—Perdón si soné algo... —Cristián trataba de encontrar la palabra adecuada.
—¿Insensible? —sugirió Julián.
—Sí, eso.
Rodrigo valoraba enormemente su tiempo, para él ese era su recurso más preciado. Sin embargo, en ese preciso instante, tenía la sensación de que, una vez más, ese tiempo que tanto quería conservar estaba a punto de esfumarse, escapándose de sus manos como arena entre los dedos.
Tenía diez años cuando todo empezó, justo en su cumpleaños. El patio bullía con la risa y los juegos de los niños. Para él, los cumpleaños eran especiales, especialmente el momento de soplar las velas. Estaba convencido de que al apagarlas, cualquier deseo que pidiese se volvería realidad. Si tan solo hubiera deseado un poco más de tiempo.
De pronto, sintió una pequeña punzada en su cabeza. Al principio, decidió no prestarle atención, pero cuando una gota de sangre manchó su camisa nueva al caer desde su nariz, hizo que su familia se alarme.
No recordaba mucho de esa época, excepto por la creciente brecha entre sus padres, una distancia que parecía agrandarse día tras día.
—La obra social no lo va a cubrir. Esperemos el turno en el hospital público.
—Es mucho tiempo, no podemos esperar. Podemos vender el auto si no hay plata, ¿cuál es el problema?
—¿Te estás escuchando Erica? No estás pensando.
—Vos tampoco estás pensando, parece que te da igual nuestro hijo.
Primero fueron visitas rápidas al médico, que se hicieron más frecuentes con el tiempo. Cuando la cantidad de extracciones de sangre que le hacían aumentaron y lo introdujeron en lo que él veía como un "gran tubo de metal", supo que algo no estaba bien. Sus padres hacían todo lo posible por ocultárselo.
Las preguntas se multiplicaban y, finalmente, decidieron contarle la verdad. El día en que los médicos le explicaron a Rodrigo el tratamiento necesario, el mundo pareció reducirse a su alrededor. "Algo está creciendo en tu cabeza, debemos eliminarlo"; las palabras sonaban como ecos distantes, mientras la seriedad en los rostros de los adultos confirmaba la gravedad de la situación.
Lo primero que preguntó fue: "¿Me voy a morir?" Una pregunta que, claramente, no obtuvo respuesta.
Las Tomografías Computarizadas, las Resonancias Magnéticas, conceptos que su mente infantil no lograba comprender del todo, pero eran necesarias para localizar con precisión la ubicación del tumor. Este hallazgo crucial abriría la puerta para eliminarlo mediante cirugía.
Las semanas que siguieron fueron un torbellino de emociones y procedimientos médicos. Los días se dividían entre consultas, análisis y el temido tratamiento. Rodrigo se aferraba a su inocencia infantil para comprender la magnitud de lo que ocurría. ¿Por qué su cabeza le estaba haciendo eso? ¿Por qué los doctores necesitaban hacerle daño para curarlo?
Así dieron con el cerebelo, el que sería el objetivo de la operación. El tiempo era esencial, cualquier demora podría conllevar secuelas que afecten su vida de forma permanente.
En ese momento, Rodrigo sintió como si estuviera robando el tiempo y la vida de sus padres. Creía que lo único que había logrado era arrebatarles ese bien tan preciado para él. A medida que las discusiones entre ellos crecían, también lo hacía su culpa.
La cirugía fue una odisea aterradora. Podía llevar un par de horas y cuando decidieron monitorearlo, entendió que debía quedar internado una noche antes. Aún recordaba el frío de la habitación, y al chico de la camilla de al lado. Cuando vio que este estaba peor que él, sintió la responsabilidad de animarlo. Esa noche, aquel otro niño fue cambiado de habitación, dejando a Rodrigo solo en el lugar.
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Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )
FanfictionTres amigos que terminan el secundario: Lisandro, Enzo y Leandro, deben enfrentar los dilemas que se presentan en ese momento crucial en el que el mundo adulto se va acercando y hay que tomar decisiones. Transitando su último verano como adolescente...