Me estoy haciendo viejo.
Apenas me tomé dos cervezas la noche de la gala y al día siguiente papá y Harry me despertaron temprano para ir a correr. Y maldición, odio correr.
No sé de dónde sacan la energía para hacer esto cada puta mañana cuando yo apenas puedo mantenerme despierto en el desayuno.
Desde que ingresé a la academia de policía, papá se ha convertido en mi entrenador personal y me somete a una rutina de ejercicios extenuantes, como hoy que me mandó al banquillo de las pesas.
—Hacer esto debe ser peligroso con el estómago vacío. —me quejo mientras él sorbe de su taza de café—. O porque solo he dormido 5 horas.
—Tu culpa. —Harry, mi hermano menor lo defiende—. Debes cambiar tus hábitos de sueño si quieres ser policía. O considerar volver a tu vida de holgazán.
El pequeño cabrón apaga la cinta de correr y baja para alcanzar su jugo de naranja para beberlo todo. Mi mirada se clava entonces en el reloj en la pared.
—Son las malditas 6 de la mañana, necesito dormir otro poco, una ducha y desayunar como campeón si quieren que rinda todo el día.
Papá y Harry encogen los hombros con indiferencia.
—Intenta ganar el baño antes de que Phoebe lo ocupe. —dice mi hermano y sale de la habitación.
Papá va detrás de él, pero se detiene para hablarme.
—Escuché que hoy se integra a la academia el junior Abernathy. —sus ojos se entrecierran—. Ni pienses en hacer amistad con él, o tenerlo cerca de tu hermana o tu madre.
Mis ojos también se entrecierran.
—Phoebe tiene a Jamie, dudo que este chico pueda hacerla cambiar de opinión. Pero, ¿Y mamá?
¿Por qué carajos se preocupa? ¿Cree que el chico intentará seducirla para asegurar un puesto? Es un Abernathy, su apellido le asegura muchos favores.
—Solo mantenlo alejado de nosotros.
—Bien.
Papá se va y yo por fin puedo tomar esa ducha con agua caliente que tanto necesito. Sin embargo, el tiempo de ejercicio me quitó mi hora de desayuno y ahora tengo qué parar por un sándwich y un café en el camino.
Para cuando llego a las instalaciones de la academia, Abernathy es el maldito centro de atención de todos los chicos y las chicas. Intento pasar desapercibido pero me saluda tan pronto como me ve.
—¡Grey! ¡Al fin llegas! —se aparta de ellos para venir a saludarme—. Te perdí de vista en la gala.
Claro, porque estuve de guardaespaldas de mi hermana.
—Estuve ocupado.
El imbécil me palmea la espalda como si fuéramos amigos de toda la vida.
—¿Te gustaría tomar una cerveza más tarde? —la palmada que me da me provoca una mueca de dolor y él lo nota—. ¿O eres demasiado saludable para eso?
—No. —ambas cosas. Papá me advirtió sobre él—. Estoy ocupado.
—¿En tu casa? Podría ayudarte, soy bueno para muchas cosas.
Me aparto de él y le dedico una mirada sarcástica.
—Lo dudo. Pero no, gracias. Estoy bien.
Por suerte aparece el sargento de la academia y comienza con las actividades, interrumpiendo las ganas de charlar de Abernathy. Me las arreglo para evitarlo el resto de la mañana y tan pronto como salgo, conduzco directo a casa.
Estoy por estacionar en el camino de entrada cuando noto el vehículo que me sigue, uno que ha estado en mi maldito retrovisor desde que salí de la academia. Me detengo una calle antes para bloquearle el paso y bajo del auto.
El suyo se detiene junto a la acera y dirige una sonrisa cuando me acerco.
—Ted. —el puto Abernathy también baja del auto—. No me lo digas, ¿También vives por aquí?
Esta no es ninguna maldita coincidencia.
—¿Qué carajos crees que haces? —sostengo a la pequeña mierda por la camisa y lo empujó contra su auto—. ¿Por qué me sigues?
—Pensé que podría ayudarte con lo que sea que tuvieras qué hacer. —intenta lucir despreocupado—. Tengo la tarde libre y cero amigos. Y por lo que escuché, también te quedaste sin amigos.
Maldito imbécil.
—Tengo un mejor amigo, y mi hermana un novio. Y mi madre es una mujer felizmente casada. Lo que sea que quieras de nosotros, no nos interesa.
Lo suelto esperando que vuelva a su auto, pero el imbécil solo se acomoda la camisa y alisa las arrugas.
—Pero él no está aquí para ti, ni para ella. Y papá dice que son las mejores personas que conoció en la policía. Me gustaría mucho tener amigos así.
Lo miro por largos segundos preguntándome si lo que dice podría ser cierto. Sin duda es muy insistente y eso me parece sospechoso, pero mi hermana también lo es y Jamie parece malditamente feliz, así que no lo sé.
Pero si sé que papá estará enojado si lo ve por aquí.
—No confío en ti, chico nuevo. Y me importa una mierda que tu abuelo fuera el jefe de mis padres.
—Lo entiendo. —levanta las manos—. Un paso a la vez, ¿Verdad?
Finalmente sube a su auto, se pone el cinturón de seguridad lentamente y enciende el auto. Me sonríe de nuevo cuando baja la ventanilla.
—Dile a tu mamá que mi papá le manda saludos.
—Carajo, no.
Él se ríe y se aleja de dónde estoy. Camino de vuelta al auto cuando otro se detiene a mitad de la calle y papá me mira con las cejas fruncidas.
—¿Qué pasó? ¿Chocaste contra ese otro auto?
Estoy tentado a decirle la verdad pero entonces, ¿Dónde estaría la diversión en eso?
—No, solo un imbécil que se perdió.
—Bien. Vamos a casa.
Papá también sigue la calle camino a arriba y yo detrás de él hasta que llegamos.
No sé qué rayos está pasando aquí porque nadie quiere decirme, pero voy a tomarlo como mi primer trabajo de investigación como futuro detective de la policía de Seattle.
Detective Theodore Grey.
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Nosotros (Mío #5)
FanficQuinto libro de la serie Mío. Aquí encontrarás las historias de los hijos de nuestros policías favoritos.