● 48: Excesos ●

259 31 31
                                    

Con todo resuelto, o mejor dicho, casi todo. Ya solo quedaban detalles diminutos o personales para partir. Los tres estaban en la casa de Lisandro, donde Enzo les contaba el problema que tuvo con Julián. La reacción desmedida ante cualquier inconveniente era algo que sus amigos le recalcaron. Quizás es porque todo últimamente estaba tan perfecto, que a lo más mínimo se desbordaba.

Como bien decía Lisandro: "somos adictos a sufrir". Las personas tienden a preocuparse tanto por todo que, cuando la vida les sonríe, buscan inconvenientes por sí mismos. No suelen tolerar que su mente encuentre paz, ya que están acostumbrados a tenerla maquinando todo el día. Y una vez que este proceso comienza, no puede detenerse.

Enzo, obviamente, había llorado después de salir de la casa de Julián. Afortunadamente, ya era consciente de que debía solucionar ese problema. Así que decidió continuar con los preparativos como si nada hubiera sucedido. Mientras Lisandro y Leandro lo miraban con impaciencia mientras ahora buscaba cosas en su mochila, el moreno había determinado que nada arruinaría su verano. De su mochila sacó aquel viejo cuaderno con la lista que habían elaborado el año anterior.

—¿No habíamos quemado esa cosa? —preguntó Lisandro.

—Ustedes, parece que se olvidaron de esto —dijo, dejando la hoja en la cama —pero aún hay algo importante que hacer.

Leandro examinaba la lista con atención. —Qué nube de pedos que teníamos cuando hicimos esto, "Enamorarse", ¿quién escribió esto, Floricienta?

—Ey, yo lo puse —Lisandro agachó la cabeza avergonzado —y a mí me encantaba Floricienta.

—Pero no es eso lo que importa, es esto —dijo Enzo señalando una entrada de la hoja. Acto seguido sacó un pequeño envoltorio de su bolsillo y se lo tiró a Leandro a la cara.

—Dale forro, me dolió —cuando agarró el pequeño paquete lo tanteó bien, nunca había tenido uno en la mano —Mmm, hablando de forro.

Lisandro se lo quitó de la mano y se puso rojo al verlo —¿Un preservativo?

—Sí, lo saqué de la billetera de mi hermano. Muchachos, este viaje es nuestra oportunidad.

—¿Para?

—¿Cómo para? Para ponerla, tarado.

Lejos de tener relaciones, los tres no habían llegado más allá de roces por encima de la ropa con sus respectivas parejas, eran demasiado vírgenes como para intentar algo más y que les saliera bien.

—¿Y para qué los forros? Si no podemos quedar embarazados, pelotudo —comentó Leandro.

—Pero las enfermedades, tarado.

—Pero si nunca hemos hecho nada.

—Y los otros, ¿qué? Yo sé que mi Juli nunca ha hecho nada, pero no sé Cris y Rodri.

Y esa pregunta bastó para que los tres quedaran pensativos. A Lisandro le daba demasiado pudor como para seguir pensando en eso. Pero entendía que el cuidado era esencial, hacía unos días su madre de la nada le había dado una charla totalmente incomoda sobre el tema.

—Licha, pedile a tu vieja. En el hospital le deben dar —sugirió Leandro.

—¿Qué? No, alta vergüenza. Compremos mejor.

—¿Serán caros?

Y sin pensarlo los tres estaban en la farmacia del barrio, con la vendedora viéndolos desconcertada. Ya habían saludado, pero cuando les preguntó que querían, ninguno era capaz de responder.

—Queremos forros —dijo Enzo al fin.

La señora solo frunció más el ceño.

—Ósea, preservativos —corrigió Lisandro.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora