● 02: Se Avecina una Tormenta ●

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Las lluvias de fin de año se estaban haciendo presente esa tarde, el color gris se mezclaba con el azul del cielo, los vientos frescos del sur acariciaban a los tres jóvenes que se dirigían de vuelta a su hogar luego de una mañana muy agotadora.

—No puedo creer que la matamos —dijo Leandro que se encontraba pateando una botella hasta que esta se desvíe del camino.

—No la matamos, le dio un infarto —Lisandro podía ser muchas cosas, pero un asesino jamás.

—Pero ¿y si nuestro deseo le provocó el infarto? —preguntó Enzo que seguía con la vista la botella de Leandro.

—Nada de peros, le dio un infarto chicos nada más, si nosotros no hubiésemos estado ahí le hubiese pasado igual.

Al fin la botella se desvió de la vereda cayendo al centro de la calle, Leandro iba a añorar el tiempo que compartieron juntos.

—Adiós botellita —le dijo mientras estiraba el brazo como queriendo alcanzarla.

El moreno si que no había dejado de pensar, sabia que ellos no habían provocado la muerte de la directora, pero aún así ¿no deberían sentir algo? No sabía como ponerlo en palabras, hasta que un codazo de Leandro lo hizo volver al presente.

—He no pienses tanto que no estás acostumbrado, te puede hacer mal —bromeó el teñido.

Lo miro de reojo y justo cuando lo iba a putear como solía hacerlo, cambió las palabras que salieron de su boca.

—Yo se que no la matamos pero... —se detuvo en seco haciendo que sus amigos hicieran lo mismo. —¿No deberíamos sentir algo?

—¿Algo como que? —respondió Lisandro.

—No sé, ¿culpa o dolor?, una mujer murió frente a nosotros hoy y nosotros acá re tranquis como si nada hubiera pasado.

No sabían como sentirse, era algo que simplemente les había pasado y ya, quizás cualquier otra persona estaría shockeada pero para ellos todo seguía igual. Después de todo las personas que ya están vaciás por dentro no se pueden vaciar más. Nadie respondió la pregunta de Enzo, porque no sabían como y eran conscientes de ello.

—Emm lo consultaré con la almohada —dijo el Leandro mientras extendía el brazo para saludar a cada uno.

—¿Nos vemos en la plaza a la tardecita? —preguntó Lisandro.

—No puedo tengo taekwondo -respondió Enzo.

—Ah cierto, ¿y vos Lean?

—Mmm yo tengo que hacer unas cositas por ahí, así que nop, no puedo.

—¿Y no nos vas a decir a donde vas o con quien vas? —Enzo sabía que algo escondía.

—Mmm perdón chicos ya les contaré cuando pueda. —les decía el de ojos claros mientras se disponía a cruzar la calle en dirección a una enorme casa de dos pisos de color blanco y con rejas negras.

—Mmm dice la muda, ojito con lo que haces -Lisandro le gritó de este lado de la calle, llevandose el dedo indice al ojo derecho.

—Este esta en algo con alguien -le comentó Enzo en voz baja.

—Seguro.

—Pero porque no nos cuenta?

—Ya nos va a contar solo le gusta hacerse el misterioso.

Ambos siguieron caminando un par de cuadras hasta llegar a una gran cancha. Habían gastado mucho tiempos ensuciando ahí cada vez que jugaban a la pelota desde que eran pequeños. Cruzaron las vías del tren, entrando a un barrio de clase baja. Lisandro vivía a una cuadra de la entrada, Enzo algunos metros mas abajo, habían sido vecinos toda la vida, eran prácticamente familia.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora