● 20: Cinturón Negro ●

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—¡Dale má, es re tarde!

—¡Perdón perdón!

Sara entró corriendo a la cocina y tomó las llaves del auto y su cartera. Miró a su hijo de arriba a abajo deteniendo la vista en la mochila que llevaba.

—¿Llevas toda la ropa? —le preguntó

—Si.

—¿Pero llevas suficiente?

—Má, es solo una noche —respondió riendo.


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El Centro Cultural y Polideportivo Los Hornos estaba repleto, gente de todas las edades y de diferentes grupos había ido hasta allí desde varios dojos de La Plata. Se habían ubicado en la cancha de basquet, ya solo quedaban pocos grupos por examinar, aunque la mayoría de los que ya habían pasado, lograron pasar de rango sin problema.

"Concentración", se dijo Enzo a si mismo. Se había preparado mucho tiempo para ese momento, no sabía por qué estaba tan nervioso. Debe ser porque el lugar estaba repleto de gente, podía ver como desde las gradas Lisandro y Leandro estaban junto a su mamá viéndolo, pero no había señales de Julián. Cada tanto volteaba a la entrada para ver si llegaba o no.

Los tres examinadores estaban ansiosos por dar la señal, el examen para obtener en grado de cinturón negro estaba por comenzar.

—Atención —gritó el Sabon.

Volteó a la puerta una última vez. "¿Donde estás?" pensó ansioso.

La prueba comenzó, consistía una serie de movimientos, 30 para ser mas exactos. El control de la respiración de Enzo era perfecto, sus movimientos eran fuertes y concisos, pero al mismo tiempo delicados. Era uno con el aire. Sabía dominar a la perfección esa ambigüedad entre lo fuerte y lo suave de su habilidad.

Cada paso, cada golpe o patada al aire era milimétricamente calculado. Un grado de perfección como ese no era necesario a decir verdad, pero Enzo si se lo tomaba en serio, más que a nada en el mundo. Era fiel a la disciplina que practicaba.

Era el turno de la prueba de la tabla, algo demasiado sencillo pero que algunas veces, si no se golpea el punto justo, puede que esta no se rompa. Por suerte para Enzo esto no fue así, con un golpe preciso pudo conseguirlo.

Enzo no estaba seguro si fue por haber realizado todo con una precisión impecable o simplemente por falta de tiempo, pero los examinadores optaron por omitir la prueba de sparring para él. Al parecer, no la consideraron necesaria. Con eso, el examen llegó a su fin.

Finalmente, llegó el momento esperado: el profe Aimar sostenía el ansiado cinturón negro en sus manos. En lugar de ser el final, este logro marcaba un nuevo comienzo; a partir del cinturón negro, se abrían más rangos por conquistar. Enzo se sentía ansioso por lo que estaba por venir.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora