al lado de la puerta.

Cuando estoy a punto de salir Jason me detiene, trotando por las escaleras.

—¿Adónde vas?¿Alguna cita? —habla moviendo las cejas con una sonrisa.

—Saldré un momento con Grace.

—¿Y has pensado en lo que te dije? Perdonar es de sabios y purifica el alma.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora