Las historias que nunca se cuentan

Sábado 4 de Noviembre del 2023

Ayer no me dio tiempo registrar lo que pasó en el día, pero aquí hago un recap.

Salí del trabajo para Santo Domingo. Tuve la suerte de poder montarme en la guagua que salia a las 5:30 pm. El viaje fue suave, aunque en ocasiones miraba por la ventana de en frente y me asustaba con las ocurrencias del chófer y los demás vehículos. Pasé un rato leyendo el libro de la historia de la iglesia en la República Dominicana. Aprendí que Elsa y Madelin Polanco son de Santiago y conocieron el Evangelio allí. Hay incluso una foto de ellas en el libro. También aprendi sobre los desafíos que tuvieron los misioneros al llegar a Santiago y enseñar. Al rato se puso muy oscuro para leer y me puse a ver una película tailandesa llamada Larga Vida al Amor. Trata de un hombre mujeriego que tiene una esposa y una hija. El hombre hizo que su esposa pasara el infierno descalza, y tiene un accidente que le hizo olvidar todos sus recuerdos. El era un fotógrafo, y cuando tomaba fotos iguales a las que antes había tomado era transportado a esos momentos en el que tomaron las fotos. Ahí fue recordando todo lo que le hizo a su familia, y se dio cuenta lo malo que había sido. El final es inconcluso, porque la esposa aun así desea divorciarse, y antes de los créditos ponen la pregunta ¿que haría usted? Intentarlo o dejarlo.

En el camino Bernardo me dijo que estaría en la misma habitación que Nelsi. Al principio no me sentí muy animada, pero le escribí a ella y estuvimos hablando en lo que yo llegaba. Al llegar al templo tenia un dolor de barriga horrible que no me dejaba pensar bien, y Nelsi llegó con Harold. Después de eso, en lo que nos preparábamos para dormir ella y yo nos actualizamos con todo lo que nos había pasado en un buen rato. Le conté las razones por las que Jonathan y yo habíamos terminado, y ella me expresó lo feliz que estaba de haber encontrado a un hombre que la amara y la respetara. Tuve un sentimiento muy cálido, y aprecié el que nos hayan puesto juntas.

Al día siguiente nos despertamos con la bulla de una hermana que se estaba arreglando, y a quien le molesto que nuestros bultos estuviesen en uno de los lavamanos. Nelsi y yo nos miramos solamente.

De ahi entre al templo, al baptisterio. Hice el bautismo y la confirmación por Meca, la hermana de la abuelita. Me aseguré de que se hiciera también por Lewdy, hijo de Meca. También les hice la iniciatoria. Se lo daré a Buelita como un regalo por su cumpleaños.

Antes de entrar a iniciatoria, pedí a mi padre que me concediera poder sentir a Meca. Justo entonces un sentimiento de gratitud me invadió. Al entrar y sentarme para empezar las ordenanzas, las palabras que se pronunciaban arroparon mi corazón. Por causa de mi servicio leal y fiel, el Señor me consideraba limpia de los pecados de esta generación. Las lágrimas corrían por mi rostro mientras alababa a mi Padre por sus tiernas misericordias. Sabia que debía subir al salón celestial, y lo hice, y le expresé a Dios mis más íntimos deseos. Cuanto consuelo recibí al leer estas palabras en Doctrina y Convenios 88: De cierto, así dice el Señor a los que os habéis reunido para recibir su voluntad concerniente a vosotros: He aquí, esto es agradable a vuestro Señor, y los ángeles se regocijan a causa de vosotros; las ofrendas de vuestras oraciones han subido a los oídos del Señor de Sabaot y están inscritas en el libro de los nombres de los santificados, a saber, los del mundo celestial. Por tanto, ahora os envío a vosotros, mis amigos, otro Consolador, el Santo Espíritu de la promesa, para que permanezca en vuestros corazones; y este otro Consolador es el mismo que prometí a mis discípulos, según se halla escrito en el testimonio de Juan.  Este Consolador es la promesa que os doy de vida eterna, sí, la gloria del reino celestial.

Se que este Evangelio es verdadero. No soy la hija más obediente, pero intento con todas las energías de mi alma servir a mi Dios para que el considere mis ofrendas y me encuntre digna de su presencia. Anhelo el día en que pueda ser llamada como obrera en su santa casa.