● 50: Vámonos de viaje ●

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El plan estaba trazado de antemano: el auto de Enzo contaba con cuatro asientos. Sin dudas, él sería el conductor, mientras que Julián ocuparía el puesto de copiloto. Por otro lado, Rodrigo y Leandro, su "enfermero" personal, se ubicarían en los asientos traseros. Los dos restantes, al no caber en el auto, viajarían en colectivo, una decisión que ya habían tomado antes de la discusión que tuvieron.

Con un viaje de aproximadamente cinco horas por delante, Julián se había asegurado de descansar sus ocho horas habituales de sueño. La alarma sonó a las cuatro de la mañana, y ahora se encontraba revisando meticulosamente cada detalle, no quería olvidarse de nada.

Se vistió con la ropa más cómoda que tenía y salió de su casa a las cinco en punto. Si todo iba según lo planeado, llegarían a Mar del Plata antes del mediodía, lo que les dejaría toda la tarde libre para disfrutar de la playa como corresponde.

Por otro lado, Enzo apenas se estaba levantando, no porque quisiera, sino porque se había quedado dormido. Su madre, previsora como siempre, había puesto una alarma, aunque en este caso, era más para ella misma, siempre temerosa de que su hijo se quedara dormido. Lamentablemente, su temor se hizo realidad.

Después de una ducha rápida y unos mates, Enzo partió sin ni siquiera verificar si todo estaba en orden. Afortunadamente, la casa de Julián no quedaba muy lejos, aunque cualquier retraso significaría no solo llegar tarde por Julián, sino también por Leandro y Rodrigo.

Desde aquel día en que Enzo se ofendió y se marchó abruptamente de la casa de Julián, las cosas estaban tensas entre ellos. Aunque se habían vuelto a ver después de eso, parecía que el orgullo se había interpuso entre ellos como una barrera inquebrantable, impidiéndoles disculparse mutuamente. Y todo porque ambos creían tener la razón.

Enzo llegó treinta minutos tarde, nada que no se pueda solucionar. El sol aún no asomaba, y Julián lo esperaba pacientemente, sentado en un banco tras la reja de su casa. No tenía buena cara, pero eso no era motivo para iniciar una discusión, al menos no en ese momento.

—Perdón, perdón, es que mi vieja me pidió ayuda con unas cosas —se disculpó Enzo apenas bajó del auto.

—¿A las cinco de la mañana? —preguntó Julián, mostrando incredulidad.

—En realidad, me quedé dormido —confesó el moreno mientras abría el baúl del auto.

A diferencia de Julián, el bolso de Enzo era mucho más pequeño. El motivo radicaba en que ni siquiera llevaba protector solar ni medias adicionales, al contrario de Julián. Después de todo, solo serían siete días.

Ni siquiera se saludaron; ambos subieron al auto en silencio. Era la primera vez desde que se conocían que experimentaban un silencio incómodo entre ellos. Enzo ya no podía soportarlo. Había colocado la llave para encender el motor, pero no la giraba. Julián, al notar que no arrancaba, lo miró con sorpresa.

—¿Qué pasa?

—Que exageré, eso pasa. El otro día —Enzo soltó un suspiro —no creo que lo que le dijiste a tu viejo haya sido verdad.

—Y no, obvio que no lo fue. Pero bueno, yo tampoco estuve muy bien. Sé que nuestras situaciones no son las mismas.

Y sin decirse nada más, el ambiente se volvió menos denso. Ahora, había una sensación de calma que los envolvía a ambos. Julián sacó de su mochila un paquete de galletas; debajo tenía un equipo de mate que había preparado para ese viaje en especial.

—Supongo que no desayunaste —dijo, preparando todo meticulosamente para no derramar nada ni ensuciar el interior del auto —¿Mate?

Enzo solo rió, desconcertando un poco a Julián.

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⏰ Última actualización: Jan 29 ⏰

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Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora