Capítulo 71. Jamie Sawyer

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—Phoebe, quédate quieta. —gruño, presionando su cadera para que deje de retorcerse contra mi.

Me encanta sentir a mi chica, solo que no mientras estamos acostados en la cama con mi familia del otro lado de la puerta. Y lo que es peor, creo haber escuchado los pasos de Maddie en el pasillo.

—Pero quiero estar cerca de ti. —Phoebe hace un puchero.

—Nena, la única forma en que estés más cerca sería estando dentro de mi. O mejor dicho, que yo esté dentro de ti.

Una gran sonrisa se extiende en su rostro y sus mejillas se colorean de rojo porque ambos sabemos a lo que me refiero. Ella parece estar de acuerdo cuando se restriega otra vez contra mi miembro adolorido.

—Phoebe... —digo y suspira.

—Nene, deberíamos volver a ese hotel.

Estoy a punto de decir que yo también quiero cuando alguien golpea mi puerta con tanta fuerza que nos sobresalta.

—¡Jamie! —papá sigue golpeando—. ¡Tienes tres malditos segundos para hacer que tu amigo deje de acosar a tu madre!

—Mierda.

Nos levantamos como impulsados por resortes y abro la puerta lo más rápido que puedo.

—¿Dónde está?

Papá tiene las cejas fruncidas y la cara roja de furia.

—En la cocina.

No digo más, salgo de la habitación con papá y Phoebe detrás de mi para encontrar al idiota que acaba de llegar hoy a Seattle y ya hizo su primer enemigo.

Luke Sawyer padre.

Bajo corriendo las escaleras y entro en la cocina para encontrar a mamá riendo, recargada en la encimera mientras corta fresas. Reynolds está del otro lado comiéndose algunas de ellas.

—Carajo, hombre. ¿Qué estás haciendo? —papá rodea a mamá y la abraza por la espalda mientras nos mira—. Agradece que no es mi padre quien acostumbra disparar a los indeseados.

Las cejas de Gregory se arquean con diversión.

—¿Y quién es el perturbado que hace eso?

Todas las cabezas giran en dirección de mi novia.

—Mi papá. —se acerca y me abraza—. Pero no le ha disparado a nadie en algún tiempo.

—Eso podría cambiar pronto. —papá nos mira—. ¿Por qué no van a visitar a los Kavanagh? Al menos Ethan tiene la paciencia de un santo.

Bueno, mierda. No creo que sea buena idea.

De todas formas empujo a Reynolds, para que salga de la cocina, aunque todavía escucho lo que dice papá detrás de nosotros.

—Comiéndose mis malditas fresas. —gira la cabeza para mirar a mamá.

—¿Solo eso te molestó, Luke?

—¡Por supuesto que no! —papá sacude la cabeza—. También que intentó seducirte, pero mamita, tengo que reconocer que quiero mucho ese batido de fresa.

Mamá pone los ojos en blanco y nosotros finalmente desaparecemos en el pasillo en dirección a la puerta. Tomo las llaves de la camioneta de mamá, luego los tres salimos al porche.

Phoebe y Reynolds me miran.

—¿De verdad iremos a la casa de los Kavanagh? —pregunta mi chica con las cejas arqueadas.

—No. —le lanzo una mirada dura a Reynolds—. Por lo que vi en el desayuno, ellos tienen sus propios problemas. Además, este tonto también coqueteó con la tía Leila.

—Rayos. —ella pone los ojos en blanco—. Entonces tal vez deberíamos adelantar esa cena en la casa de mis padres.

¿Qué?

Sería como meterme a la boca del lobo.

—¿Crees que deberíamos? —lo último que deseo en este momento es molestar a mi suegro.

—Si, claro. Estoy segura que le encantará.

Yo también espero eso, sobre todo cuando tenemos qué llevar a Reynolds con nosotros. ¿Tal vez los Grey lo dejen quedarse con ellos? Carajo, desde ya sé que es una pésima idea.

Phoebe toma su teléfono para llamar a su mamá mientras todos subimos a la camioneta de la mía. La señora Grey contesta inmediatamente.

—Mamá, ¿Crees que podríamos ir hoy a tener esa cena con ustedes?

Mi suegra se queda en silencio por algunos segundos.

—Si, por supuesto. Y hay algo de lo que me gustaría hablar contigo

—Bien. Estaremos ahí pronto.

Con todo decidido conduzco en dirección a Bellevue, momento que aprovecha mi chica para girar en el asiento para mirar a Reynolds.

—Un par de cosas antes de que entremos en la casa de mis padres. —frunce las cejas para parecer seria—. Nada de coquetear con mi mamá, mi papá no lo va a tolerar. A menos que quieras perder la movilidad de algún miembro.

—Mierda. —los ojos de Gregory me buscan en el espejo retrovisor—. Sawyer, déjame bajar. Prefiero arriesgarme al intemperie que a su padre.

Una sonrisa se estira en mis labios.

—¿Le tienes miedo a un viejo? —me río, y Phoebe me golpea el brazo.

—Nene, recuérdame por qué te enlistaste en el ejército en primer lugar.

—Mierda. —decimos Reynolds y yo. En mi defensa, no quería arruinar la amistad de papá con el señor Grey.

El silencio es la única respuesta que Phoebe necesita, así que continúa.

—Segundo punto, no intentes flirtear conmigo porque te voy a patear las pelotas, ¿Entendido? —dice y Reynolds inclina la cabeza—. Pero sobre todo, nada de flirtear con mis hermanos o acercarte a ellos con intenciones ocultas.

¿Qué?

—¿Qué carajos? —le echo un vistazo rápido a mi novia—. ¿Por qué dices eso?

Es decir, conozco a Reynolds. Su nivel puto es casi tan alto como el de Teddy, pero no es gay. ¿Ted o Harry lo son?

Phoebe sonríe con más diversión de la que quisiera.

—Por lo que pasó con Jase, ¿No te lo dije? No es importante ahora, solo que no estoy lista para lidiar con todo eso esta noche.

Rayos, necesito tener una conversación con mi mejor amigo.

Para cuando llegamos a Bellevue,  los dos Grey más jóvenes están esperando en el jardín de la entrada, Ted con un cigarrillo encendido. Sus ojos grises miran fijamente a Reynolds.

—¿Este es tu nuevo mejor amigo?

Mi mirada va de uno al otro.

—Es un buen amigo igual que tú. Te sorprendería lo mucho que las situaciones de vida o muerte te ayudan a crear lazos con otras personas.

Teddy frunce los labios y me hace una seña para que pase, pero se atraviesa en el camino de Reynolds.

—No me mires. —Gregory dice—. Me prohibieron coquetear contigo.

¿Qué? Este tonto.

La mandíbula de Ted se abre y el cigarrillo se escapa de sus labios, solo el golpe de Harry en su espalda lo saca de su sorpresa, y sé que tendremos qué aclarar esta mierda confusa más tarde.

Pero no en este momento cuando el señor y la señora Grey nos esperan de pie en la puerta.

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Nosotros (Mío #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora