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Lena

Al notar algo bajar hasta mis bragas me psralizo. Un segundo después hago el intento de incorporarme en la cama, pero un brazo me lo impide, resultando imposible que me libere por más que me remueva.

—Necesito ir al baño. —murmuro aún somnolienta.

—No tardes. —responde en un bajo susurro después de un rato con los ojos todavía cerrados, moviéndose hacia la izquierda y dejándome una muy buena vista de su trasero.

Voy al baño casi corriendo, en busca de unas compresas, deshaciéndome de las bragas sucias cambiándolas por unas nuevas. Luego, regresando a la cama, suelto un leve quejido por el calambre que retuerce mi vientre.

En cuanto me meto dentro de las sábanas sus brazos vuelven a atraparme, posando sus labios en mi coronilla.

—Buenos días. —murmura con una sonrisa de medio lado metiendo su mano por dentro de mi camiseta hasta llegar a uno de mis senos.

—Hola. —respondo acurrucándome más en sus brazos, él se dedica a juguetear con mi pezón.

—¿No te quieres levantar? —pregunta con suavidad muy cerca de mi oreja. Yo niego con la cabeza. —Entonces supongo que podemos quedarnos un rato más. —tuerzo los labios con una mueca adolorida al mismo tiempo que llevo mis manos a mi estómago.

Succiona una parte de mi cuello para después lamer esa zona. Sus besos me ayudan a disminuir el dolor en gran medida.

Cuando estoy a punto de quedar dormida unos golpecitos en la puerta me hacen abrir los ojos de mala gana.

—Tengo que abrir la puerta. —murmuro removiéndome. Él me aprisiona más entre sus brazos repartiendo besos por la curvatura de mi mandíbula.

—Quien sea que esté detrás de esa puerta puede esperar.

Los golpes se hacen más insistentes hasta que no me queda otra que levantarme a abrir la puerta.

Del otro lado está mi padre, que no suele venir casi nunca a mi habitación.

—Hola. —hablo con una sonrisa forzosa.

—¿Todo bien? No has bajado a desayunar. —responde estrechando sus ojos.

—Si, es que me encuentro un poco mal.
—su cara cambia a una preocupada.

—¿Quieres que le diga a alguien que te suba algo de comer?

—Si, eso estaría genial.

—Está bien. Mejórate princesa. —habla antes de dejar un beso sonoro en mi mejilla, a lo que yo asiento con una sonrisa.

Suelto un suspiro de alivio al verlo marchar. Cuando me adentro al dormitorio veo que está muy interesado en el cuadro que pinté.

Enseguida abro mis ojos alarmada al verlo tan cerca de la ventana, alguien podría verlo ahí parado. Con pasos rápidos cojo uno de sus brazos y tiro de él con su mirada encima.

—No te acerques a la ventana.

—¿Lo hiciste tú? —pregunta con genuina curiosidad, a lo que yo asiento.

No soy la mejor pintando, pero disfruto hacerlo cuando estoy baja de ánimos.

Es inevitable que sonría ampliamente al ver su expresión de sorpresa.

—Es todo una obra de arte, se te da bastante bien. —responde con firmeza y un brillo especial en sus ojos.

—Eso lo dices porque me ves con buenos ojos. —bromeo con una sonrisa ladina. Él suelta una risita encerrando mi cuerpo en sus brazos.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora