● 43: Pertenecer ●

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Enzo no entendía como usar el escáner, tampoco era bueno contando, odiaba haber mentido en las cosas que sabía hacer y en las que no. Pero mas odiaba no estar a la altura de la tarea.

—¿Necesitas ayuda con eso, Enzito? —preguntó la otra cajera, con una sonrisa amable.

Enzo asintió, agradecido, aceptando la ayuda para dominar la maquinaria. No tardó en comprender los procedimientos básicos del aparato, aunque una sensación de inseguridad se aferraba a él, recordándole que había mentido para conseguir el empleo.

Como Rodrigo se ausentaría por tiempo indefinido, la tía de Lisandro le comentó a su mamá sobre como necesitaría a alguien nuevo. La mamá de Lisandro le dijo a la de Enzo. Y sin pensarlo ahora Enzo estaba en la caja del supermercado.

—¿Te doy 5 y me devolvés 50? —preguntó una señora.

—¿Ah?

—Qué si te doy 5 y me das 50.

—Pero yo le tengo que dar 45.

—Por eso, te doy 5 y me das 50 —insistió la mujer.

Lejos de facilitarle las cosas, solo se la complicaba más y más. Cada calculo era un pequeño sufrimiento, agradecía tener la maquina y calculadora, pero facilitar el cambio era una tarea difícil.

—No trates de pensar mucho, no estas acostumbrado, te puede hacer mal —comentó Lisandro que se acercó por atrás.

—Hermano la estoy pasando re mal.

—¿Y para que aceptaste?

—No pensé que me iba a tomar.

—Es mi tía, obvio que te iba a tomar, taradito.

Quería trabajar, pero no como cajero. Entro en una encrucijada desde que le habían regalado el auto, o al menos desde que fue consiente de ello. Al parecer en su familia habían ahorrado mucho para eso, y llevaban meses pagándolo. Si bien no era el modelo mas nuevo, para alguien de su edad era un golazo.

Pero ese auto traía consigo responsabilidades. Arreglos, combustible y pagar un seguro, aunque sea uno muy barato. Aunque sus padres le dijeran que disfrutara de su verano y que ellos lo ayudarían a pagar lo que sea, ahora tenía un... ¿Un qué? Se preguntaba constantemente, un algo era la respuesta, o mejor dicho, un "alguien". Alguien a quien quería llevar a pasear, alguien a quien quería regalarle cosas. Y no podía simplemente ir a sus padres y decirles: "¿Me das plata para sacar a pasear a mi 'alguien'?"

Como todo dinero era bienvenido, el torneo de deportes veraniego de la ciudad era una buena alternativa para distraerse y de paso, ganar un par de mangos. Al caer la tarde, después de su jornada laboral, Enzo decidió encaminarse hacia el polideportivo de la ciudad.

El centro deportivo resplandecía con la luz del sol que se despedía del día. Enzo se adentró en el lugar, que, aunque ya lo conocía, nunca lo había visto en momentos en los que estaba medianamente vacío. Se cruzó con algunos chicos que aprovechaban el centro como lugar de entrenamiento para distintas disciplinas. Preguntando, llegó a la mesa de inscripciones del torneo.

—Hola —lo saludó un joven con cara de pocos amigos —¿Estás interesado en el torneo de verano?

—Sí, quiero inscribirme —respondió Enzo con una sonrisa.

—Lo organiza la intendencia, así que la inscripción es gratuita. Pero tenés que llenar este formulario —respondió el chico mientras le extendía una copia.

—Buenísimo.

—¿Cuántos años tenés?

—Diecisie... dieciocho —se corrigió.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora