● 21: Reflejos en el Lago ●

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Los nervios siempre están presentes cuando alguien rinde o presenta un examen, pero en Rodrigo no pasaba esto. Estaba totalmente confiado y no se iba a permitir desaprobar, y mucho menos ahora, que tenía una persona a la que no quería defraudar.

—De Paul —dijo el profesor mientras le extendía el examen ya corregido —felicitaciones.

Cuando tomó la hoja, vio un enorme 10 en la esquina. Al principio pensó que el profe corrigió mal. Sin embargo, al sentarse a revisar cada uno de los ejercicios, pudo comprobar que, en efecto, había resuelto todo a la perfección. Al salir de la escuela le cayó la ficha de que ese 10 era el primero que obtenía en toda su vida.

Siempre se sintió un mediocre. Ni tan malo ni tan bueno, siempre en la línea de la mediocridad. Estaba en ese espectro en el que ninguna materia le costaba pero tampoco le importaba demasiado como para tener notas destacables. 

Matemáticas era un caso aparte, siempre fue un desafío para él, hasta que conoció a Leandro. Cuando obtuvo la nota, la primera persona a la que quiso contárselo fue a él. Hasta que un vacío comenzó a crecer en su interior. Ahora que ya había rendido, no dejaba de pensar que ya no tenían un motivo para volver a verse.

Durante todo el fin de semana, el impulso de enviarle un SMS o de ir a su casa lo mantuvo ocupado en su mente. Sin embargo, una reflexión lo detuvo en seco: ¿realmente conocía lo suficiente a Leandro? Reconocía que sus ideas estaban equivocadas. Cierto, sabía que Leandro era un fundamentalista de la chocolatada sin azúcar. También había captado su gusto peculiar por bandas musicales desconocidas y su extraño gesto de llevarse la mano izquierda detrás de la oreja cada vez que algo lo molestaba. Pero, ¿era eso todo lo que había que saber sobre él?

Conocer a alguien no se limita a recopilar hechos sobre esa persona; va mucho más allá. Implica sumergirse en su mundo, comprender su esencia y comprender qué los mueve cada día. Se trata de entender por qué luchan, cuáles son sus sueños y qué les da impulso en la vida diaria. Conocer a alguien es desentrañar su motor interno, descubrir sus metas, sus desafíos y lo que los hace levantarse cada mañana con determinación y pasión. Es adentrarse en su universo emocional y entender lo que los hace genuinamente ellos mismos.

La tarde del domingo, mientras aún tenía todo esto en mente, se dedicó a hacer bocetos en un pequeño cuaderno. Sus manos se movían con naturalidad sobre el papel, y sin siquiera ser consciente, terminó dibujando un pequeño retrato de Leandro. Al contemplar el dibujo finalizado, finalmente lo entendió: si conocía a Leandro más allá de las palabras. Cada trazo capturaba las expresiones únicas de su rostro, cada rasgo y detalle. Se dio cuenta de que lo conocía de memoria, había capturado en ese dibujo mucho más que líneas y sombras; había plasmado la esencia misma de Leandro.

"La puta madre Rodrigo, acaso te... ¿gusta?" se preguntó.

Nunca tuvo problemas para que alguien le guste, por más que siempre se tratase de chicos, pero nunca podía concretar nada con nadie. Ni siquiera había dado su primer beso aún.  

La respuesta era sí, le gustaba, y mucho. Había una atracción innegable hacia esa persona. Pero para él, embarcarse en algo así era más que un desafío; era una contradicción cuando un problema mucho más grande y crucial acaparaba su atención constante. La promesa se había sellado en su corazón: no involucrarse sentimentalmente con nadie hasta que todos los problemas que tenía en su vida estén en orden. 

Aún así no consideraba a Leandro como cualquier persona, si no podía tener algo con él, al menos podían ser amigos. Por eso, cuando ya casi pasaba una semana sin noticias del otro, tomó fuerzas y le envió un SMS, corto, para ahorrar caracteres, y conciso para que el mensaje se entienda.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora