● 34: Nuestro Lugar Favorito ●

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Con el último análisis Rodrigo entendió que ya no había más nada que hacer que esperar, esperar a que con todos esos estudios finalmente le den un diagnostico. Se miraba los moretones que le dejaron cada una de las extracciones por las que había pasado, pensando en lo feos que se veían.

Y como en esas dos semanas entendió que de nada servía aislarse, no tenía un propósito mantener esa falsa normalidad. Porque su nueva normalidad, era la que estaba viviendo ahora, entre análisis y un diagnostico inminente. Pero en esa nueva vida entendió también que podía tener mas personas a su lado, sobre todo a Leandro, a quien estaba buscando como contarle su situación. Tenia miedo de que se enoje por haberle ocultado todo.

Acortar con la distancia tonta que había puesto fue idea de Julián y Cristian, y la verdad que ambos tenían razón. Así que volvió a responderle los mensajes, y verlo algunas tardes. Pero siempre que iba a contarle algo lo frenaba.

Leandro se daba cuenta de que algo no estaba del todo bien. Decidió hacer algo espontaneo, tomar al otro por sorpresa.

En una tarde de martes, el sol pintaba de tonos dorados las calles de La Plata. Leandro caminaba con paso decidido hacia la casa de Rodrigo, con una emoción apenas disimulada. Llevaba consigo una sonrisa traviesa que intentaba mantener oculta.

Al llegar a la puerta de Rodrigo, tocó el timbre con entusiasmo. Rodrigo abrió la puerta con una expresión de asombro, no esperaba verlo ese día. Desde que volvió del trabajo, su plan era dormir la siesta y pasar toda la tarde dibujando o viendo tele.

—¿Leandro? —Dijo Rodrigo —¿Todo bien?

—¡Hola! ¿Te gustaría salir?

—¿A dónde? —Rodrigo frunció el ceño, intrigado.

—Es una sorpresa, pero seguro que te gusta. Dale vamos.

Rodrigo, algo desconcertado, aceptó la invitación sin saber bien qué esperar. Ambos se dirigieron hacia la Diagonal 73, con cada cuadra se acercaban a la plaza Moreno. Hasta que pararon frente a la imponente Catedral de La Plata. Al acercarse, la majestuosidad de la edificación dejó a Rodrigo sin aliento.

—¿La Catedral? ¿Me trajiste a una iglesia? —preguntó Rodrigo, mirando la fachada con asombro.

—¿Nunca has entrado?

—No, y no se si quiero entrar —La verdad es que cualquier edificio religioso le daba miedo.

—Mejor entonces, te va a gustar —respondió Leandro con un brillo especial en sus ojos.

Entraron en la catedral y se encontraron con una misa que recién estaba por comenzar. Las bancas estaban ocupadas por fieles y en el altar el cura y un par de monaguillos se preparaban.

—¿Me trajiste a una misa? —Rodrigo preguntó consternado —Me voy.

—Pará, seguime.

La solemnidad del lugar envolvió a ambos mientras se abrían paso hacia la escalera que llevaba a una de las dos torres de la catedral. En la entrada una mujer ponía una cadena para impedir el paso.

—Hola Marta —saludó Leandro a la mujer.

—¡Leandro!, ¿Cómo estás?

—Todo bien, voy a subir un rato.

—Bueno, cuando bajes ya sabes, cerrás con la cadena.

Subieron lentamente, cada escalón era una pausa para contemplar la magnificencia de la arquitectura interna y el ambiente sereno que se respiraba.

—¿Porque te dejan pasar?

—Ventajas de ser hijo de quien soy. Acaban de cerrar pero puedo venir cuando quiera.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora