● 40: El Incidente de Tercero (III) ●

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Cristian se sentía atrapado en una vida que no era la suya. Aún no había podido aceptar su orientación sexual, ni mucho menos compartirla con nadie. Vivía en un constante miedo de ser rechazado, juzgado o violentado por su familia, sus compañeros o la sociedad. Hacía un año que los sentimientos que tenía por Lisandro habían migrado de una amistad a algo más.

Su padre era policía, y Cristian siempre lo había admirado por su valentía, su integridad y su sentido de la justicia. Pero todo cambió el día que lo vio salir de un telo con una mujer que no era su madre. Cristian sintió que su mundo se derrumbaba, y que su padre era un hipócrita, un mentiroso y un traidor. Desde entonces, empezó a odiarlo, y a evitar cualquier contacto con él. En ese momento abrió los ojos y comenzó a verlo como quien realmente era, un policía de cuarta totalmente corrupto.

Su única luz en la oscuridad era Lisandro, su amigo de la infancia. El único que lo hacía reír, que lo escuchaba, que lo apoyaba. El único que lo conocía de verdad. El único que le despertaba mariposas en el estómago, y que le robaba el sueño por las noches.

Pero Cristian nunca se atrevió a confesarle lo que sentía. Temía que Lisandro lo rechazara, que lo viera como un bicho raro, que lo alejara de su vida. Temía perder su amistad, lo único que le quedaba. Así que se conformaba con soñar despierto con él.

En su casa se sentía solo, incomprendido, infeliz. Se sentía como un extraño en su propia vida.

Esa mañana, Cristian salió de su habitación a toda prisa y se encontró con su padre en el living. Estaba viendo la televisión, con una cerveza en la mano, a pesar de ser las once de la mañana, era una mala costumbre que había adquirido. Cristian sintió un nudo en la garganta, y trató de pasar de largo, sin mirarlo.

—¿A donde vas, hijo? — le preguntó su padre, con una voz que pretendía ser amable.

—A ver a Licha — respondió Cristian, con sequedad.

—¿A dónde?

—A ver a Lisandro.

—¿Otra vez? ¿No te cansás de estar siempre con él? ¿No tenés más amigos?

—Es mi mejor amigo. Y sí, tengo más amigos, pero quiero verlo a él ahora —cerró los ojos arrepintiéndose por decir lo último.

—¿Verlo? Mamita, como te tiene el putito ese, mientras no salgas igual todo bien.

Cristian lo miró con total desprecio —Ni se te ocurra hablar así de él.

—¿Tengo razón o no? Menos mal que para acá no viene más.

—Sí, porque vos no querés que venga.

—Es por tu bien, tenés que juntarte con otra gente.

—Mogólico —susurró Cristian.

—¿Qué dijiste? —le gritó su padre.

Sin responderle salió de su casa sin importarle que no lo dejara. A esa altura se manejaba así, salía de su casa las veces que quería, a veces sentía que pasaba mas tiempo en la casa de Lisandro que en la suya.

Mientras su amigo arreglaba su tocadiscos, para poner el disco de Parachutes, disco para el que poder regalárselo gastó todos sus ahorros, pensaba en como no era necesario declararse. Solo tenía que esperar a cumplir la mayoría de edad e irse de su casa. Al menos eso pensaban sus mentes adolescentes, convencidas de que todo era fácil. Con Lisandro tenían un plan, cuando terminaran el secundario se irían a vivir juntos alquilando por ahí.

Ahí cometió su primer error, la cercanía de Lisandro lo puso en una encrucijada, se moría por saber si le gustaba alguien. Así que llevó la conversación a donde él la quería, pero nunca pensó en escuchar lo último.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora