Capítulo 23. Phoebe Grey

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Phoebe Grey.

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—Phoebe, cariño. —mamá golpea mi puerta dos veces antes de abrirla—. ¿Ya estás lista para dormir?

Me siento en la cama y la miro, sabiendo que está aquí para llamar mi atención por culpa de Teddy y Harry, sin importar que lo merecían. Al menos no es papá quien viene a regañarme.

—Si, pero no tengo sueño.

Ella se acerca y se sienta en la cama junto a mí, su mirada se mueve por toda la habitación antes de girar para estar de frente.

—Nena, necesito hablar contigo sobre Jamie.

Eso capta mi atención al instante. Juro que, si dice que no puedo verlo, me voy a encerrar en mi habitación a morir de hambre hasta que cambien de idea.

—¿Qué hay con él? ¿Algún problema?

Mamá presiona sus labios con fuerza en una mueca que hace cuando no sabe qué decir, lo que es raro en ella porque papá dice que habla hasta por los codos. Lo que sea que eso signifique.

—Si. No. Bueno, en realidad, es sobre ustedes dos. —me sonríe—. Quiero hablarte de las cosas que vas a sentir por él, y de cómo manejar todo ese amor que le tienes.

Parpadeo un poco, confundida por su elección de palabras. ¿Intenta darme la charla de las flores? La escuché cuando habló con Ted hace como dos años.

—Entiendo. —digo, pero no estoy segura de si eso la hace sentir mejor.

Supongo que no, porque suspira y echa otro vistazo a la decoración.

—Dios sabe que no soy la indicada para hablarte de esperar, pero eres mi hija y tengo que hacerlo. Necesito que esperes.

—¿Esperar, qué?

—Para las relaciones sexuales. —intenta parecer segura pero las manos le tiemblan—. Ya sabes, cuando dos personas se quieren mucho desean compartir sus cuerpos y sentirse mutuamente. Querrás tocar a Jamie y querrás que él te toque.

Parece que si recibiré la charla del sexo.

—Solo nos hemos besado. —le digo para tranquilizarla, aunque su mirada es inquieta.

—Lo sé. Pero estás creciendo. Y Jamie tiene 17 años, muchas cosas pasan por su mente y preferiría que se quedaran ahí por muchos años más.

Lo dudo mucho, sobre todo porque él no supo qué decir cuando hablé de vivir juntos. Definitivamente no hay muchas cosas en su mente.

—Mamá, sé lo que quieres decir. Lo entiendo. He planeado mi vida desde que era niña... —ella me sonríe con ternura, así que corrijo—. Más chica. Por eso le pedí a Jamie que me esperara.

—Por Dios. ¿Hablaste con Jamie sobre esto? —se pone de pie y agita las manos—. Agh, esto es increíble, la maternidad es como una patada en el culo.

¿Qué?

Se vuelve hacia mí y su sonrisa tensa me hace sentir incómoda. ¿De verdad cree que hablé con Jamie de hacerlo? No estoy lista.

—Me refiero a esperar para ser novios y hacer cosas de novios. Jamie no me está presionando a nada, puedes estar tranquila en qué solo haré lo que desee hacer.

Mamá hace una mueca.

—Eso tampoco me tranquiliza, pero te daré mi confianza Phoebe, no me decepciones. —se acerca a la puerta de mi habitación y toma la perilla—. Solo una cosa, nena. Por favor promete que esperarás hasta los 18 años para tener relaciones sexuales. Con quién decidas tenerlas, solo espera.

Sigo sin entender por qué se preocupa tanto, pero está bien. Puedo prometer eso. Apoyo mi mano sobre mi pecho y asiento.

—Lo prometo.

—Gracias a Dios. —suspira antes de abrir la puerta—. Por favor no le digas nada de esto a tu padre.

Claro. Cómo si fuera a poner en riesgo mis permisos para ver a Jamie. Ya es difícil tener a Ted y Harry vigilando, no necesito que papá también me cuide.

La puerta se cierra suavemente, solo entonces puedo volver a mi cama. Esperaba poder hablar con mi chico un poco antes de conciliar el sueño, pero la charla de mamá me tomó varios minutos. Espero que Jamie no esté dormido.

*¿Jamie? ¿Estás despierto? *

Espero un poco a que él conteste, si no lo hace, tendré que ir a dormir.

*Hola, sí. Estaba viendo una película. *

Agh, ahora tengo ganas de ver una película con Jamie en el cine, solo él y yo, pero desde ya sé que no lo permitirán.

*¿Tu solo? ¿Cuál? Me gustaría mucho que fuéramos al cine pronto. *

El mensaje sale de mi móvil al mismo tiempo que mi puerta se abre de nuevo. Esta vez no es mamá que olvidó darme las buenas noches, es papá con el ceño fruncido.

—Nena, ¿Por qué no estas dormida? —se sienta en el borde de la cama y me acaricia el cabello—. Carajo, me recuerdas mucho a tu mamá cuando era adolescente.

¿A mamá? ¿La conoció a esa edad?

—¿Por qué?

Papá presiona sus labios en finas líneas y suspira, su cabeza se mueve de un lado a otro como si pensara.

—Porque eres muy lista, hermosa y también muy persistente. —me dedica una pequeña sonrisa—. Sé que debería preocuparme más por Ted, tú y Harry se parecen más a tu mamá, pero no puedo evitarlo. Siento que la próxima vez que te vea, me estarás hablando de ir a la universidad.

—Papá...

Quiero decirle que ya planeé a dónde ir, pero no creo que sea lo que quiere escuchar.

—Está bien, está bien, sé que tienes qué crecer. Solo... —sus cejas caen en un puchero—. ¿Tiene que ser Jamie Sawyer? De todos los amigos de tus hermanos, ¿Elegiste al hijo de Luke?

—¡Papá! —chillo—. ¡Es tu mejor amigo!

—Lo sé. —se ríe—. Y por eso mismo lo digo, nena. Tendrás un suegro idiota. Y yo tendré que verlo en nuestras reuniones familiares. —papá se levanta y abre la puerta, todavía sonriendo—. Solo digo que, si quisieras conocer a otros chicos y salir con ellos, no me opondré.

No, gracias. Antes de que pueda responder, la voz de mamá viene fuerte y clara por el pasillo.

—¿Christian? ¿Qué le estás diciendo a nuestra hija?

Lo último que escucho es su voz amortiguada por la puerta cerrada.

—Carajo, Cerecita. Estoy tratando de aconsejar a la niña sobre sus opciones, estoy siendo un buen padre.

Si, claro.

Nosotros (Mío #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora