● 17: El Diario Rojo ●

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Enzo miraba la gran esfera que tenía en sus manos. Estaba decorada con dibujos en color dorado, el plástico estaba tan bien cuidado y tan reluciente que parecía hecha de vidrio.

—¿Qué se supone que es esto? —preguntó Enzo.

—La estrella —respondió Leandro.

—¿Cómo que la estrella? —el moreno le lanzó una mirada de confusión —¿Por qué la estrella de tu árbol es una pelota?

—Porqué así son las estrellas. 

—No nada que ver, la estrella tiene que tener... forma de... estrella —dijo pausadamente.

—Nada que ver, no sabes nada.

En eso el timbre sonó y Leandro fue a atender. Enzo seguía viendo esa falsa estrella, no entendía el sentido de que sea redonda.

—Flaco tres horas para abrirme —dijo Lisandro mientras se acercaba a Enzo y le daba la mano.

—Es que este boludo me hizo demorar —respondió el de ojos claros, mientras seguía acomodando unas guirnaldas en el árbol. 

—Licha ¿para vos esto es una estrella? —le preguntó Enzo.

—No, es una pelota eso —respondió el recién llegado.

—Viste Lean, una poronga tu estrella.

Siguieron así por como diez minutos más, debatiendo el por qué de la forma de la estrella de Lean. Usualmente los árboles de Navidad se arman el 8 de Diciembre, pero ese viernes con el tema del acto de colación, Leandro no tuvo tiempo. Así que nada mejor a esperar al domingo y ponerlo con la ayuda de sus amigos.

El árbol era enorme, digno de ser colocado en un shopping o en algún evento al aire libre. Debajo habían armado el pesebre, cuando Enzo y Leandro rompieron una pequeña cabra de cerámica, comenzaron un nuevo debate. El tema: ¿Por qué el pesebre de Leandro era de cerámica y no de plástico?

Tras completar la decoración, finalmente llegó el momento de realizar la ansiada prueba de luces. Los colores iluminaron todo el salón, recordándoles a todos por qué esta época del año los llenaba de alegría. La sensación de unidad que la Navidad transmitía solía reconfortarlos, y también era un recordatorio de que el final del año se acercaba rápidamente.

Luego fueron al quincho de Leandro. Cubiertos por el agobiante sol del mediodía, comenzaron a preparar los choripanes. Sacaron las deliciosas salchichas criollas, que despedían un tentador aroma a parrilla. Mientras las carnes crujían y se doraban a la perfección, las llamas creaban una atmósfera bien "amiguera" que los envolvía.

Una vez que los chorizos estuvieron perfectamente cocidos, los colocaron en panes frescos y los prepararon con sus ingredientes favoritos: mayonesa, kétchup y mostaza. Y bueno, salsa golf para Leandro. Luego de comerse todo, los tres jóvenes permanecían sentados en reposeras al rededor de una pequeña mesa ratona de mármol. 

—Bueno muchachos, es hora —Lisandro sacó de su mochila el cuaderno rojo que tomaron de la dirección. De él, sobresalían los documentos que tantos problemas podrían haberles traído. 

Las tres actas de suspensión y el formulario de expulsión estaban ahí. Los tomó y le paso uno a cada uno, y en un acto simbólico los arrojaron a las brasas, dejando que se quemen, y con ello poniéndole fin a ese capítulo de sus vidas.

—¡Somos libres! —dijo Lisandro mientras levantaba sus brazos en forma de celebración.

—Y pensar que gracias a esto le pude torcer el brazo a Joaquín —comentó Enzo mientras se servía un vaso de gaseosa —no me quejo.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora