Phoebe Grey.
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.Todo volvió a la normalidad después de ese juego de béisbol al que fueron papá y Ted con los Sawyer. Ojalá hubiera estado ahí para ver a Jaime, pero sé que papá no me dejaría acercarme.
Hecho un vistazo dentro de la habitación de Harry para verlo hablar de comics con Liam, ya que él también es fanático. Al menos ellos tienen a alguien con quién hablar.
Me alejo de su puerta y voy por el pasillo, sabiendo que la habitación de Teddy está vacía. Los gritos de emoción y algunas maldiciones vienen del piso de abajo, donde él y Jamie juegan videojuegos.
Miro desde las escaleras hacia la sala, Jamie agita su mano libre en señal de triunfo y Ted solo es Ted, culpando a su amigo por apestar en eso. Bajo en silencio la escalera para no distraerlos y voy a la cocina con Gail.
—Hola, cariño. —ella me sonríe—. ¿Te preparo un bocadillo? ¿Unas palomitas, tal vez?
—No, gracias. —no estoy de humor para comer.
—¿Segura?
Sus ojos preocupados me miran, y sé que podría llamar a mamá para decirle que algo me pasa. Lo último que quiero es preocupar a mamá, o provocar que papá y el señor Sawyer peleen de nuevo. Al menos así puedo ver a Jamie.
—Yo... —exhalo un suspiro—. Creo que necesito hacer amigas con las que pueda pasar el rato, ¿Sabes? De mi edad, que podamos hablar de música y novelas. —y chicos.
Gail se ríe.
—Por supuesto que necesitas amigas, jovencita. Creí que tenías amigas en la escuela.
Ah, sí. La escuela de chicas. Compañeras con las cuales convivo a diario, pero ninguna que me agrade lo suficiente para vernos después de clases.
—Mis únicos amigos son Harry y Liam, y Harry no cuenta porque es mi hermano. —me quejo—. Y las rojas son como 10 años más grandes que yo, no seré divertida para ellas. No conozco otras chicas.
La ama de llaves tamborilea sus dedos contra la encimera, pensando. Juro que, si pone uno de esos anuncios en facebook, voy a gritar.
—¿Qué hay de tu mamá?
—¿Mi mamá, qué?
—¿Tu mamá no es tu amiga? Puede serlo y ser tu madre, es una mujer asombrosa. —asiente con entusiasmo.
—Es mi madre, no puedo hablar con ella sobre chicos y lo mucho que me molesta que papá me trate diferente. No soy una princesa.
La mujer que fácilmente podría ser nuestra abuela se ríe, pero deja de hacerlo y hace una mueca.
—Entonces tendremos qué pensar en otra cosa. ¿Clases de canto? ¿Ballet? ¿Teatro? Seguro haces amigas en una actividad fuera de clases.
Tal vez. Podría ser. Tendría qué intentarlo, pero no estoy completamente segura.
—Supongo que podría intentar con artes marciales, yoga o autodefensa. Papá y mamá estarán encantados con eso.
—Seguro que sí.
Ella mira a un lado, luego sonríe y señala con su pulgar hacia la puerta de la lavandería.
—Olvidé poner los uniformes de tu madre, estaré allá si me necesitas.
—Claro. —la veo salir, preguntándome si debí pedir ese bocadillo que ofreció.
Rodeo la encimera para buscar en los cajones un paquete de palomitas, pero me detengo cuando veo a Jamie de pie en la puerta. Me sonrojo al instante.
—¿Palomitas? —señalo el gabinete con el pulgar.
—Claro.
Se acerca a la encimera y yo intento no suspirar de emoción por tener su atención.
—Lo siento por hacer que tu papá y mi papá pelearan. —digo, lanzando el empaque dentro del horno microondas—. No quería que eso pasara.
Jamie sonríe.
—Papá ya lo olvidó. Dijo algo sobre que los nachos con queso solucionan todo y le creo, podría comerlos todo el tiempo si mamá no se diera cuenta. O mis hermanas.
Me muerdo el labio inferior para contener las ganas de llorar que siento de recordar que papá estaba tan enojado. Y mamá preocupada por él, por Teddy y por mí. No quiero que eso vuelva a ocurrir.
Tal vez tiene razón y estoy siendo caprichosa.
—De verdad me gustas mucho, pero no quiero causarte problemas, así que debería dejarte en paz.
El sonido que el microondas hace cuando termina de preparar las palomitas me permite girar, y que Jamie no vea mi cara llorosa. Presiono el botón, pero no alcanzo a sacar la bolsa porque él ya está a mi lado.
Sujeta mi brazo y me hace girar para enfrentarlo.
—Hey, también me gustas. —pellizca mi mejilla suavemente—. Y creo que no quiero que me dejes en paz. En todo caso, esperaré hasta que tu papá esté de acuerdo. Sé que mi papá está feliz por mí.
Mi corazón late tan rápido que creo que Jamie puede escucharlo.
—¿Lo prometes?
Él arquea las cejas de sorpresa.
—Por supuesto, papá está encantado con la idea de que todos seamos familia.
—Eso no. —pequeñas lágrimas corren por mi mejilla, pero estoy sonriendo—. ¿Prometes que vas a esperarme?
Jamie toma mi mano con la suya y sonríe.
—Lo prometo.
Mi corazón late fuera de control cuando Jamie se inclina y presiona un pequeño beso en mis labios. Corto e inocente porque aún tengo 12, y porque papá tendría un infarto si nos ve.
—Bien.
Me libero de su agarre para tomar las palomitas y servirlas en un tazón, mi apetito regresando ahora que sé que tengo a Jamie. Tomo también dos vasos de la encimera y sirvo refresco para ambos.
—¿Sabes qué? Papá tendrá que aprender a vivir con mis decisiones. Voy a crecer y seré una mujer fuerte como mamá, y eso significa cuidar de las personas que son importantes para mí.
Pongo el tazón y el vaso frente a mi chico, luego tomo el asiento a su lado. Con una mano sostengo mi refresco y con la otra, entrelazo mis dedos con Jamie.
—Seré una buena novia, tengo mucho tiempo para practicar. —él me mira y toma un sorbo de su bebida—. Los demás tendrán que acostumbrarse a la idea.
Teddy entra a la cocina pisoteando todo el camino y frunce las cejas cuando nos mira.
—Hermano, ¿Qué carajo te toma tanto tiempo? —sus ojos se abren cuando nota nuestros dedos entrelazados—. ¿Te estás aprovechando de mi hermanita?
¿Jamie? ¿Aprovecharse de mí? Mi chico lanza palomitas en su boca, así que yo respondo a mi hermano.
—Si dices algo sobre nosotros, le diré a mamá lo que hacías con Patricia Lindwood durante la clase de deportes.
Ted se pone pálido porque sabe que lo tomé desprevenido.
—¿Qué sabes tú de eso? —chilla—. ¿Quién te lo dijo?
—Una chica jamás revela sus secretos. —O su cuenta real de instagram.
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Nosotros (Mío #5)
FanfictionQuinto libro de la serie Mío. Aquí encontrarás las historias de los hijos de nuestros policías favoritos.