● 26: La Mañana Después de Navidad ●

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La Navidad, con su encanto mágico y su espíritu contagioso, se desplegaba en tres rincones distintos, cada uno impregnado con su propia esencia festiva.

Enzo se encontraba reunido con su familia en la acogedora casa de sus abuelos, donde las risas fluían y la alegría se desbordaba con la llegada del nuevo integrante familiar, su recién nacido sobrino. A pesar de la insistencia de su madre para que no se vistiera demasiado temprano, la emoción incontenible de Enzo lo llevó a prepararse cuatro horas antes, impaciente ante la llegada de ese día especial.

En la casa de la tía de Lisandro, el ambiente era similar: un encuentro familiar donde el joven se reencontraba con parientes que no había visto en mucho tiempo. Las típicas preguntas sobre su vida sentimental surgieron, y una cuestión sobre si tenía novia o no, generó en él un momento incómodo.

—¿Y Licha, la novia viene o no? —preguntó un primo lejano.

—No, en realidad no tengo —respondió Lisandro.
La pregunta en sí no tenía malicia, pero lo llevó a reflexionar. No lograba imaginarse llevando a alguien a una cena familiar; solo la idea de presentar a alguien le provocaba nerviosismo. "Él es Cristian y es mi...", se reprendió al instante por pensar en eso, lo consideraba algo imposible.

Leandro se encontraba inmerso en los lujos de una cena costosa junto a sus padres, luchando por hallar algún atisbo de entretenimiento en una noche que, en realidad, solo conseguía hacerlo dormir del aburrimiento. Él solo tenía un deseo, estar en cualquier otro lugar, lejos de la frialdad de aquel ambiente. Odiaba como su padre se aprovechaba de cualquier día festivo, para establecer contactos y hacer política. Ni siquiera los cumpleaños escapaban de esto.

A pesar de tener completa libertad para emborracharse, al no tener a ninguno de sus amigos cerca, ninguno de los tres sintió la necesidad de hacerlo. No se trató de una noche de excesos; lo más "loco" que hicieron fue llenarse el estomago con unos cuantos sanguchitos de miga.

En el fondo, estaban reservando sus energías para la fiesta de Año Nuevo, la cual pasarían juntos en casa de Enzo. Los padres de Leandro tenían planeado salir de la ciudad para la llegada del nuevo año, y no vieron problema alguno en que su hijo celebrara junto a su amigo, más bien ellos tenían la sensación de que así se sacaban un peso de encima. Lisandro ya había pasado fiestas con Enzo en ocasiones anteriores; al ser vecinos de toda la vida, la madre de Lisandro era muy amiga de los padres de Enzo, y solían celebrar juntos.

A pesar de todo, tuvieron la suerte de reunirse en la tarde del lunes en casa de Leandro.

—¿Por qué no vas a su casa? ¿Y hablas con él directamente? —sugirió el de ojos claros.

—Sé donde es, pero nunca he entrado —Comentó Enzo.

—Que viejo forro, no te puede prohibir juntarte con él.

—Si pero, lo mejor va a ser distanciarnos un poco, ¿y si lo castigaron? Capaz voy a su casa y solo la cago más.

—Puede ser.

Lisandro se recostaba sobre el pasto, entretenido jugando con una rama que arrancó de un árbol.

—¿Y vos? -le preguntó Leandro.

—¿Yo que?

—¿No fuiste al cine con Cristian?

—Si.

—¿Y no vas a contar nada?

—No hay nada que contar, solo vimos una peli y ya.

—Seguro cogieron —susurró Enzo.

—Pero ¿Quién a quien? —comentó Leandro.

—Es obvio, es una cuestión de altura.

—Los estoy escuchando tarados. Y vos Lean, que onda Rodri.

Verano del '06 | ( cutilicha )/( julienzo )/( rodrilean )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora