Capítulo 21: Poder Prestado.

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—Más arriba, por favor— obediente seguí la instrucción.
—Ahí es cuando empieza a tirar...
—Bueno, considerando que solo han pasado diez días desde su lesión, le puedo decir con seguridad que esa molestia mínima es normal...
—¿Pero ya tengo el alta?— pregunté, rogando que me dé la respuesta que quiero.
—Por el momento, si— sonreí ante la noticia del médico. —Puede esperar molestias en los siguientes días, pero por ahora todo en orden...

El médico con rostro aliviado salió a hablar con Antonella mientras yo me vestía. Al fin tenía esa cochina alta médica, al fin podrá deshacerme del cabestrillo y al fin sería libre. Terminaba de vestirme cuando Anto apareció con una sonrisa luminosa y cómplice... Oh no...

—Viendo y considerando que todo está en orden... Es hora de hacer una salida de iniciación...
—¿Salida? ¿Iniciación? — la risa se me escapó sin poderla frenar. —Perdón pero no pensé que estuviéramos en una secta...
—Y no lo estamos, solo necesitamos una última consolidación de tu nueva posición en la familia, querido...— la sonrisa de la castaña frente a mí era perversa, como si supiera el miedo que sembró en mí.

>> ¿Y cómo no estar segura? Si te estás cagando en las patas...<<

Que gran ayuda conciencia, muchas gracias.

Ignorando mis ideas, seguí a la mujer frente a mí hasta los vehículos que aparentemente nos esperaban. Subimos al GT-40 en el que nos juntamos por primera vez y ella empezó a manejar. El silencio era cómodo, pero si tenía preguntas para hacer. Aguanté lo más que pude, intentando escuchar la música o prendiendo un cigarro, pero nada funcionó.

—¿Puedo preguntar algo? — La duda me carcomía en ansiedad.
—Por supuesto
—¿A dónde estamos yendo? — Mi acompañante soltó una risita ante mi comentario. —¿Debo preocuparme?
—Tu paranoia debe aumentar ahora que sos un Del Gallo, pero no conmigo Bito, no te preocupes

Asentí perdido y vi como nos metimos en una cochera subterránea. Fruncí el ceño tragando mis preguntas, sabía que no recibiría respuesta alguna. Anto estacionó y bajo, la camioneta de seguridad que nos acompañaba estaba a su lado, y con una seña los muchachos se quedaron dónde estaban. Parecían agentes del servicio secreto, si tan solo la gente supiera... Cómo sea.

Seguí a la mujer frente a mi hasta un ascensor de carga, subimos por este y salimos a un costoso y privilegiado centro comercial. El "Olympus Mall" se erguía en todo su esplendor ante nosotros; inaugurando hace pocos años, era la joya de la corona en infraestructura de entretenimiento en Buenos Aires, y la empresa de la familia había sido la constructora a cargo de la obra.

—Ahora si estoy perdido...
—Tu iniciación, Gabito, es sobrevivir a un día de compras conmigo... La única que resistió está prueba fue Mia, los otros se rindieron a las tres horas— Su sonrisa socarrona era como el de una niñita, recién ahí ví el parecido con Mía.

Analicé el lugar a mi alrededor y la vi a ella; con razón había cambiado la fina ropa de oficina por jeans y una remera... Ni hablar del cambio de tacones a las zapatillas bajas. Negué, con humor, definitivamente podría con esto.

—Pero ¿Por qué compras? Mi armario es literalmente nuevo, no tiene ni seis meses de uso...
—Tu ropa de calle, todo lo casual, si— dijo tomándome del brazo, llevándome hacia un local en específico. —Pero tu posición en la sociedad, en las cadenas de mando y en el mundo en general cambio totalmente
—Eso... ¿Qué significa?
—Gabo, sé que no te gustan las etiquetas ni los estereotipos, pero no podes ir a eventos oficiales con zapatillas y jeans... ¡Oh! ¡Ya llegamos!

Sin dejarme responderle, me arrastró hasta una de las casas de trajes más exclusivas del país. El lugar era sobrio, de colores luminosos y neutros, con una iluminación absolutamente favorecedora. Habían estantes repletos de camisas, percheros llenos de sacos y maniquíes de torsos llenos de corbatas y ejemplares de partes superiores. Más al fondo se veía con claridad como había de esas cabinas con pedestal, con tres o cuatro espejos para probarse los trajes con todo el lujo posible.

El Enigma Del AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora