● 12: 'Lo estoy intentando' ●

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 Su turno comenzaba a las 8:30, la noche anterior no había podido dormir bien. A pesar de que sus parpados le pesaban demasiado, fue hasta el baño de su casa y lavo su cara. La imagen que le devolvía el espejo era desalentadora, la mirada cansada y el cabello todo despeinado. El look ideal para comenzar su vida laboral.

Cuando salió de su casa el sol estaba saliendo, los rayos de luz iluminaban su rostro, y podía ver muchos niños y jóvenes yendo a la escuela. El transito por su parte estaba bastante pesado, todos se dirigían a sus respectivos trabajos. El pensar que tendría que madrugar par ir a trabajar todos los días por el resto de su vida lo estaba deprimiendo.

Llegó al Super 10 minutos antes de que su turno comience, su tía era quien siempre abría. La saludo y fue al cuarto del fondo a dejar sus cosas en un casillero. Mientras recorría el largo pasillo solo esperaba no tener que cruzarse con Cristián, supuso que aún no llegaba porque no lo vio, pero en realidad el otro ya estaba ahí.

Al cruzar la puerta lo vio, poniéndose el delantal de trabajo, lo miró y se dirigió a guardar sus cosas. La verdad era que Lisandro se sentía mal, no le pareció correcto haberlo atacado así la vez pasada, y mucho menos en pleno velorio de la directoria. Le guardaba rencor, eso sí, pero no por eso iba a ser un idiota con él.

—Hola Cristian —finalmente se decidió por saludarlo, pero no hubo respuesta por parte del otro.

El mayor se puso una gorra y salió rápidamente de allí, se cruzó con otro compañero que iba entrando al pequeño cuarto pero lo ignoró y siguió su camino.

—Buen día Cris —Rodrigo lo saludó en la puerta pero no obtuvo respuesta alguna —... bueno se ve que vino de mal humor —se dirigió a su casillero y se detuvo al ver a al castaño —¿Lisandro?

—¡Ey Rodri!, ¿todo bien? —le dijo sorprendido.

—Si, todo bien, no sabía que el nuevo eras vos.

—Ah si, Silvia es mi tía.

—Ah bien, ¿y conociste a Cristian?

¿Conocerlo? Si él supiera —Si, va, ya nos conocíamos de antes.

A Rodrigo le extraño la actitud de Cristian, hace una semana que había tomado el turno de la mañana pero siempre se mostró como una persona gentil y muy amable, el que no lo salude le pareció raro, supuso que probablemente había discutido con Lisandro en ese lugar.

—Ah mirá que chico es el mundo. —le dijo haciéndolo reír. A Lisandro le caía bien Rodrigo, había hablado muy poco con él pero si a Leandro le agradaba es porque debía ser buena gente.

La mañana siguió con normalidad, Rodrigo estaba en la caja y no salía de ahí. Silvia se movía por todo el lugar enérgicamente, cosas de dueños. Tanto Lisandro como Cristian eran los repositores del lugar, pero al ser un Super mediano, a veces también se encargaban de la limpieza. Tal y como a su tía gustaba decirles, eran multiusos.

Por lo general se dividían los pasillos, así que no solía cruzarse mucho con su antiguo amigo. Aunque para él era una distracción muy grande, cada vez que lo veía agachado en un estante reponiendo algo no podía evitar mirarlo detenidamente, no entendía porque no lo quiso saludar. Entendió que probablemente estaba ofendido por lo del miércoles pasado. "Después de lo de tercero tiene el tupé de ofenderse" pensó.

Tampoco estaba siendo fácil para Cristian. Ese fin de semana se planteó la posibilidad de abandonar la idea de arreglar las cosas con su antiguo amigo. Una idea estaba germinando en su mente: la noción de que existen personas que nos ayudan a forjar nuestra identidad, pero que eso no implica necesariamente que deban ser parte de nuestras vidas. Pero Lisandro no era una persona cualquiera, al menos no para Cristian. Entonces, ¿por qué ansiaba tanto su regreso?

Cada vez que algún cliente le preguntaba algo a Lisandro, este se ponía nervioso, no sabía como ayudarlos, al ser nuevo no sabía con exactitud la ubicación de todos los artículos o los precios de los mismos. Cristian lo observaba de lejos, veía como aun sin saber que responder trataba de buscar la solución a las cosas que le consultaban. Sin lugar a duda seguía siendo el mismo, quizás nada cambió.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó mientras el menor hablaba con una cliente.

