003

909 78 437
                                    


Alekei


—Me aburro. —soltó la niña al aire en uno de los sillones de la biblioteca cerrando el cómic que tenía en sus manos.

No sabía su nombre, de momento no me lo había preguntado y además me parecía irrelevante.

—No soy tu bufón. —respondí sin mirarla.

—Tampoco he dicho que lo seas.

La ignore volviendo a sumergirme en las páginas del diccionario, llevaba minutos buscando y no encontraba la palabra.

—Tengo hambre. —volvió a hablar tras soltar un suspiro.

—¿Quieres que traiga la comida y te la de en la boca?

—Solo era un comentario. —respondió ella arrugando el entrecejo como una señal de su enfado.

—Pues me molestan tus comentarios. Mejor lárgate. —repuse volviendo a fijarme en las páginas del diccionario al escuchar la puerta de la biblioteca cerrarse de un portazo.

Incluso pude encontrar la palabra que tanto estuve buscando y leí las dos definiciones varias veces;

¹ Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a la que se le desea todo lo bueno.

² Sentimiento de intensa atracción emocional y sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común.

Pensé en esa vez cuando se cayó al suelo por mi culpa. No me había sentido bien del todo, pero tampoco le deseaba todo lo bueno del mundo.

Respecto a la otra dudaba de querer compartir una vida a su lado, tal vez resultaría incluso más irritante que la niña rubia que me acompañaba a todas partes como un cachorro abandonado. Aunque, si que era verdad que me sentía muy atraído hacia ella, no sé de qué forma, pero lo estaba y me daba miedo. Porque por las noches cuando no podía dormir me imaginaba sus manos y su voz hasta quedar dormido, e incluso dormido tenía sueños extraños con ella y nuestro primer encuentro.

Bajé a la cocina en busca de Anna, teniendo la necesidad de seguir descubriendo a qué se refería la palabra exactamente y saber si tenía que ver con lo que sea que tuviera con la niña pelirroja.

Esa vez la encontré horneando unas magdalenas.

—¿Te puedo ayudar? —pregunté a sus espaldas.

Anna pegó un salto en el sitio al escuchar mi voz. Solía caminar con pasos silenciosos por toda la casa y cuando me acercaba a ella siempre la asustaba por eso.

Claro. Ahora cuando terminen de dorarse las decoraremos juntos.

Me senté en uno de los taburetes a esperar, recordando la palabra que había descubierto momentos atrás.

—Babush, ¿Alguna vez has amado a algo o alguien? —ella no tardó en sentarse a mi lado con una sonrisa.

—Si. Hace mucho tiempo. —respondió con sus ojos ahora entristecidos.

—¿Y qué se siente?

—Es... simplemente mágico. Todavía recuerdo esas mariposas revoloteando en el estómago o lo rápido que iba mi corazón cuando lo veía. —a medida que hablaba la mueca en mis labios se hacía más prominente.

—¿Mariposas?

—Si. Es como si te hicieran cosquillas dentro del estómago. —mi cara ahora mismo era todo un poema.

No porque me resultara extraño, sino porque era casi lo mismo que yo sentía todo el rato.

—¿Por qué lo preguntas?

Despiadado Y Cruel [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora