Abrió los ojos en un último esfuerzo. Quería contemplarla por última vez. Aquellos ojos de océano, aquel cabello de vino, aquella piel de porcelana. Aunque el espejo había logrado protegerle, no había sido suficiente y sentía cómo la vida le abandonaba poco a poco. Pero prefería eso a ser una bestia salvaje. Lo que había sentido en sus últimos momentos no le había agradado. Ganas de matar, de hacer correr la sangre, de cazar a cualquier criatura por indefensa que fuera.
Ella estaba inclinada sobre él con lágrimas en los ojos. Le dedicó una sonrisa.
—Aneris...
—No. —Le puso un dedo en las fauces—. No hagas esfuerzos. Te pondrás bien, ya lo verás... —Pero en su interior sabía la cruda realidad. Ambos la sabían.
La bestia se moría.
—Escucha... —Cerró los ojos, cogió fuerzas y continuó—: Debo agradecerte que me hayas hecho recordar quién soy. Lo había olvidado... —Hizo una breve pausa, respiró hondo—. Quiero que sepas que mi corazón siempre te pertenecerá.
Aneris lloró en silencio, emocionada y triste por estas palabras. Por fin sabía lo que él sentía, por fin sabía que era correspondida y, sin embargo, él la dejaba para siempre. Era injusto.
—Te amo, Adrien.
Él cerró los ojos de nuevo. Ya podía marchar tranquilo, sabiendo que ella también le amaba.
Ante ellos apareció el libro, que cayó junto a la rosa. Pasó hasta la última página y se cerró.
Era el final de la humanidad del príncipe Adrien.
Y era el final de su vida.
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La maldición de los reinos (Reinos Malditos)
Teen Fiction✨Érase una vez un reino sin recuerdos, un príncipe maldito y una princesa hechizada. Pero ¿qué pasaría si la sirenita nadara al castillo de la bestia? Aneris ansía conocer el mundo humano, y a causa de su deseo se verá envuelta en un viaje lleno de...