La pregunta lo descolocó un poco —Emm... si, la señora quería saber donde están las pilas.

—Esas se las tiene que pedir a Rodri en caja. —le respondió directamente a la señora.

—Gracias hijo, sos un sol. —la mujer dio media vuelta y se dirigió a la entrada.

Los dos quedaron un rato en silencio, no sabían que decir.

—Gracias —le dijo Lisandro.

—No hay de que... quería disculparme por no saludarte en la mañana.

—Tranqui, no pasa nada.

"No si pasa, pasa que soy un imbécil por todo lo que te hice, quiero que todo vuelva a ser como antes". En su cabeza sonó muy bien pero solo fue un pensamiento.

—Yo pensé que no ibas a querer hablar conmigo, por eso.

Lisandro sonrió, aún reconocía cuando al mas grande algo lo ponía triste. —Bueno... trabajamos juntos así que medio difícil eso ¿no?. —ambos rieron un poco. —tengo que volver al trabajo.

—Si... yo también.

Eso mejoro la mañana de ambos, ahora el aire era totalmente distinto, aunque aún habían demasiadas cosas pendientes por arreglar, al menos en el trabajo no se iban a sentir tan incómodos. Siguieron trabajando como debía ser, cerca del mediodía era cuando más gente entraba al Super. A la hora de la salida volvieron a cruzarse en el cuarto del fondo, se saludaron y salieron juntos hasta la entrada.

—Nos vemos mañana gente —rodrigo los saludo a ambos, se colocó su casco y partió en su bici. Ambos lo saludaron y quedaron solos.

—Bueno... ¿Qué tal el primer día? —pregunto Cristian.

—Un poco agotador a decir verdad.

—Se pone más fácil cada día —el mas alto no pudo evitar soreirle.

Lisandro se acordó de lo que le dijo en el velorio de la directora Victoria, sabía que no lo decía en serio.

—Yo... te quería pedir perdón, por lo del miércoles... no te debimos hablar así.

A Cristian lo tomo por sorpresa —No, supongo que... me lo merezco.

El otro sonrió un poco, puede que si se lo merecía. No sintió la necesidad de responderle nada. Aún era muy pronto para tocar ciertos temas, pero le alegraba que al menos se llevaran un poco mejor.

Cristian miró en dirección a la calle y lanzó un suspiro —¿Nos vemos mañana?

—Si, nos vemos mañana —le dijo mientras notaba que este se manejaba a pie —¿te vas caminando?

—Sí, siempre voy y vengo caminando.

—Hasta tu casa? Pero queda lejos para ir a pata. —se acordó que siempre llevaba las clavijas de su bici en la mochila. Nunca las sacaba en caso de tener que llevar a Lean o Enzo. —tengo las clavijas de la bici, se las pongo en la rueda de atrás y te subís, al menos te acerco un poco.

Cristian estaba por aceptar, además de no querer caminar la idea lo puso nostálgico. Recordó como solía ir siempre con su amigo juntos en la bicicleta para todos lados, a la cancha, a la escuela o a la plaza. Pero la nostalgia no solo trajo buenos recuerdos a su mente, sino también algunos malos comentarios. "Ay miren los novios como van juntitos en la bici".

—No, no te preocupes.

—Pero posta no me cuesta nada —dijo mientras buscaba las clavijas en su mochila.

—No posta, está bien —más cosas volvía a su mente, no podía olvidarlas. "¿Qué son putos que siempre andan para todos lados juntos?"

—Dale, si además siempre íbamos así ¿te acordás cuando... ?

—¡Te dije que no! ¡¿Qué parte no entendés?! —Cristian le gritó.

El castaño solo lo miró con miedo, no sabía el por que de su reacción. No pudo evitar sentirse mal, no sabía si había dicho algo malo, pero finalmente pensó que Cristian solo era un pelotudo, el mismo pelotudo de siempre. Se colocó su casco para subir a su bici e irse de ahí.

—Yo... te juro, de verdad te juro que lo estoy intentando —le dijo mientras levantaba el dedo indice —pero se ve que es al pedo.

Salió pedaleando rápidamente, dejando a un Cristian arrepentido atrás. Solo lo observó alejarse antes de que si quiera pudiese decirle algo.

—¡Lisandro espera! No quise... —el otro no lo escucho, o no quiso hacerlo. Cristian solo se quedó ahí, parado alrededor de 10 minutos. Arrepentido, como siempre lo había estado.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora