Capítulo 81. Phoebe Grey

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La noche de la despedida de solteros...

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—¿Qué carajos es ese olor?

Jamie abre los ojos y levanta la cabeza para mirarme arrodillada entre sus piernas.

—Oh, eso. El maldito Reynolds me vomitó encima.

Ew.

Miro la mancha oscura en el costado de mi chico y sorpresivamente no huele mal, solo a alcohol y tal vez algo cítrico... ¿Limón?

—Nene, creo que Reynolds te tiró su trago encima. —¿Porqué lo haría? ¿Ya estaba borracho? —Espera, ¿Esa es la razón por la que viniste a casa?

Sus bonitas cejas se fruncen.

—Si.

Ah, ya veo.

Cuando Marcie dijo que se encargaría de los chicos, supongo que se refería a esto.

Bien. Gracias Reynolds.

Tomo la camiseta por los extremos y la estiro para quitársela, haciendo que se incline al frente. Antes de que retroceda, sujeto sus mejillas cubiertas de barba.

—Te amo, Jamie. Y mucho.

Sus ojos azules se suavizan cuando me mira.

—Tambien te amo, nena.

Empujo mis labios sobre los suyos y le demuestro todo lo que siento, mis manos se deslizan de sus mejillas hacia la parte trasera de su cabeza y el movimiento provoca que me levante y me suba a horcajadas sobre su regazo.

Toda una hazaña sin romper nuestro beso.

—¿Jamie? —beso su cuello y él jadea—. Haré de tu despedida de soltero algo especial.

Mi prometido se ríe.

—Nena, apareciste aquí con lencería y tacones, es la mejor maldita noche de mi vida.

¿Si? Tal vez pueda hacer algo más memorable.

Mi boca deja besos húmedos sobre su pecho y abdominales mientras bajo, liberando el cinturón y la cremallera de sus pantalones.

Jamie suspira.

—Mierda, si. Me encanta.

Por supuesto que lo hace. Estuve leyendo ese libro sobre anatomía humana de la biblioteca de mi escuela, poniendo especial atención sobre las terminaciones nerviosas del pene y todo el proceso físico de la excitación porque soy una estudiante dedicada.

Y una excelente novia.

Bajo su pantalón de vestir y el boxer al mismo tiempo para liberar su miembro, que está tan duro y listo para lo que quiero.

—Nene, cierra los ojos y disfruta.

Lo sostengo con mis dedos, moviendo de arriba a abajo antes de tocar la punta con mi lengua. Un escalofrío recorre los brazos de Jamie y se estremece.

—Como tu digas, Nena.

Vuelvo a mi labor rodeando con la lengua la punta, asegurándome de lubricar todo lo que está mi alcance, pero es difícil concentrarse cuando Jamie jadea e intenta empujar mi cabeza hacia abajo.

—Mierda, así.

—Jamie, —alejo su mano—. Quédate quieto o voy a atarte.

Carajo... —suspira y su erección se vuelve más dura.

Lo llevo al fondo de mi garganta lo más que puedo y cuento hasta cinco para mantener bajo control el reflejo de las náuseas, entonces salgo lentamente.

Nosotros (Mío #5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora