● 23: Entre Dudas y Certezas (II) ●

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La charla con Enzo del día anterior lo dejó absorto, perdido en sus pensamientos. No le importaba no poder ir al cine con Nicolás, eso era irrelevante. Lo que realmente le afectaba era que no fuera Cristian con quien iba a ver la película. Aún no había superado lo sucedido en tercero, pero no se trataba solo del fatídico incidente que los distanció; era el hecho de que, a pesar de que Cristian fue una mierda con él, todavía le gustaba. Hace dos años, Lisandro se había enamorado de su mejor amigo, y ese conflicto continuaba presente.

Estaba interesado en volver a retomar la amistad que tenían, pero estaba aún más interesado en que pudiera surgir algo más entre ellos. Sin embargo, era consciente de que aspirar a más que una amistad con Cristian tal vez era un deseo imposible, porque lo que sentían no era recíproco, o al menos de eso estaba convencido.

En la mañana del jueves, al entrar en el cuarto trasero del supermercado, lo encontró como de costumbre.

—Hola Cris —saludó cuando se acercaba al casillero.

No obtuvo respuesta. Observó de reojo cómo el chico más alto permanecía inmóvil, con las manos entrelazadas, como si estuviera tratando de expresar algo.

—¿Cris?

—¿Querés ir a ver la película esa conmigo? Capaz yo no puedo ir en el mismo plan en el que ibas a ir con este Nicolás, pero podemos ir como amigos —Cristian solo miraba al suelo —antes íbamos siempre al cine, ¿te acordás cuando... cuando fuimos a ver "Buscando a Nemo"?

Recordó las palabras de Enzo: "Siempre quiere pasar tiempo conmigo y yo con él".

Ante la falta de respuesta de Lisandro, Cristian se puso nervioso. Pero la vista del castaño estaba centrada en el hombro del más alto, donde una pequeña araña posaba tranquilamente.

—Si no querés no pasa nada, yo entiendo que no quieras ir conmigo...

—Cristian.

—... ósea después de todo lo que te hice.

—¡Cristian!

—Que.

—No te asustes —dijo Lisandro mientras ponía las manos en señal de que no hiciera movimientos bruscos, sabía de su terror hacia las pequeñas bestias de ocho patas —Tenes una araña en el hombro.

Cristian se congeló al escuchar la palabra "araña". Su corazón latía con fuerza y su respiración se volvió agitada. En un rápido movimiento de pánico, pensando que la araña se había deslizado bajo su camisa, se arrancó la remera y se tumbó al suelo, agitándose y sacudiéndose en un intento desesperado de deshacerse de cualquier rastro de la supuesta intrusa.

—¡Se me metió! ¡Se metió bajo la ropa! —exclamó Cristian.

Lisandro actuó instintivamente. Tomó la remera que había sido abandonada en el suelo y, con movimientos rápidos y nerviosos, intentó golpear con ella el área donde Cristian se revolvía, buscando a la araña que no lograban encontrar.

En medio de la confusión y el caos repentino, la puerta se abrió de golpe. La entrada de Rodrigo dejó a ambos paralizados, disipando por completo el miedo que sentía Cristian. Después de una secuencia incómoda con Rodrigo, cuando finalmente salió, los dos quedaron de pie uno al lado del otro.

—¿Me... me podes dar mi remera?

Lisandro extendió el brazo y se la dio, pero mantenía la vista fija en la puerta.

—¿Por qué esa cara? —pregunto Cristian mientras se vestía.

—Creo que pensó cualquiera —dijo Lisandro.

—Si solo me estabas ayudando a...

—Dios suena peor si lo decís así.

El verdadero motivo de mantener la vista fija en la puerta, no era porque Rodri los había sorprendido en una situación extraña, era porque el ver el torso descubierto de Cristian lo había ruborizado por completo.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora