Capítulo 39. Phoebe Grey

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—¿Y ésta fue la última foto que envío Jamie? —Liam señala el pizarrón de corcho que puse con las fotos de nosotros.

Una foto en especial tiene a Jamie con su uniforme y a mí, colgada de él, el día en que se fué. Tomé tantas fotos en su última semana en casa que podría llenar dos álbumes.

—Si. —mi chico se hizo una selfie  con su uniforme, en lo que parece una habitación enorme con camas—. Dice que todo lo que hace es ejercicio y dormir lo más que puede.

—Vaya. —las cejas rubias de Liam suben en su frente—. Yo no podría soportar compartir habitación con veinte tipos ruidosos.

—Eso es porque eres hijo único, Li. Si vivieras con dos hermanos que roncan como si fueran osos, te acostumbrarías al ruido.

Mi mejor amigo hace una mueca de desagrado.

—No estoy seguro de que los osos ronquen, Phoebe.

Tal vez es cierto.

Me siento en la cama para mirar al rubio con mi expresión más seria.

—¿Recuerdas a Louisa? ¿La chica odiosa de mi salón que preguntó si eres mi novio?

—Creo que si. —Liam se aleja de mi pizarrón con fotos y se sienta en la silla de mi escritorio.

—Me preguntó por ti. —¡El colmo de todos los males!—. Creo que le gustas.

Por lo que sé, Liam nunca ha tenido novia, o una cita. Y cada vez que quiere ir a algún lugar, soy yo quien lo acompaña, a veces sola o con Harry. Honestamente, nunca había pensado en la razón para ello.

—¿Y bien? —insisto cuando sigue callado—. ¿Le puedo decir que le pareces fea y que se joda?

Liam se ríe.

—Hay demasiada maldad en ti. ¿Por qué harías eso?

—Bien. —es mi turno de hacer una mueca de molestia—. Ya sé, le voy a decir la verdad. Eso también la espantará.

—¿Y cuál es la verdad?

Oh, voy a disfrutar esto demasiado.

—Que estás enamorado de la hermana de Jamie.

Liam se queda inmóvil y su rostro se pone incluso más pálido.

—¿Qué? ¿Quién dijo eso?

Hombres.

—Nadie me lo dijo, tonto. ¿Crees que no me di cuenta cada vez que mirabas a las rojas? ¿O lo mucho que te gustaba jugar con ellas cuando eras más pequeño?

Su rostro cenizo cambia a rojo cereza.

—¡Eran mis niñeras! ¡Y las tuyas! Definitivamente no hay nada ahí.

—¿Seguro? —casi puedo sentirlo conteniendo el aliento—. No diré nada a nadie, pero podría ayudarte si quisieras. Y me encargaré de que Jamie no te moleste.

—No estoy enamorado de las rojas. —susurra. Aún no descubrí de cual, pero es cuestión de tiempo.

—Bien, solo de una de ellas. —Dios—. Volviendo al tema de Louisa, ¿Qué le digo?

Puede ser una tonta presumida, pero es desición de Liam si quiere verla o no. Preferiría que no, pero de nuevo, es su elección.

Li golpea sus labios con un dedo.

—Podría salir con ella al cine, no lo sé. Siento que soy el único que se está perdiendo de la experiencia de las citas.

Sus palabras me hacen mirar de nuevo mi muro y al chico guapo sonriente en el centro. Mi novio.

—Es muy lindo, en realidad. —me obligo a apartar la vista para contener las lágrimas—. Entonces, si quieres salir con la odiosa Louisa, les arreglaré una cita.

—¿Me ayudarás?

—Obviamente, tengo más experiencia que tú. Y podría ser tu coartada en caso de que necesites permiso.

Ver a Louisa fuera de clases me entusiasma tanto como contagiarme de viruela, pero es algo que haría por mi mejor amigo.

El sonido del claxon de un auto nos avisa que los padres de Liam están aquí para llevarlo a casa, me tomo una nueva foto con él para enviarla a Jamie y lo acompaño a abajo.

En la noche, después de prepararme para ir a dormir, escribo mi carta semanal a mi novio. Me aseguro de contarle todo lo que pasó con mi escuela, algo de Ted y Harry, y luego lo de Liam.

Le envío la foto a mamá para que pueda imprimirla y traerla para que pueda ponerla en el sobre de Jamie. Y como un toque adicional, pinto mis labios de color rojo y beso la hoja, a un lado de mi firma.

—Aaah. —suspiro pensando en mi chico—. Serán tres años horribles sin ti, Jamie.

Alguien golpea la puerta de mi habitación y me enderezo para mirar a papá entrar, su expresión todavía es culpable. Mamá dijo que el señor Sawyer también peleó con él por hacer que Jamie se fuera.

—Hola, cielo. —empuja la puerta y mira al suelo—. ¿Puedo desearte buenas noches?

—Claro que si, papá. No te odio.

Ya no. Papá camina dentro y se sienta en el borde de mi cama, sus ojos son amables cuando sostiene un largo mechón de mi cabello.

—Eres tan linda, cariño. Igual que tu madre cuando era adolescente. —de nuevo con ese comentario, ¿Alguna vez me lo van a explicar?

Bien podría usar un poco de la perspectiva de papá.

—Papá, ¿Dejaste de pensar en mamá ese tiempo que estuvieron lejos? —mamá no dió muchos detalles, pero creo que fueron algunos meses hasta que se reencontraron.

—Carajo, no. —sus cejas gruesas se fruncen—. No quería estar lejos de ella, pero sabía que era lo mejor para los dos. Tu madre también era una niña que necesitaba madurar antes de que pudiéramos estar juntos.

—¿Y la esperaste? —pregunto, interesada por su respuesta.

Si Jamie piensa que puede engañarme mientras está lejos, está muy equivocado.

Papá carraspea antes de responder, pero se detiene cuando nota que la puerta se mueve ligeramente y mamá está escuchando desde el marco.

—Sé un amor y respóndele a nuestra hija, Christian. Y sé honesto.

—Carajo... —papá vuelve a mirarme—. Si, lo hice. Tu mamá valía completamente la espera, igual que tú. El chico Sawyer sería muy estúpido si lo arruina.

Con eso él se levanta, me besa la cabeza y sale de la habitación para alcanzar a mamá, que se ríe detrás de la puerta.

—Buena respuesta, señor Grey.

—Lo dije en serio, Cerecita. Y la niña necesita saber cómo debe ser tratada siempre.

Lindo.

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Nosotros (Mío #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora