● 06: Después de la Tormenta ●

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No había nadie a esa hora en la plaza, la lluvia tenía ese efecto, la gente solía huir de ella como si fuese peligrosa. El frondoso Arce servía como un buen refugio del agua, las luces tenues de la plaza se reflejaban en las hojas mojadas. Bajo el árbol, los dos jóvenes permanecían de pie.

—¿De verdad no querés ir a la comisaria? —le preguntó Rodrigo.

—No tranquilo, estoy bien.

—Porque si te robaron podés hacer la denuncia.

Leandro no respondió, se sentía avergonzado y usado. Era solo el juguete de prueba de besos de Joaquín, se preguntaba como podía ser tan tonto en creer que podía nacer algo de una relación como esa. Ni siquiera era una relación, era una especie de mutualismo poco saludable en donde solo se daban besos.

—Me peleé con alguien —dijo Leandro.

—Ah, ¿pero está todo bien? —preguntó Rodrigo.

—Si, tan bien que me golpeo tan fuerte que me hizo sangrar.

—Eh... quise decir...

—Tranqui, no creo que lo vuelva a ver nunca más.

Rodrigo sentía que algo andaba mal con el muchacho, no era solo el golpe que le habían dado, cada palabra que decía sonaba con una falsa calma que escondía algo adentro. Como si estuviese roto, quería levantarle el animo pero no sabía como, así se le ocurrió uno de sus tantos chistes sin gracia.

—Escuchate esta —le dijo captando la atención del de ojos claros mientras sonreía -¿Qué hace una abeja en un gimnasio?

—¿Qué? —le preguntó sin entender la pregunta.

—¿Qué es lo que hace una abeja en un gimnasio? —repitió.

Lean se percato de que estaba haciéndole un chiste —¿Qué hace?

—¡Hace zum-ba!

Era el peor chiste del universo, tan malo que dio vergüenza escucharlo. ambos se quedaron callados, pero Leandro apreció mucho que quisiera animarlo sin siquiera conocerlo. Lo que empezó con una pequeña risa terminó en una carcajada que contagió al otro, un risa que se mantuvo en los dos a lo largo de todo un minuto.

—Gracias —dijo Leandro cuando estaba cesando la gracia.

—¿Por? —le respondió el mayor mientras miraba en dirección a la calle.

—Por hacerme reír.

Leandro lo observó con detenimiento, era un poco más bajo que él, llevaba un rompe vientos suelto y debajo una musculosa. Emitía vibras de despreocupación, como si fuese una persona liberada a la que nada le preocupa. Pudo notar al ver su clavícula un físico algo trabajado y en su cara, una barba recién afeitada. El cabello corto, oscuro y húmedo caía sobre su frente.

—Es un poco tarde, me gustaría acompañarte pero me tengo que ir —le dijo Rodrigo.

—Hiciste mucho por mí, gracias.

—No hay de que.

Mientras Rodrigo se colocaba el casco de bici, se veía como si quisiese decirle algo.

—Ehh ... mirá..., no te conozco y no sé el porque de la sangre y eso... -Rodrigo lo miraba con preocupación -pero estoy seguro de que, lo que sea que te haya pasado... no es tu culpa.

—Y si... ¿si lo fue? —le dijo Leandro mirándolo fijamente a los ojos, haciendo que el silencio tome el control de la situación.

—No... no te ves como alguien malo.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora