Capítulo 73. Jamie Sawyer

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—Vaya... —Reynolds silba—. Este lugar es genial.

—Si. —dice Phoebe—. Es más impresionante de lo que recuerdo.

Mi amigo deja caer la mochila en medio de la sala y corre hacia la escalera:

—¡Yo pido arriba!

Idiota.

Phoebe señala la puerta a la derecha.

—Esa es la habitación principal, es la nuestra, nene. —toma mi mano y la sigo.

La habitación es enorme, con una cama king size, un balcón y el baño tiene el tamaño perfecto.

—Arriba hay tres habitaciones y la biblioteca.

—Nena, ¿Por qué tus papás no vivían aquí? Es asombroso.

Mi chica encoge sus hombros antes de responder.

—En realidad no lo sé, solo que mamá prefería la casona porque tiene un patio y cochera privada. Esa es la casa de su infancia y este es el primer apartamento que compró con papá.

Mis cejas se arquean porque este lugar no puede ser barato, todo el mundo sabe que Escala es uno de los edificios más lujosos de Seattle.

—¿Y cuánto tiempo podemos quedarnos?

Phoebe abre las cortinas oscuras del balcón y sonríe.

—No lo dijeron, pero supongo que hasta que podamos comprar nuestra propia casa. O tengamos trabajos estables.

Oh, si. Eso.

Salgo de la habitación con Phoebe detrás de mi, justo a tiempo para ver a Reynolds bajando la escalera.

—¿Elegiste una habitación? —espero hasta que asiente con la cabeza para continuar—. Bien, ahora comencemos. Revisa que la alarma esté activa y funcionando, cambia el código del ascensor e instala cámaras de seguridad ahí, en el vestíbulo y la salida de emergencias.

—Entendido.

—Debe haber una caja fuerte por aquí, si no la hay, la compraré.

Giro para mirar a mi chica y ella tiene los ojos muy abiertos.

—¿Piensan convertir el apartamento en un refugio? —nos mira a ambos todavía sorprendida—. Supongo que es lo que pasa cuando vives con soldados. En el estudio de papá había una caja fuerte.

—Gracias, nena.

Le doy un beso en la cabeza y voy por el pasillo a buscar el estudio mientras Reynolds viene detrás de mí con su mochila cargada de juguetes tecnológicos.

Yo soy un excelente francotirador y experto en armas, pero Reynolds es el de la tecnología, sabe perfectamente como convertir este edificio en una fortaleza.

Estamos acomodando los equipos en el escritorio cuando Phoebe entra, apoya las manos en la cadera y frunce las cejas.

—¿Y qué se supone que harán con eso? ¿Pasar todo el día viendo quien entra y sale del edificio?

Reynolds y yo nos miramos.

—No, Phoebe. Lo que queremos es establecer nuestro propio negocio de seguridad privada. Mira... —señalo a Reynolds mientras él hace aparecer imágenes en una pantalla—. ¿No te lo dije? Tenemos un plan de negocios.

—¿Y eso es como ser guardaespaldas?

Nos echa un vistazo rápido, a Reynolds porque el cabrón es delgado de tanto fumar y yo, bueno, ella sabe cómo luzco debajo del uniforme.

—Ciberseguridad, Phoebe. —es la primera vez que Greg la llama por su nombre—. Tenemos mucho talento en eso.

Cierto.

No quiero asustar a mi chica y decirle que hicimos muchos contactos mientras estábamos en el ejército, pero tenemos mucha mano de obra a solo unas llamadas de distancia.

Nos observa por un par de minutos, luego gira para salir del estudio.

—Iré a ver la despensa, aunque es probable que mañana tengamos qué salir a comprar comida.

—Bien. —vuelvo mi atención a los cables que necesitan enchufarse—. ¿Phoebe? Les hablaste a tus papás sobre casarnos.

Sacude la cabeza antes de responder.

—Si, lo hice. Más que nada para tranquilizar a papá.

Carajo, mi chica siempre intentando defenderme de su padre, aunque hace mucho no lo necesito.

—Nena, es un hecho que nos vamos a casar. Dile a tu mamá y a la mía que te ayuden a planearlo lo más rápido que puedan. —me acerco a ella para que sea algo entre nosotros—. Quiero que sepas que ahorré cada centavo de los últimos tres años para darte la boda de tus sueños.

Apenas lo digo, se forman lágrimas en sus bonitos ojos.

—Jamie.

Se lanza a mis brazos y se cuelga de mi cuello para besarme, entonces recuerdo que en realidad nos acabamos de comprometer. Carajo, debería estar festejando en la cama que al fin tengo a mi chica.

—Reynolds, termina de hacer las comprobaciones. Tengo algo más importante qué hacer.

El tonto sonríe como si acabara de darle una descripción gráfica de lo que haremos ella y yo.

—Claro, jefe. Ve a hacer feliz a tu mujer. Y no se preocupen por mi, traje mi xbox y audífonos que anulan el ruido externo.

Idiota.

Sin soltar a mi prometida, camino con ella hasta la habitación principal y la dejo caer en el colchón.

—Este es nuestro nuevo hogar, Phoebe. Lo justo es que tengamos sexo en cada habitación y superficie disponible.

Ella parece entusiasmada, luego sus cejas caen en su frente.

—¿Y Reynolds? No me gustan los espectadores.

Eso es fácil de solucionar.

—Lo enviaremos a hacer mandados, o podemos encerrarlo en su habitación. Lo que sea que los padres hacen para tener sexo teniendo a sus hijos en casa.

Dios sabe que papá nunca fue discreto sobre eso. Phoebe se ríe y se deja caer en el colchón, entonces sus pequeñas manos suben para acariciar sus tetas llenas.

—Estoy de acuerdo, Jamie. Y tengo que decir que me encanta verte en tu uniforme, ¿Te lo pondrías para mí?

—Por supuesto, nena. —pateo las botas a un rincón—. ¿Te pondrías el uniforme de enfermera zorra?

Ella se ríe y sus dedos se mueven por los botones de su blusa, la aparta para mostrarme un sostén en color rosa pálido.

—Tengo una idea mucho mejor, nene. —lanza la blusa y patalea el pantalón quedándose solo en las bragas a juego—. ¿Por qué no te muestro mi disfraz de nacimiento?

¿Qué? Es mi turno de reír , pero dejo de hacerlo cuando se quita las bragas y me las lanza directo a la cara.

Mierda, mi chica es sexy.

—¿Quieres ver el mío, nena?

Jamás me había quitado la ropa tan rápido, incluyendo aquella vez que regresé de ser detenido y tuve que fingir que dormía tres segundos antes de que papá entrará a mi habitación.

Le pongo seguro a la puerta, entonces me lanzo a la cama con la futura señora sawyer.

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💙✨

Nosotros (Mío #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora