● 31: Los Otros Diarios ●

284 41 41
                                    

Aceptar que le gustaba alguien ya era algo inusual para él, pero aceptar que era Lisandro quien le gustaba era aún más complicado. Identificar esos sentimientos, ser capaz de nombrarlos, lo ponía nervioso en presencia del castaño.

Su mente le jugaba malas pasadas constantemente; cada palabra que Lisandro pronunciaba sembraba la duda en él. ¿Había algún subtexto oculto, un doble sentido que no lograba ver? Incluso con los simples "hola" de Lisandro, esto ocurría.

—¿Por qué tan pensativo? —preguntó Lisandro acercándose por detrás.

—Eh, no, por nada —respondió Cristian, terminando de colocar unos paquetes de servilletas en una estantería —Solo estaba pensando en que no hay mucho por hacer.

—Mal, en año nuevo andan todos desesperados, después de eso parece que se olvidan de hacer las compras —respondió el castaño mientras observaba en dirección a la entrada —¿Cris?

—¿Si?

—¿Me acompañas al cuartito del fondo? Tengo que darte algo.

—¿Qué cosa? —dijo, tragando saliva ante la incertidumbre.

—Es una sorpresa.

Mientras caminaba tras él, sentía mucho miedo por algún motivo. Lo siguió hacia el fondo y al cruzar la puerta, Lisandro se dirigió a su casillero, sacó un sobre de su mochila y se lo dió.

—¿Y esto? —preguntó, desconcertado.

—Es... una invitación.

El sobre blanco llevaba escrito su nombre en el dorso, Cristian Romero. Al abrirlo, descubrió que era una invitación a su cumpleaños número 18.

—Mi vieja insistió en hacer tarjetas para invitar a mis familiares. Yo le dije que era al pedo si ni que fuéramos tantos. Pero dice que solo se cumple 18 una vez —explicó Lisandro.

—¿Y me acabas de invitar? -preguntó Cristian sonriente.

—Pues claro, si sos... mi amigo ¿no?

Cristian se detuvo unos segundos pensativo.

—Claro, ahí voy a estar.

La idea de cumplir la mayoría de edad era algo desconcertante para Lisandro. Oficialmente iba a ser considerado como un adulto para la sociedad, pero eso estaba muy alejado de cómo se sentía. No se veía como un adolescente, pero tampoco como un adulto, estaba en un limbo en donde la noción de madurar le causaba mucho ruido.

¿Qué es madurar? Se lo preguntaba constantemente, pero aún no encontraba una respuesta. Para su edad se sentía bastante maduro, siempre siendo la voz de la razón de su grupo de amigos, pero para otras cosas como decidir que hacer con su vida todavía se sentía como un niño.

Por otro lado, Enzo se mostraba muy emocionado. Ambos cumplían años con un día de diferencia y, como era costumbre, planeaban celebrarlo juntos ese año también.

—Supongo que lo van a festejar juntos.

—Sí —Lisandro tomó otro sobre de su mochila —esta es para Rodrigo, no me tengo que olvidar de dársela o Leandro me va a matar.

—Créeme que se va a poner como perro con dos colas cuando se la des.

—¿Por qué decís eso? -preguntó extrañado.

De nuevo Cristián metiendo la pata.

—Ah... porque le encantan las fiestas. Eso me dijo el otro día.

El gesto de invitación de Lisandro hacía que el corazón de Cristian revolotee de alegría; se sentía parte, finalmente incluido. A pesar de que faltaban días para el evento, en su mente ya estaba seleccionando qué camisa ponerse. Recordó la conversación que había tenido en Año Nuevo con la madre de Lisandro. "Hacía tiempo que no veía a mi hijo tan animado, supongo que vos sos el motivo", esas palabras resonaban y generaban un cálido nudo en su pecho. La sensación de pasar página que estaba buscando.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora