Capítulo 69

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—Rubí... —musitó Aneris con los ojos llorosos.

No tenía fuerzas para gritar su nombre, para hacerse escuchar. Desde su posición no veía el cuerpo de su amiga. Una amiga que acababa de dar su vida por ella a pesar del rencor que guardaba hacia su raza.

Un rugido la devolvió a la realidad, y vio que la bruja preparaba un nuevo ataque contra ella. Sin embargo, Nessarose puso los ojos en blanco y se giró. La bruja se quedó confusa al ver allí a la bestia, pero enseguida se dio cuenta de su grave error: al haber salido tras Aneris se había olvidado de cerrar la puerta de la torre. De esta forma el príncipe y el lobo habían podido seguirla.

Chasqueó la lengua con disgusto. Sus planes se habían torcido demasiado: el príncipe no había aceptado su oferta, Aneris se había entrometido, el espejo —que ya estaba segura de que era el objeto que había estado buscando— estaba roto, había sido engañada y había perdido su poder. Pero todavía le quedaba el poderoso Cetro Azur y el dominio de los dos reinos. Solo tenía que terminar con aquellos dos inconvenientes y todo volvería a la normalidad, aunque no tuviera el espejo. Ya encontraría la forma de recuperar su poder por un lado, y de hacerse con un objeto que le permitiera el control absoluto por otro. Y cuando lo consiguiera, se haría con los demás reinos.

Aneris vio cómo la bruja cambiaba de objetivo y apuntaba a la bestia. Esta esquivó el hechizo. Y el siguiente. Y el siguiente. El techo caía en torno a ellos y la luz de las lunas se iba haciendo paso, acompañando a la luz de cada hechizo. Poco a poco, Adrien se fue acercando a la bruja, quien pudo apreciar que ya había empezado el proceso de transformación permanente: en sus ojos brillaba la sed de sangre propia de una bestia. El animal consiguió hacerla retroceder, mas la bruja se repuso enseguida y volvió a la carga, alejándole de sí. Él evadió cada ataque, pero recibió uno en el vientre que le arrastró hasta quedar a pocos metros de la sirena.

—¡Adrien! —Alzó la mano hacia él.

La bestia se levantó y la miró, enfurecida. Estos ojos salvajes asustaron a Aneris, quien vio que ya no quedaba humanidad en él. Se acercó y alzó una zarpa, dispuesto a terminar con ella.

—¡Adrien! Soy yo, Aneris.

La garra quedó suspendida en el aire durante unos instantes que a Aneris se le antojaron eternos. Llegó a ver que su mirada cambiaba, solo un momento, para luego recuperar la ferocidad. Mas eso la alentó: todavía quedaba algo de Adrien, aunque fuera mínimo.

—¡Ella es mía! —gritó una voz a espaldas de la bestia.

La criatura se giró, colocándose en la trayectoria del nuevo ataque de la bruja.

Para Aneris todo sucedió a cámara lenta. Vio a la bestia recibir el conjuro letal por ella. Vio también cómo el hechizo rebotaba en él y regresaba a Nessarose, sin que ella alcanzara a comprender por qué. Ambos salieron despedidos en direcciones opuestas. Ambos perdieron un objeto: él, un fragmento de espejo, que hizo comprender a Aneris lo que había ocurrido; ella, el cetro.

La bestia quedó tendida en el suelo no muy lejos de la sirena. La joven le observó, pero él no se movía.

—¡No! Adrien, por favor, dime algo...

Se deslizó como pudo hasta alcanzarle. Apoyó la espalda en una columna y la cabeza de él en su regazo.

—Adrien...

Nessarose observó la escena desde su posición. El ataque había conseguido debilitarla, pero con el cetro podría recuperar su energía y terminar con ellos de una vez por todas. Se levantó y fue a por el objeto, que había rodado hasta el final de la plataforma. Sin embargo, el cetro no estaba allí. Recorrió con la mirada cada rincón sin hallarlo. Había desaparecido. ¿Habría sido por culpa del hechizo que había lanzado?, se preguntó. ¿Lo habría destruido? Sus ojos violáceos se clavaron en las aguas tranquilas y vacías.

Gritó presa de la rabiay huyó de allí. Por un momento valoró terminar lo que había empezado aunquefuera con sus propias manos, pero temía que alguien más poderoso que ellaapareciera y pudiera detenerla, o mucho peor: desterrarla. El destierro era elpeor de los castigos. Las Tierras Oscuras eran un reino creado para aquellosque habían cometido los peores crímenes.

La maldición de los reinos (Reinos Malditos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora