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Alekei


—¿Se puede? —preguntó Grace abriendo la puerta y asomando su cabeza por ella.

—Si ya estás dentro, ¿para qué mierdas preguntas? —masculló Sergey dándole la espalda.

—Siéntate. —señalé la silla que había libre. —¿Tienes idea de la gravedad de lo que has hecho? —pregunté con una mirada severa.

Ella asintió sin siquiera mirarme, con la vista fija en el suelo.

Deberías deshacerte de ella. Reprochó una voz a mis adentros que ignoré con un resoplido.

—Solo porque sé lo importante que eres para Lena te daré una oportunidad. Y espero que lo tomes en cuenta, porque no habrán más.

—Lo sé y lo agradezco.

—Bien. Ahora quiero que zanjéis lo que sea que tengáis entre vosotros.—miré la hora en mi Patek Philippe. —Tenéis diez minutos. No quiero faltas de respeto, ni insultos. —advertí entre dientes reclinándome en el sillón.

Cuando ninguno de los dos dijo nada arrugué el ceño impaciente.

—Yo no tengo nada pendiente con este... ser. —soltó Grace casi titubeante y una mirada de soslayo a Sergey. —Fue él el que se metió primero conmigo, me ultrajó y me humilló públicamente. Solo estaba tratando de defender mi honor.

—¿Honor?¿Tienes algún retraso mental o alguna mierda así? —murmuró a su lado con una sonrisa burlesca.

—Sergey. —hablé en un tono de advertencia.

—¿Lo ves? Y luego se hace la víctima.

—Te recuerdo que todo esto es culpa tuya y de tu amiguita.

—¿Qué se supone que haga cuando tengo a un desconocido espiándome todo el rato? Claramente no me iba a quedar cruzada de brazos. —respondió elevando la voz. Al darse cuenta de mi mirada bajó el tono de voz. —Si hubieras hecho bien tu trabajo nada de eso hubiera pasado...

—¿Cómo dices? —preguntó en un tono mordaz y una mirada asesina.

—Como lo oyes, no es mi culpa que no sepas ser discreto con lo que haces Sergio. Y...—en ese momento fue interrumpida otra vez.

—Ni siquiera eres capaz de pronunciar un simple nombre. —refutó el castaño chasqueando la lengua.

—A nadie le importa tu maldito nombre, y no me interrumpas. —habló señalándolo con el dedo.

—Suficiente los dos. —solté masajeando mis sienes. —Grace, pídele disculpas.

—Pero... —soltó un fuerte bufido antes de desviar su mirada hacia él y continuar. —Bien. Siento mucho haberte mandado matar. Tenía que haberlo hecho yo misma. —añadió lo último para ella misma. Lo escuché, pero decidí ignorarlo por el bien de terminar con esta mierda lo antes posible.

—Disculpas aceptadas. ¿Me puedo largar ya? —masculló Sergey haciendo el amago de levantarse.

—No. Tú harás lo mismo que ella.

—Yo de lo único que me arrepiento es de habérmela cruzado. —Grace abrió la boca lista para decir algo pero la volvió a cerrar.

—Lo tomaré como unas disculpas. Os podéis ir, pero no quiero que volváis a hacer ninguna estupidez.

Al escuchar lo primero se levantaron de los sillones con rapidez.

—Como me entere de que alguno de los dos hace algo os corto la cabeza. Y no estoy jugando. —advertí en un filo de voz cuando estuvieron en el marco de la puerta.

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora