Christian Grey.
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.Estoy teniendo el mejor maldito sueño sobre mi Cerecita cuando el sonido de la vibración del móvil contra el buró de madera me despierta.
—¿Quién carajos es? —gruño, levantándolo para que deje de hacer ruido.
Miro rápidamente al reloj despertador solo para darme cuenta que son las 12:41 de la noche, y eso significa que es trabajo o problemas.
Entrecierro los ojos para mirar la pantalla brillante, el número telefónico que aparece es desconocido.
—¿Sí? —contesto en voz baja y adormilada.
—¿Papá? Soy yo, Ted.
—¿Ted?
Debe ser un puto error, mis hijos se fueron a su habitación a dormir después de la cena, yo mismo arropé a esos tres.
—Si, papá, escucha. No tengo mucho tiempo, y te juro que voy a explicarlo todo, pero necesito que vengas por mí. Por favor.
Me enderezo más en la cama para espabilar, una presión extraña formándose en mi pecho.
—¿Ted?
—Si, soy yo. Por favor no le digas a mamá, solo ven y sácame de aquí.
¿Sacarlo?
—¡¿En dónde jodidos estás?! —gruño lo más bajo que puedo.
Es increíble. Este jodido chico todavía no cumple los 17 años y ya está constantemente en problemas. Si no lo supiera, diría que es hijo de Luke.
—Detenido. —un largo silencio y un suspiro—. Había una fiesta a la que quería ir y dijiste que no. Nos detuvieron a todos. ¿Puedes ya venir por mí?
Carajo. Cuando Ted nació, creí que sería un ejemplo de disciplina para sus hermanos. Me equivoqué. El chico sacó mis peores rasgos y el lado rebelde de su madre.
Es mi turno de contar hasta 10 y controlar el tono de mi voz.
—Lo siento mucho, hijo. No tengo la autoridad para liberarte de la detención, te sugiero esperar a la mañana cuando te asignen un abogado y pagues la multa.
—¿Qué? ¡Papá! ¡No!
La llamada se corta porque su minuto ya terminó y esa era su única oportunidad. Estoy a punto de salir de la cama, pero me detengo, esta es la oportunidad que tiene para recapacitar y aprender que sus acciones tienen consecuencias.
Me recuesto de nuevo, pongo el móvil sobre el buró y cierro los ojos en la oscuridad de mi habitación. Un par de segundos después, el móvil de Ana suena.
Estira la mano a tientas, derribando sus lentes de lectura y maldiciendo, todavía sumida en el sueño.
—Ana Grey... —responde. Escucha lo que sea que le están diciendo del otro lado de la línea, luego se endereza—. ¿Qué carajos dijiste?
Enciende la lámpara de su mesita y me mira con los ojos muy abiertos y totalmente alerta.
—Teddy está en la estación de policía.
—Lo sé.
Estiro la cobija más arriba y me cubro la cara, la tranquilidad dura muy poco porque mi esposa la aparta de un manotazo.
—¿Y qué está haciendo Teddy afuera? Juro por Dios que ese chico quiere probar mis límites.
No puedo evitarlo, una sonrisa conocedora se estira en mis labios.
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Nosotros (Mío #5)
FanfictionQuinto libro de la serie Mío. Aquí encontrarás las historias de los hijos de nuestros policías favoritos.