Capítulo 13: Abrazos.

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Las paredes de color celeste cielo impregnaban el lugar con detalles en blancos, aunque claramente le habían dado un toque personal con plantas, cuadros, luces de colores y velas aromáticas que dejaban un rico olor a canela en el aire.

—¿De verdad me vas a obligar a ir?
—Por favor, necesito esto— rogué.
—Y yo debo ir a esta estúpida cena— demandó en un bufido. —Aún no sé cómo peinarme y ya es tarde
—¿Puedo ayudarte?
—¿Sabes peinar?
—Pelirroja tu pregunta me ofende

Tomé los artículos de su baño personal y comencé a peinarla con esmero, sacando la habilidad que no podría en otro lado. Desenredando su melena aún húmeda, noté como me analizaba con firmeza por el reflejo de su tocador.

—Querés saber cómo aprendí a hacer esto... ¿Verdad?
—Yo... Perdón no quise ser indiscreta— admitió con vergüenza y sonreí, Bianca es así.
—No es una pregunta sucia, de hecho, es divertido— recordé y me gané la atención de mi amiga, mis manos por su lado seguían con su trabajo de acomodar el cabello rebelde como si tuvieran vida propia. —Cuando era chico solo hablaba italiano, y en el convento la única que me entendía era la Madre Ofelia...
—¿No es ella la persona que me contaste que te cuidó y te enseño pintura?
—Si, ella misma— dije con una sonrisa, recordando a aquella abuelita. —A veces ella se ponía a peinar a las nenas del lugar y charlaba con ellas, yo para ese entonces me le prendía como una garrapata... Ella me ayudaba a interactuar con los demás niños de mi edad así que observando lo que ella hacía aprendí el idioma, y con el tiempo cosas tan simples como un recogido adornado por trenzas quedaron en mi memoria
—Vos y esa memoria tuya
—Estas hermosa— dije orgulloso mirándola por el espejo. —Los lentes de contacto cambian por completo tu rostro
—Podría ser, pero son incómodos... Solo para ocasiones especiales, por otro lado, vos tampoco te ves nada mal— reí ante el comentario, la ansiedad me había ganado y me había terminado de arreglar dos horas antes. —Lo que no sé si ese reloj necesita guardia de seguridad propio...
—Si fuera así no me lo hubieran dado y yo no me sentiría un ingrato por tenerlo en el fondo de mi cajón...— mi amiga iba a responder, cuando dos golpes resonaron por la puerta.
—¿Bianca ya estas lista?— preguntó una voz apagada del otro lado.
—Ya casi, pase por favor

Inmediatamente a la habitación ingresó Antonella, con un elegante vestido negro con mangas en forma de capa, luciendo de maravilla como siempre. Al verme sonrió como siempre, y al escanear a mi amiga de pies a cabeza se asombró sin querer disimularlo.

—Ahora entiendo porque tu papá es tan receloso... Tendría que cortar varias relaciones importantes si salieras al mundo así...
—Gra-gracias...
—Muy bien, ahora, Gabo con Mateo, Juan Pablo y Bianca nos retiramos a una cena importante de la empresa... Por esto el personal de la cocina tiene la noche libre
—Perfecto entonces, de todas formas pensaba comer afuera— dije tranquilo, metiendo las manos a los bolsillos.
—El problema es que no sé nada de Mia desde que volvió del colegio y tengo entendido que todos ustedes van a ir a la pachanga de mis sobrinos...
—¿Pachanga?
—No me juzgues, eso me pasa por pasar tanto tiempo con mi papá... Bianca te espero en el auto, vas conmigo— confirmo Antonella antes de irse.
—Si, indiscutiblemente esos términos son de Antonio— río mi amiga. —Italiano vos tenes mi cambio de ropa ¿Verdad?
—Si, ya está en el auto...
—Bueno, nos vemos
—Estamos hablando por si la cena es muy... Aburrida

Bianca se carcajeo un poco y salió disparada, yo volví a mi cuarto sin saber que hacer o como proseguir. Pero la única otra luz que salía por el oscuro pasillo era de la habitación de Mía. Tome aire, inflé el pecho y toqué la puerta, nada podría salir peor de lo que era antes.

—¿¡Quien!?— preguntó la voz apagada y cortante, aparentemente estaba lejos y estaba molesta por algo.
—Em... soy Gabo—

>> ¿¡Enserio titubeaste!? <<

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora