༺ Capítulo LXXVII ༻

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Aprovechando que los copos de nieve habían dejado de caer un momento, Jimin se encontraba fuera de la cueva, distrayendo su mente al recolectar todo tipo de hierbas medicinales. Con el pasar de los días, su cuerpo podría haber ido mejorando hasta el punto en que la única molestia que persistía era su tobillo lastimado que no quería sanar del todo, pero lo que era su mente y alma, seguía tan lastimados como el día en que dejó el pueblo tras anular su matrimonio.

Cada vez que parecía que lograba tener un momento de paz, los recuerdos de aquella horrible experiencia se repetían en su mente, una y otra vez, impidiendo que tuviera siquiera una buena noche de sueños.

Tan cansado había estado de ser atormentados por aquellos recuerdos, que Jimin decidió que era momento de ponerse en movimiento, razón por la cual se encontraba en ese instante fuera de la cueva. El mantener su mente ocupada, evitaba que pensara en cosas desagradables, dándole la ilusión al doncel de que su vida había vuelto a la normalidad.

Aquella donde pasaba el día trabajando con las plantas medicinales para ayudar a otros, donde todos le querían y respetaban por ayudar con sus conocimientos, y donde... Nada malo le habían hecho a su cuerpo.

Sí, el pelinegro doncel sabía que aquello no era verdad, que su cuerpo había sido ensuciado por aquella bestia no podría volver a la normalidad, pero... El mundo no se detuvo por lo que le ocurrió, y al igual que todos, debía de seguir afrontando la vida que le tocó, como había hecho desde el mismo día en que nació.

Arrancando una planta, los gruesos labios de Jimin se torcieron en una mueca de dolor por sus manos. Dejando la hierba dentro de la canasta improvisada que había hecho junto a Hoseok, el doncel observó sus dos manos y aplanó sus belfos tan pronto como contempló que estas se encontraban rojas producto del frío. Acercándolas a su rostro, exhaló su cálido aliento en ellas y las restregó hasta que el dolor disminuyó un poco.

—Supongo que es hora de volver —pronunció tan pronto como observó que los copos de nieve volvían a caer del cielo.

Observando la canasta, Jimin se sintió satisfecho de al menos haberla llenado con diferentes tipos de plantas. Con movimientos lentos, se levantó del suelo e inmediatamente aquellos dragones que le habían seguido, dejaron de jugar para ir a su encuentro.

El pequeño dragón blanco inmediatamente viajó hasta su hombro y se quedó ahí, mientras que los demás lo rodeaban y caminaban con él como si fueran sus propios protectores.

Sonriendo levemente ante los cuidados de los dragones, Jimin caminó con un notorio cojeo, lo cual se le estaba dificultando producto de la nieve acumulada en el suelo. Y si no fuera por el dragón más grande que le dejaba apoyarse en él, hacia rato que el doncel se habría caído.

Deteniéndose repentinamente, Jimin tomó una profunda respiración y exhaló lentamente, provocando que una especie de nube abandonara su cuerpo producto del frío. Con cierto sentimiento inquieto, observó a su costado, hacia abajo de la pequeña colina.

Otra vez, ahí abajo, estaba Min Yoongi parado a la orilla del bosque, teniendo una especie de batalla con uno de los dragones más grande, el cual le impedía que diera un paso más adentro.

La primera vez que Hoseok había salido de la cueva para conseguir cosas, le informó que Yoongi estaba parado en el borde del bosque, pero Jimin no le dio importancia pensando que solo estaba buscando algo.

Pero... Desde el mismo día en que el pelinegro doncel había decidido salir para mantener su mente ocupada, que se encontró con la figura de aquel guerrero. Y no importaba en qué momento del día saliera, siempre que se acercaba al borde, se encontraba con aquella solitaria figura. Podría ser un poco más adentro o totalmente afuera, ese estúpido hombre terco siempre estaba ahí, esperando.

༺ Wild Breeze ༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora